Los desastres más grandes no son los que más han dañado los presupuestos de Costa Rica.
Esta conclusión se desprende de seguir el rastro de los desastres que han asolado al país en las últimas décadas.
Los sismos generan facturas más altas (en promedio, $131,8 millones por cada gran evento) que los hidrometeorológicos ($34,1 millones por cada gran evento), pero la mayor frecuencia de las lluvias torrenciales las hizo más dañinas: se llevaron un 63,7% de las pérdidas de 1988 al 2009, ante un 36% de los terremotos.
Sin embargo, no es la única dimensión de este comportamiento. Vanessa Rosales, presidenta ejecutiva de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), advierte que los fenómenos grandes están cediendo ante los eventos menores en el ámbito de pérdidas y costos.
“Hay una tendencia al aumento, no de los eventos mayores, sino de los menores, concentrados y locales”, expresó Rosales. Es decir, la alcantarilla que se estropeó, las lluvias que se llevaron un puente, gota a gota van erosionando presupuestos de municipalidades: han crecido de 10 a 15% en los últimos tres años.
La importancia del registro
La improtancia de estos registros llevó a las autoridades de los ministerios de Planificación y Agricultura, y la CNE, a realizar de forma periódica una información de estos impactos. Eso ha permitido identificar que las pérdidas por estos fenómenos se disparan.
Los datos llegan al 2009, porque se está en proceso de revisión para la edición actualizada, pero permiten identificar que la mayoría de los daños se concentran en la infraestructura.
No es el único campo en el que se intenta integrar datos. EM-DAT procura copilar esa inforamción desde 1988, con el apoyo del gobierno belga. Esto permite, por ejemplo, comparar la situación en Centroamérica, en la que Costa Rica ha logrado ir “bajando” en la cantidad de eventos que más personas han afectado: solo registró uno en el top ten de 1990 al 2009.
Sin embargo, Rosales advierte de lo movedizas que pueden ser algunas de estas visiones. “A veces no nos sentimos reflejados en informes externos, porque se minimizan algunos impactos y se sobreestiman otros. Creemos que la información de Mideplan, en ese sentido, permite contar con información precisa para una gestión prospectiva del riesgo”.
Datos que apuntan a que se debe apuntar en torno a la prevención de eventos hídricos, pero también a preparar la acción en el nivel local. Alcaldes y municipalidades deberán tener más acción en acciones de recuperación, pero también de prevención.
No son asuntos menores: en promedio, el país estaba perdiendo unos $86 millones al año por desastres. Eso podría crecer si se incluyen eventos menores, que no se enfrentan con decretos de emergencia porque no reúnen los requisitos para ello, pero igual desangran cada vez más al país.
Los diez eventos que más pérdidas dejaron en el país de 1988 al 2009.
Evento | Año | Pérdidas |
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Terremoto de Cinchona | 2009 | 405,8 |
Terremoto de Limón | 1991 | 243,9 |
Onda tropical | 2007 | 213,2 |
Huracán César | 1996 | 132,4 |
Lluvias intensas | 2005 | 124,5 |
ENOS (El Niño) | 1997 | 105,4 |
Huracán Mitch | 1998 | 105,2 |
Lluvias intensas | 2009 | 44,3 |
Huracán Joan | 1998 | 39,9 |
Tormenta tropical Alma | 2008 | 24,6 |