Estuvo en ambos lados de la acera: cuatro veces en la curul (1970, 1982, 1990, 2002) y Ministerio de la Presidencia de 1991 a 1994. Rolando Laclé conoció bien los pasillos del poder costarricense, la forma de mover los hilos entre Zapote y Cuesta de Moras, así como con la oposición; vivió el ascenso del bipartidismo y su ocaso.
Hoy, desde su oficina de abogado, analiza el expediente de la parálisis de la política tica. Defiende al bipartidismo, pero admite que ya no es una realidad. Hay que adaptarse al multipartidismo, reinventar las fórmulas para la toma de decisiones.
Y sentencia que la única vía es lograr un acuerdo nacional. Desempolvar la negociación, desechar algunas prácticas que han convertido el diálogo en retórica, porque hay una amenaza real. “La democracia costarricense tal vez tiene su última oportunidad de demostrar que es eficiente”, advierte.
De 1949 a 1978, el promedio de fraccciones en la Asamblea fue de 4,3. Y de 1982 a 1994, fue de 4,75. Pero de 1998 a 2010 fue de 7. ¿Cómo obliga esto a replantear el diálogo en la Asamblea?
Obviamente, ha habido un cambio radical en la composición de la Asamblea Legislativa. Esto obliga a negociar más.
“Es el gran reto del próximo Gobierno, como conseguir con una fracción que seguramente será minoritaria, se aprueben sus proyectos importantes. Me parece que la clave estará en un presidente que entienda la necesidad de negociar, y en un ministro de la Presidencia con suficiente poder y capacidad de negociación”.
Se vislumbran fracciones con dirigentes de “peso pesado” como Antonio Álvarez en el PLN, Ottón Solís en el PAC, Otto Guevara en el Libertario. ¿Esto ayudará o complicará?
Evidentemente, la Asamblea tendrá en la cabeza de las fracciones dirigentes de más peso político e intelectual que lo que ha habido recientemente.
“Eso tendrá un efecto positivo, en tanto estos dirigentes estén interesados en lograr consensos, pero será más difícil si quieren tener posiciones destructivas. Si quieren ser excluyentes o parten de que todos los demás son corruptos, será muy difícil”.
En las últimas dos Asambleas, se tuvo 8 fracciones, la mayor cantidad desde 1949. A eso se debe sumar las fracturas al interior de las bancadas. ¿Qué condiciones debe tener el ministro de la Presidencia?
Esto de la fragmentación no es nuevo, es algo que se viene presentando en las fracciones desde hace algunos años y demuestra la poca cohesión ideológica, y en algunos casos, el poco cuidado en la escogencia de diputados.
“Así que se requiere de un ministro con experiencia política, mucha paciencia y poca prepotencia, con respaldo absoluto del presidente y capacidad para negociar, que respete otros grupos, pero fundamentalmente, que tengra palabra y la posibilidad de cumplir sus compromisos”.
También ha cambiado el espectro político, durante el bipartidismo había dos bandos, gobierno y oposición; ahora la oposición es más compleja...
No es solo la oposición, todos. La realidad es que hubo una gran división ideológica. En el bipartidismo tanto socialcristianos como demócrata-cristianos teníamos puntos comunes, ahora las diferencias son más profundas.
“El nuevo Presidente deberá entender que no podrá gobernar solo con su partido, deberá buscar un gabinete de unidad nacional, incluir en él dirigentes de otras filas. Esto trae consigo cosas traumáticas”.
La idea de un gobierno de unidad nacional ha sido lema de campaña de Johnny Araya. ¿Eso no dificultará que otras fuerzas adopten esta actitud, ganen o pierdan?
No lo creo. Aunque Araya lo dice, también se lo he escuchado a Otto Guevara, a Luis Guillermo Solís, a Rodolfo Piza, y José María Villalta ha insinuado que en algunos temas va a buscar consensos.
“El país debe entender que tener tanto tiempo de estar paralizados, de no hacer una gran obra que nos distinga, nos afecta a todos. A diferencia de otros, yo creo que el bipartidismo hizo mucho bien al país, con grandes reformas y conquistas a pesar de sus errores... pero eso desapareció y es una realidad política. Se requieren nuevos consensos”.
¿Y cómo lidiar con la posibilidad de que un solo diputado pueda vetar un acuerdo?
Es un símbolo de los nuevos tiempos, de lo que hablamos con la profundización de diferencias ideológicas, incluso con asuntos religiosos, que antes no eran un asunto que influenciara en la Asamblea.
“Pero no es algo con lo que se pueda seguir. La opinión pública y la prensa deben insistir en que la próxima administración sea exitosa. La democracia costarricense tal vez tiene su última oportunidad de demostrar que es eficiente. Si no es así, puede estar en peligro, si continúa la falta de definición. Hay experiencias cerca, de que cuando la gente pierde la fe, es capaz de cualquier locura”.
Cada vez pasa más que proyectos “estrella”, tras lograr un difícil aval legislativo, naufragan en la Sala IV ¿Negligencia en el trámite, mala planificación, exceso en Sala IV?
Hay dos cosas. Es evidente que en la Asamblea no se cuida el debido proceso como antes, a veces cuando se logra una mayoría en un tema, parece que se cree que se puede hacer lo que se quiere, y al final se estrellan con la Sala.
“Pero aunque soy un defensor de la Sala IV, a veces creo que se les pasa la mano, quieren legislar en lugar de vigilar el procedimiento. Debemos revisar estos dos campos”.
¿Se necesitan reformas a reglamento?
Hay aspectos que se deben revisar, debe haber un plazo para votar proyectos, revisar las consultas a la Sala IV que se usan para obstaculizar, y el tema del quórum. Y también debe analizarse la participación de los asesores legislativos, antes asesoraban, ahora a ratos parecen diputados. Hay leyes importantes que negocian y redactan los asesores, en lugar de 57 diputados, parece que hay 200 o 300.
¿La Asamblea perdió experiencia?
Sí, obviamente. No es la de antes, que llegaban dirigentes de peso y gran brillantez. Las últimas Asambleas no han tenido dirigencia de peso.
“Parte de esa responsabilidad es de los partidos, que abusaron de la democratización interna. Al buscar democratizar las diputaciones, se le terminó dando más peso al dinero, a quien organizaba las distritales.
“Yo lo combatí, pero se me acusó de elitista. Ahora, cada día me convenzo de que estaba en lo correcto”.
Un político avezado
Rolando Laclé fue uno de los referentes de la política bipartidista.
- En Cuesta de Moras: Estuvo en la curul de la oposición en 1970 y en 1982, ante las administraciones de José Figueres y Luis Alberto Monge; y fue diputado oficialista en 1990, con Rafael Ángel Calderon, y en 2002, con Abel Pacheco. En esta administración presidió la Asamblea Legislativa, ya en plena fase del multipartidismo.
- En Zapote: En 1991 dejó la curul para convertirse en el ministro de la Presidencia de Calderón, que enfrentaba una coyuntura turbulenta. Laclé contribuyó a apaciguar las aguas.
Fuente Archivo
En Detalle
Nombre: Rolando Laclé Castro.
Formación: Especialista en derecho corporativo y mercantil, banca y finanzas y comercio exterior.
Edad: 73 años.
Estado civil: Casado.
Trayectoria profesional: Fue ministro de la Presidencia y cuatro veces diputado.