El Presi está de manteles largos. Para alguien que toda la vida ha suspirado con ser presidente, ser anfitrión de la tercera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es toda una oportunidad para bombetear ser el centro de atención: habrá discursos grandilocuentes, abrazos de oso con dignatarios, declaraciones contra el cambio climático y la proliferación nuclear y, no puede faltar, la foto de protocolo con los jefes de Estado vestidos en guayabera y saludando sonrientes. Todo por la módica suma de más de ¢2.000 millones a costa del contribuyente costarricense.
Hay que decir las cosas claras: la CELAC es un plato de babas. Se trata de un invento del finado presidente venezolano Hugo Chávez para crear un foro regional que excluyera a Estados Unidos y Canadá e incluyera a Cuba, país que desde la década de los sesenta fue expulsado de la Organización de Estados Americanos. Desde su creación en diciembre del 2011, con la Declaración de Caracas, la CELAC ha realizado dos cumbres donde predominan las fotos y proclamas pero brilla por su ausencia la sustancia de políticas concretas para darle seguimiento a lo discutido. La CELAC es tan hueca que ni siquiera tiene una oficina con secretaria y teléfono. Consiste únicamente de estas reuniones anuales.
Una prueba inequívoca del poco valor de este foro es que el año pasado, en la cumbre realizada en La Habana, los presidentes latinoamericanos prepararon una declaración que llamaba a fortalecer "nuestras democracias y todos los derechos humanos para todos" (sic). Que el documento fuera firmado en Cuba, una dictadura estalinista, no sonrojó a los presentes. Este año, los temas sobre la mesa incluyen promover la agricultura familiar, garantizar la seguridad alimentaria (fetiche del presidente Solís), impulsar la participación ciudadana, plantear propuestas para la eliminación de las armas nucleares y promover la cooperación con la Unión Africana, ASEAN y el BRICS. Pueden ver la lista completa de temas aquí. A solicitud de Costa Rica, se incluyó también en la agenda una referencia a la erradicación del hambre y la pobreza —un punto muy apropiado luego de que la administración Solís Rivera elevara el impuesto de importación al arroz, el producto de consumo básico por excelencia.
Curiosamemente, uno de los flagelos más graves de la región, la amenaza del narcotráfico y el crimen organizado, no parece ser una prioridad en la agenda. Ocho de los diez países más violentos del planeta se encuentran en la Cuenca del Caribe, donde fluyen las distintas rutas de cocaína que van de Colombia y Perú hacia Estados Unidos. Uno esperaría que, aprovechando la ausencia del mayor promotor de la guerra contra las drogas en el hemisferio (Estados Unidos), los países latinoamericanos avanzaran en una agenda para plantear el fin del prohibicionismo que tanta muerte y violencia ha traído a la región. Si bien en la agenda se habla de "avanzar en la identificación y análisis de puntos comunes" sobre el problema de las drogas, este es tan solo uno de 19 temas que se tratarán en una cumbre de dos días.
Y es que no debemos confundir magnesia con gimnasia. Que los presidentes de América Latina se reúnan a emitir declaraciones y tomarse fotos no equivale a integración latinoamericana. La verdadera integración latinoamericana consiste en eliminar las barreras que existen entre nuestros países al comercio, las inversiones y el movimiento de personas. Hasta el momento el único grupo con un norte claro y ambicioso en ese sentido es la Alianza del Pacífico que incorpora a México, Colombia, Perú y Chile. Estos países están en el proceso de eliminar todos los aranceles que existen entre ellos, permitir el libre flujo de trabajadores entre sus fronteras, integrar sus bolsas de valores e incluso compartir sedes diplomáticas en otras naciones distantes. ¡Eso sí suena a integración! Curiosamente, a pesar de que la Alianza del Pacífico ha invitado a Costa Rica a ser el quinto miembro pleno del bloque, el presidente Luis Guillermo Solís le ha echado paños fríos a la idea.
¿Qué impacto tendrá esta cumbre en la vida de los costarricenses o lationoamericanos? Absolutamente ninguno. Lo único que recordaremos será la factura.