Estaba pensando en que título ponerle a este post que refleje mi criterio respecto de lo existente vs. lo factible en cuanto a la innovación. Al final lo que quiero compartirles es cómo podemos innovar en nuestros negocios sin que ello implique necesariamente una dramática inversión económica, contrataciones de expertos, consultorías, etc. Es decir, mi experiencia muestra que podemos hacer “cosas buenas” con pocos recursos, pero mucha imaginación. Por supuesto, ello también tiene un límite, pero primero lleguemos a él antes de pensar en lo otro.
Como he señalado varias veces hay innovaciones en producto, en procesos, en modelos de gestión; y en Latinoamérica la innovación menos frecuente (más cara y más promovida), es en producto. Por lo tanto, pensemos en los procesos y el modelo de gestión como los candidatos más sensibles a la innovación. Innovar más que un proceso, es una forma de ver la senda de desarrollo de una empresa, es una actitud que debemos adquirir (y luego transmitir a nuestro equipo). En esa línea, existen varios elementos que pueden ayudan al proceso (y aunque soy poco dado a las recetas, quizás en algunas de las siguientes líneas puedan encontrar algo que les parezca interesante, y hasta “digno de probar”), y que tienen que ver con su actitud:
- Una mente abierta: toda información del entorno (o todo lo que llegue a sus manos) es un potencial insumo a la innovación (porque le aporta ideas). Veamos un ejemplo. Un producto que está en todos lados (como la Coca Cola), no es necesariamente por sus bondades tanto por una excelente cadena de distribución. ¿Cómo es la cadena de distribución de su producto?
- Escucha activa, siempre se aprende algo de todas las personas. Hable con sus clientes, con su equipo de trabajo, pregunte que es lo que ellos piensan sobre el negocio y como mejorarlo. Alguna vez me alojé en un hotel donde no habían lámparas de noche, solo la luz principal. Se lo comenté al administrador y cuando regresé a ese hotel me encontré una bonita lámpara de noche en la habitación.
- Comparta y analice en conjunto; hable con su equipo y analice con ellos tanto sus ideas como las de ellos. Regrese a 1 y luego a 2 (recuerde que todos buscan aportar y si hay algo con lo que no está de acuerdo, no descarte de plano). Y acostúmbrese a hacer este proceso lo más seguido que pueda
Muchos no tenemos el tiempo (o la paciencia) para entrar a un aula y escuchar a un expositor “experto” en el tema. Preferimos buscar las soluciones por nuestra cuenta. Pero para buscarlas, hay que saber dónde y cómo. Para eso necesitamos desarrollar nuestra capacidad de búsqueda. Busque información, y no solo sobre su sector. Muchas veces en otros lados encontramos respuestas impensadas a nuestras interrogantes.
Desarrolle su pensamiento crítico (para discriminar lo que le sirve de lo que no), su creatividad, y su capacidad de análisis (para convertir la idea en una propuesta). Eso significa aprender a observar con atención (y no solo a ver), a leer, a escuchar, a dialogar.
Otros aspectos igualmente importantes tiene que ver con su “autoconfianza”: hágale menos caso a los “gurús” o a quienes lo llenan de “innovación académica” y más caso a tu intuición y a su equipo.
Una cosa muy importante es ser un empresario comprometido con su clientela más que con sus ventas. Téngale paciencia a sus clientes mas “complicados”, generalmente de ellos extraemos las mejores lecciones.