Por la libre

Dos señales ominosas de Juan Diego Castro

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La candidatura de Juan Diego Castro sería una broma de pésimo gusto si no fuera por el hecho de que varios sondeos lo colocan como uno de los favoritos a colarse en una eventual segunda ronda, en la que –ante la patética campaña que perfila Antonio Álvarez Desanti– bien podría darle al país un tremendo susto. Sobre lo que Juan Diego Castro representa en esta elección me referiré en la columna del lunes en La Nación. Pero quiero advertir dos señales ominosas que envió ayer en el lanzamiento de su postulación:








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