¿Alguna vez han pensado que es lo que necesita una política de fomento “efectiva”? Eso significa, con resultados. Estamos llenos de papel que señala que la política debe hacer esto, lo otro, y lo de más allá, es decir, creemos que la política debe hacer de todo, y quizás sea cierto. Pero la realidad nos dice que el que mucho abarca, poco aprieta. ¿Por qué entonces no pensar en lo que nos puede dar resultados y sobre ello seguir construyendo? Yo prefiero algo pequeño pero cierto que algo grande y ambiguo, o inalcanzable.
Entonces, ¿que debe tener una política de fomento de las pequeñas empresas? En primer lugar, el mercado meta: las pequeñas empresas. ¿Cómo se definen las pequeñas empresas? ¿Empleo?, ¿Ventas?, ¿Activos? ¿Las tres? Si es así, ¿tenemos la información verificable de todas esas variables? Si no la tenemos debemos trabajar con lo que si tenemos o bien empezar por construir esa información. Sin ella no podemos hacer nada.
Una vez definida la pyme, ¿Se trabaja con todas? ¿Las más dinámicas? ¿Con las que están en peor situación? Esta es la primera gran decisión de política. Las más dinámicas quizás no requieran los apoyos, porque es posible que ya tengan sus propias redes. Las que están en peor situación son las llamadas de subsistencia. ¿Existen instituciones de ayuda asistencial? ¿No deberían ser ellas quienes se encarguen de este segmento? ¿Es posible rescatar algunas de ellas y llevarla a un siguiente nivel de desarrollo?
Una vez que hemos definido el segmento objetivo, las siguientes preguntas son, ¿A quiénes?, ¿Cómo? y ¿Por cuánto tiempo? Esto supone identificar qué clase de servicios de desarrollo empresarial requieren y para quien(es). ¿El empresario? ¿Los trabajadores?, ¿Ambos? Luego viene que clase de servicios, ¿financieros?, ¿no financieros? Y luego, ¿Por cuánto tiempo? Recuerden que los recursos son escasos y debemos asignarlos de la mejor forma posible, esto es, por tiempos razonables que permitan a la empresa despegar y seguir por si misma.
Al contrario del presente planteamiento, lo que vemos en el escenario de las políticas públicas es una especie de “escopeta de perdigones”. Es decir, disparémosle a todo y veamos que cae, o traducido al lenguaje de las políticas (policy); démosle a todos un poquito y veamos que pueden lograr. Ello no nos ha conducido a nada más que mucho papel (políticas sin recursos, fundamentos o ambas), muchas buenas intenciones, demasiadas fotos de eventos, pero ninguna mejora para el segmento pyme. Es como tener dos proyectos: un puente y una carretera, y repartir el dinero que se tiene para uno, en los dos proyectos. Resultado: media carretera y medio puente. Ninguno sirve.
Construir una política de fomento requiere además de decisiones estratégicas, un gran deseo de ver al Estado como un todo y no como suma de islas que compiten por los escasos recursos. La coordinación interinstitucional, el diálogo público-privado-tercer sector debe ser permanente y con metas claras y en lo posible consensuadas.