Los dos sectores que generan más empleo registran la mitad de la actividad promedio de Costa Rica.
El comercio y la producción agropecuaria caminan para generar un mayor valor agregado pero a pasos insuficientes para alcanzar la tendencia del resto del país, que corre más adelante.
Su baja producción se vincula al tipo de trabajadores que participan en ellos. Se caracterizan por su baja formación profesional, y sus actividades son altamente vulnerables al clima, a la estacionalidad y hasta a los procesos futuros de automatización y revolución tecnológica.
La competitividad país se supone como la mayor de las víctimas, al tiempo que se plantean retos de capacitación e innovación en todas las trincheras productivas.
Y es que el futuro se teje con tonos más grises. Los sectores que parecen estar captando nuevos empleos, como los servicios comunales, también están contagiados del mismo mal, pues, además, registran caídas casi constantes en sus niveles de productividad de los últimos quince años.
Los resultados se desprenden del último informe del Estado de la Nación que analiza la tendencia de la productividad entre el 2001 y el 2015.
A la cabeza
Comercio (que incluye también hoteles y restaurantes) y el sector agropecuario, emplean en su conjunto casi un tercio de la población ocupada costarricense.
Por su parte, si bien son los grupos menos productivos a nivel nacional, en los últimos años reportan una tendencia al alza en este rubo, aunque insuficiente para alcanzar al país .
Ambos sectores registran una productividad de alrededor del 50% del promedio de Costa Rica, solo por encima del sector con el peor desempeño: los empleos domésticos (de un 19%).
El leve crecimiento llega producto del turismo, en el caso del comercio, y de la tecnificación de los procesos, en el caso del sector agropecuario.
Las tiendas, los hoteles y los supermercados se han visto favorecidos por un alto crecimiento en la llegada de visitantes al país.
Según el último reporte estadístico del Instituto Nacional de Turismo (ICT), la cantidad de llegadas internacionales reportaron un aumento del 11% en el segundo trimestre del 2016, en comparación con el mismo periodo de un año antes.
Por su parte, el sector agropecuario se beneficia de avances tecnológicos evidentes en sus productos de exportación estrella como el caso de la piña.
Justamente, este último registró un aumento promedio en su productividad y eficiencia de un 91% entre 1991 y 2014, según un análisis realizado meses atrás por este semanario.
Servicios: una buena y una mala
La buena noticia es que Costa Rica cuenta con otros sectores productivos que están aportando nuevos empleos.
La mala es que esas opciones laborales generan menos valor agregado para el desarrollo nacional y arrastran la productividad hacia abajo.
Un sector que ejemplifica bien esta tendencia son los servicios en la subcategoría de comunales, sociales y personales (que usted relacionaría con los encargados de limpieza, los reparadores de artículos, los empleados domésticos o de entretenimiento).
Este sector aumentó con fuerza su participación entre los empleos del país. Mientras en el 2001 agrupaba un 8,7% del total de ocupados, para el 2015 capturó a un 12,9%.
A pesar de ello, es un sector de baja productividad que, año con año, empeora sus indicadores. Buena parte de ese grupo (representado por los empleos domésticos) tiene la productividad más baja nacional.
Otros empleos ligados al sector no superan el 46% en ese mismo indicador.
Como consecuencia, este tipo de trabajos, junto con los servicios de administración pública, electricidad, gas y agua, han traído abajo la productividad del país.
Anualmente Costa Rica pudo haber sostenido un aumento promedio de 2,7% en su productividad sin embargo estos sectores empujaron el porcentaje a la baja, a un 2,4%.El sector de servicios también reporta buenas noticias. Su fuerte dualidad perfila otro polo de gran generación de recursos que el país podría explorar con mayor fuerza.
Se trata de los servicios a las empresas (como los call centers y los empleados en contabilidad, entre otros) que tienen una productividad de un 104% con respecto al promedio del país.
En esa misma línea, los servicios financieros y de seguros van más allá y, prácticamente, triplican la productividad promedio costarricense (285%).
Estos servicios líderes se alinean a las políticas públicas de atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) que apunta a oficios de mayor valor.
Manufactura bajo lupa
Otro gran sector que podría potenciar más la productividad nacional es la industria manufacturera, especialmente la de alta tecnología donde hay espacio para crecer pero que reta la generación de talento humano.
En su generalidad sobresale por ubicarse entre los puestos de privilegio en generación de valor, pero a su vez contempla menos empleados que hace 15 años.
El porcentaje de participación de la fuerza ocupada en manufactura pasó de 15% en 2001 al 10,6% en 2015.
Se trata de un sector, que al igual que servicios, muestra características diferenciadas en sus polos.
Por un lado está la manufactura de alta tecnología. Subsectores como la fabricación de equipo médico, instrumentos de precisión y equipo industrial llegan a duplicar y triplicar la productividad del promedio del país.
Por otro lado, en la manufactura tradicional (textiles o productos de madera) la productividad cae hasta reportar la mitad del promedio de Costa Rica.
Lo que viene, ¿imposibles?
“Yo estoy sumamente preocupado por estos resultados”, valora Ricardo Monge, uno de los investigadores a cargo del estudio.
Monge cree que si el país continúa con esta tendencia de crear puestos de trabajo en sectores de menor valor no solo se pone en riesgo la productividad, sino la permanencia de costarricenses en sus puestos de trabajo. Muchos de ellos vendrían a ser sustituidos por las nuevas tecnologías.
El Foro Económico Mundial estima que la llegada de la inteligencia artificial le costará al mercado internacional más de 7 millones de trabajos solo en los próximos cuatro años.
“Con los procesos de automatización se va a generar una presión intensiva en estos sectores –los menos productivos–. ¿Qué va a hacer esa gente? ¿De qué va a vivir?”, continuó el especialista.
Además, la presión viene de otro países vecinos que superaron a Costa Rica en su productividad desde el 2010, como lo es el caso de Panamá.
Un futuro promisorio vendría de la mano de la educación. Eso sí, depende de que la preocupación y las acciones arranquen desde ya.
Preguntarse cuáles son los perfiles que el país requiere en términos de capacidades y conocimientos se vuelve imperativo.
La Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) estima que podrían generarse más de 6.000 empleos al año en sectores como ciencias de la vida o software , si se crearan los perfiles académicos y técnicos para cubrir esos nuevos puestos.
“En Cinde trabajamos de la mano con el sector académico para ajustar la oferta con lo que las empresas demandan. Se han desarrollo programas muy técnicos con el INA, hasta maestrías con el TEC”, manifestó Jorge Sequeira, director general de Cinde.
Al final del día una mayor productividad podría venir de la movilización de empleados entre sectores, pero requiere de un mayor empuje.
“Lo cierto es que el incremento de productividad que necesitamos es a través de combinar mejor los elementos de la producción y la innovación. Esa es la única forma de tener un crecimiento sostenido”, dijo Anabel González, directora sénior del Banco Mundial.