Luisa Fernández tiene fama de ser una mujer de hierro, fiel creyente en otorgar a las zonas francas todos los beneficios posibles y dispuesta a competir con mercados –como Costa Rica– fuertes en atracción de inversiones.
Ella es la directora ejecutiva del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación en República Dominicana, una actividad que concentra a 588 empresas, permite 127.643 empleados y genera $5.117,2 millones.
La pretensión de Fernández es incrementar la seguridad jurídica para atraer más inversiones e incorporar actividades con mayor valor agregado.
La isla depende por mucho de la manufactura: calzado y textil; también del tabaco, servicios, joyería y concentrado de frutas.
“Somos el sétimo proveedor de pantalones a EE. UU. y el primero en hilo dental”, explicó.
Allá se coce, por ejemplo, toda la ropa interior de la marca Victoria’s Secret.
Contrariamente, el sector textil en Costa Rica se redujo a su mínima expresión y, en su lugar, han llegado inversiones con mayor valor agregado en sus procesos.
Gabriela Llobet, directora general de la Coalición de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde), reconoce que Dominicana es un mercado interesante para invertir en la agroindustria, en productos como lácteos, piña o yuca.
Las exportaciones actuales, dijo, se podrían traducir en inversiones directas allá.
Para ella, Costa Rica tiene opciones de convertirse en referente ( hub ) de abastecimiento regional.
Dominicana, agregó Llobet, intenta posicionarse en dos sectores coincidentes con Costa Rica: ciencias de la vida y servicios, particularmente, los call center .
Dos ejemplos de ello son Hospira y Baxter, presentes en ambos países pero con procesos de manufactura diferentes.
González reconoce que deben trabajar más en la capacitación del recurso humano, en lograr que la industria local se interese por encadenarse a las multinacionales y compitan con calidad y volumen, en sumar valor a la industria de dispositivos médicos tal y como sucedió con el ingreso de una planta de esterilización.
“Me niego a hacer promoción por sectores, de empresas que generan poco impacto social, prefiero aquellas cuyo impacto es mayor”, aseveró Fernández.
Llobet destaca que el recurso humano nacional es un activo fuerte; Cinde, las empresas y el Estado han logrado estructurar políticas para satisfacer necesidades de formación técnica.