Unos $1.400 millones fue el valor que el país logró agregar localmente a los más de $5.500 millones exportados durante 2011 por las empresas instaladas en el régimen de zona franca.
Este 26,1% sitúa a Costa Rica justo en el promedio de los países centroamericanos. Pero en la comparación uno a uno, el país sale peor parado.
Honduras logra agregar localmente hasta un 35,9% del valor total de las exportaciones de maquila y zona franca. La cifra lo coloca a la cabeza de los demás países de la región; mientras que Panamá, con 7,1%, es el colero, según el estudio Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe elaborado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
El valor agregado por El Salvador representó un 28,9% (segundo en el área), mientras Nicaragua adicionó un 28% (tercero).
Empero, los mejores resultados de la región se quedan cortos al comprarlos con los de Uruguay. La nación suramericana aportó localmente un 61,2% del valor de las exportaciones de zona franca durante el año pasado.
Los datos revelan el éxito de la instauración de regímenes especiales como el de zona franca para insertar a las economías centroamericanas en la economía internacional.
En Costa Rica, las ventas al exterior de estas empresas representan un 53,5% del total. Su peso es también alto en Honduras (45,8%) y Nicaragua (43,6%).
También desnudan el avance marginal en la generación de encadenamientos productivos entre las empresas internacionales con operaciones en sus territorios y su industria local.
“En muchos casos la actividad no mantiene vínculos sólidos con la estructura productiva nacional, ya que la mayor parte de sus insumos proviene del exterior”, reza el estudio de la Cepal.
Se procuró obtener la reacción de Álvaro Valverde, director ejecutivo de la Asociación de Empresas de Zonas Francas de Costa Rica, pero no respondió al correo ni a las llamadas realizadas.
En Costa Rica, los insumos importados utilizados para generar las exportaciones de zonas franca sumaron $4.115 millones durante 2011, un 73,9% del valor total de estas ventas al exterior. En Uruguay, el país con mayor éxito en este campo, la cifra es de 28,8%.
A otro nivel
La posición poco ventajosa de Costa Rica con respecto a otros países del istmo en el aporte de valor local a las exportaciones de zona franca podría explicarse por las diferencias en el tipo de industria que se ha asentado en cada nación centroamericana.
La maquila textilera tiene fuerza en Honduras y Nicaragua; por ejemplo. Por su parte, Costa Rica ha perseguido la Inversión Extranjera Directa (IED) de empresas de tecnología e implementos médicos, entre otras.
El objetivo ha sido suplantar las operaciones de manufactura básica por manufactura avanzada con mejores salarios, pero que requiere de una mano de obra más capacitada. La meta a largo plazo es incentivar la innovación made in Costa Rica.
Cerrar negocios para proveer insumos a compañías especializadas como Saint Jude Medical, dedicada a la producción de válvulas para el corazón, o Intel sigue siendo un reto para el sector productivo local.
“Claramente, mientras mayor sea el contenido tecnológico de los productos que se manufacturen en el país, más compleja se vuelve la provisión local de insumos claves que deben cumplir con la calidad requerida por las compañía”, defendió Anabel González, ministra de Comercio Exterior (Comex).
Aunque en términos porcentuales el país se queda apenas en el promedio regional, en números absolutos sí logra despuntar.
Mientras el valor agregado por Costa Rica a sus exportaciones de zona franca sobrepasaron en 2011 los $1.400 millones, en Nicaragua rondó los $490 millones y el de El Salvador fue de $347 millones –el más bajo de la región–.
En mejor posición, se ubicaron Honduras con un aporte local de $1.182 millones, y Panamá con $1.072.
La misma sofisticación tecnológica de la producción en las zonas francas del país que reta a los encadenamientos, genera un mayor valor en términos absolutos.
Tarea pendiente
Explicaciones más, explicaciones menos, el estudio desnuda la tarea pendiente para el sector productivo del país.
Si Costa Rica desea verdaderamente convertirse en una economía que compita por conocimiento, y el camino que ha seleccionado es la transferencia de conocimiento de alta tecnología extranjeras; entonces el encadenamiento es vital.
Sumar localmente solo una cuarta parte del valor de las exportaciones de zona franca está lejos de resultados que obtienen economías suramericanas como Uruguay.
“Es indudable la importancia de continuar trabajando en la preparación de empresas proveedoras locales que suplan con calidad los insumos hoy importados. Esto es una de las claves para crear arraigo en las empresas que operan en zonas francas y mejorar la competitividad del país como sede para nuevas compañías que deseen instalarse”, concedió González.
Algún terreno se ha ganado en los 15 años desde que la llegada de Intel al país marcó el golpe de timón para la estrategia nacional.
Las compras locales de productos y servicios efectuadas por las empresas de zona franca alcanzaron el 31% de todas las compras realizadas por estas empresas en 2011, según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer). El monto más que duplica la cifra registrada en el 2007, de solo 14,9%.
Los avances no necesariamente han reducido los espacios de mejora para los esfuerzos gubernamentales.
“Los estudios existentes dan cuenta de encadenamientos de producto, no así de los procesos de aprendizaje y de formación de prácticas industriales”, opinó el economista Leiner Vargas.
El vaso está medio lleno. El éxito en atracción de empresas y en la contribución de las zonas francas a la diversificación de la oferta exportadora es importante.
Agregar valor localmente a esa producción, no solo ayudaría a liberarla de la etiqueta de maquila avanzada, sino que también terminaría de llenar el vaso.