Si hay un área de política pública donde ha habido un cambio de paradigma absoluto en los últimos años es en política de drogas. Hoy, tras más de 40 años de continuos fracasos, estamos atestiguando el desmoronamiento de la guerra internacional contra las drogas, que le ha costado a nuestro continente cientos de miles de millones de dólares y decenas de miles de vidas. Costa Rica, un país que se precia de pacífico y no tener ejército, debe estar a la vanguardia en la búsqueda de alternativas para acabar con esta fallida política.
Ayer el New York Times, el periódico más influyente de Estados Unidos, publicó un editorial abogando por la legalización de la marihuana en este país. El NYT señala que "No hay respuestas perfectas para las preocupaciones legítimas de la gente con respecto al uso de marihuana. Pero tampoco hay respuestas perfectas sobre el tabaco y el alcohol, y creemos que en todo nivel — efectos en la salud, el impacto en la sociedad y asuntos del cumplimiento de la ley — el balance cae decididamente al lado de la legalización nacional".
El editorial del NYT no ocurre en el vacío, sino una vez que ya dos estados de Estados Unidos — Colorado y Washington — legalizaron el consumo de marihuana para fines recreativos. Más de una veintena de otros estados han legalizado el consumo medicinal de esta droga, y en el ámbito internacional, Uruguay también dio el paso de la legalización total. Colorado, donde abrieron los primeros dispensadores legales de marihuana hace casi 8 meses, ha visto una caída del crimen y un aumento significativo en los ingresos estatales producto de los impuestos al estupefaciente. Además, una creciente mayoría de los estadounidenses se manifiesta a favor de acabar con la prohibición federal sobre la marihuana.
El cambio de actitudes también ocurre en el ambiente internacional. De hecho fue un reporte en el 2009 de una comisión encabezada por tres expresidentes latinoamericanos — Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México — la que hizo un llamado a "romper tabúes" en política de drogas y empezar a discutir alternativas como la despenalización del consumo o incluso la legalización de estupefacientes. A estos exmandatarios pronto se les unirían otras figuras como Kofi Annan, exsecretario general de la ONU y Javier Solana, exsecretario de la OTAN. Pronto, Otto Pérez Molina, presidente de Guatemala, se convertiría en el primer gobernante en ejercicio en proponer la legalización de todas las drogas. Pepe Mujica, en Uruguay, le tomaría la palabra y pasó legislación regulando la producción, distribución y venta de la marihuana.
El cambio está ocurriendo frente a nuestros propios ojos: el año pasado la Organización de Estados Americanos publicó un informe completo sobre el panorama de la política hemisférica sobre drogas. El documento arranca reconociendo tres realidades indiscutibles: la violencia del narcotráfico es uno de los retos más importantes que enfrentan nuestros países, la guerra contra las drogas es un fracaso, y se necesita discutir e implementar nuevas estrategias. Una de estas que el documento explora es la legalización.
La mesa está servida entonces para que nacional y regionalmente tengamos discusiones sesudas y profundas sobre la materia. Es en ese contexto que la Asociación Costarricense para el Estudio e Intervención en Drogas (ACEID) está organizando en Costa Rica la V Conferencia Latinoamericana sobre Política de Drogas, la cual se realizará el 3 y 4 de septiembre en el hotel Radisson. El evento, que es abierto al público general que se registre de antemano, reunirá a expertos nacionales e internacionales en regulación de mercados de estupefacientes, seguridad ciudadana, salud pública, derechos humanos, entre otros. El presidente de la República, Luis Guillermo Solís, estará presente en la inauguración del evento, ojalá en una señal de que su Gobierno no esperará a cambios internacionales para impulsar reformas internas en política de drogas.
En lugar de presentar como logros la incautación de cargamentos de cocaína, o incluso el decomiso de una mata de marihuana en Alajuelita, el Gobierno debería trabajar con los expertos nacionales e internacionales que se darán cita en esta conferencia para diseñar reformas sensatas que reduzcan y palíen los daños de la prohibición en aquellas sustancias cuyo tráfico escapa de nuestro control (como la cocaína) y que también saquen de las manos de los criminales el tráfico de otras drogas en donde no existe mayor tráfico internacional (como la marihuana) y que por lo tanto podemos actuar más unilateralmente.
Invito a mis lectores a registrarse a la conferencia organizada por ACEID y participar activamente en este debate sobre el futuro de las políticas de drogas en nuestro país. Llegó la hora de un cambio.