Kathia Rojas es una de las veinte beneficiarias actuales de Transformarte, un emprendimiento social y una marca sombrilla para productos desarrollados por mujeres especialmente de Pavas comercializados en varias tiendas e incluso Pequeño Mundo.
La iniciativa sirve de plataforma también para que ellas inicien sus propios negocios.
“Transformarte me ha cambiado”, dice Kathia.
Ella vive en Aserrí. Su familia es oriunda de Tarrazú. En San José su madre, Aide Mena, se dedicaba a trabajos en el hogar y su padre, Rafael Angel Rojas, a la construcción.
Kathia hizo la primaria en la Escuela Manuel Hidalgo Mora en Aserrí y la secundaria en el Colegio Nocturno Justo A. Facio, en La Sabana.
Trabajó en una oficina de abogados como ayudante. Hacía el café, limpiaba y hasta les dictaba textos a los abogados cuando ellos preparaban algún escrito en sus computadoras.
Estuvo después cinco años haciendo costuras con una señora. Luego atendió la tienda de una asociación solidarista de una empresa ubicada en ese tiempo en Barrio Cuba.
Y posteriormente empezó a hacer costuras por cuenta propia y en su casa.
Trabajaba todo tipo de ropas. De hombre, de mujer, de niño. Lo que le encargaran. También hacía reparaciones. El dinero servía para cubrir los gastos de la casa.
Se casó en 1993 y tiene una hija, Camila, de dieciocho años de edad. Su esposo, Carlos Madrigal, es agente vendedor, también de forma independiente. La pandemia y el confinamiento hizo caer los ingresos de ambos.
“No podía hacer nada. Pasamos una situación muy difícil”, dice Kathia.
Fue cuando sus hermanas, Ivette y Kasey, le contaron de centro de capacitación en Pavas, donde podía aprender a fabricar productos de vinil, como bolsos y otros: Transformarte.
Kathia se acercó para probar. Le gustó y empezó a recibir ingresos. “Al principio me costó. Luego ya pude hacer un bolso bonito y completo”, confiesa ella.
Transformarte es una iniciativa del Centro de Capacitación para Mujeres, que pertenece a su vez al Proyecto Educativo Surí.
El objetivo es brindar formación integral para ser competitivas. También se les brinda apoyo y acompañamiento en diversas áreas como lo son: gestión empresarial, diseño, desarrollo y comercialización de sus productos.
El Centro facilita el espacio físico requerido para producción, así como el equipo necesario y los insumos.
“Es un cambio de vida”, afirma Gabriela Carazo, encargada de comunicación de Transformarte. Ella colabora con la iniciativa de forma voluntaria.
Gabriela había trabajado durante treinta años en diversas firmas de diferentes industrias. Estuvo en compañías como Krafts Foods, McDonald’s, Burger King, British American Tobacco y Philip Morris, entre otras. Siempre en el área de mercadeo.
Tuvo a cargo la gerencia de productos de higiene personal y aseo del hogar en Colgate Palmolive Costa Rica y en media crisis asiática a finales de los años noventas, la dirección de mercadeo de esa misma firma en Filipinas.
En Costa Rica estudió administración de negocios y luego hizo un posgrado en mercadeo en la Universidad de Maastricht, Holanda.
Actualmente tiene un emprendimiento llamado Terracota, a través del cual representa en Costa Rica a varias marcas colombianas de diseño y moda, todas lideradas por mujeres que potencian el trabajo artesanal y los recursos naturales.
“Me reinventé”, dice Gabriela.
En 2018 la llamaron de Surí para que les ayudara en el Centro de Capacitación con el proyecto Transformarte, que recién iniciaba.
Ella conocía muy bien tanto el Proyecto Educativo Surí, que surgió en 1964, así como el Centro, creado un año después.
Su madre, Teresita Alvarado, trabajó en Surí durante treinta años, primero como docente y luego como directora.
Gabriela conocía todas las vivencias de las estudiantes, de sus madres y, en general, de las mujeres de la zona de Pavas.
Muchas de ellas visitan en su casa a Teresita y cuando encuentran a Gabriela la recuerdan también. Siempre reconocen la ayuda que les brindó.
Surí había surgido con la transformación de Pavas de un área de producción cafetalera a una zona urbana e industrial. La transformación tiene un fuerte impacto en las familias.
Las madres buscaban alternativas de generación de ingresos.
El apoyo inicial fueron cursos de cocina, costura, belleza y otras actividades más allá de lo que era el trabajo del hogar, que llevan a la creación del Centro de Capacitación.
Ellas incluso le solicitaron a Surí brindar esos mismos cursos a sus hijas. Con el tiempo la formación varió.
Actualmente se incluyen habilidades blandas, tecnología e incluso inglés.
También se está incorporando la formación en cuidado de adultos mayores, pensando en cómo la población está envejeciendo y se van a requerir servicios y atención especial.
En promedio, cada año se gradúan 300 mujeres en el Centro de Capacitación.
Cuando llamaron a Gabriela, en Surí tenían una propuesta de Proquinal. Esta es una compañía ubicada en una zona franca de El Coyol. Produce y comercializa telas vinílicas y piso vinílico, entre otros.
Como le quedan siempre excedentes, hicieron la propuesta de donarlos. Con esos sobrantes se pueden producir diferentes tipos de artículos. Proquinal también aportó las máquinas industriales.
Así se ofrecen productos bajo el concepto de supra-reciclaje, se garantiza la calidad y resistencia. El concepto puede considerarse de economía circular.
El Centro de Capacitación de Surí organizó, entonces, un taller y la marca Transformate surgió de la fusión de dos palabras que son claves para la iniciativa: transformación y arte.
La iniciativa se dio a conocer hasta el presente año 2023 y obtuvo el primer lugar del concurso de BAC Credomatic de organizaciones de impacto social y ambiental, obteniendo $15.000.
El plan es utilizarlos en el proyecto de Transformarte Textil, específicamente en el acondicionamiento del taller de costura industrial y en capacitaciones.
La iniciativa se amplió con Transformarte Gastronomía, que ofrece productos para eventos y regalos de empresa. Aquí se cuenta con equipo industrial donado por el Club Rotario.
En el caso textil se inició con la producción de bolsos.
El catálogo actual incluye carteras o cartucheras, cosmetiqueras y agendas. Los precios oscilan entre los ¢3,500 y los ¢31,800.
También se pueden atender pedidos de uniformes, gabachas y delantales de tela para hospitales, clínicas y restaurantes, entre otros negocios.
Ya se dio un paso con un importante hospital privado al que se le suplió de batas y gabachas para enfermería.
La comercialización de productos y accesorios de vinil se realiza a través de ferias de emprendedores y en el Hotel La Sabana, Tienda Ramona, en la sede de Surí o a través de las redes sociales con la marca Transformate.
Se pueden adquirir también en las tiendas de Pequeño Mundo en San Pedro, Moravia, Guachipelín, San Joaquín, Liberia y Tres Ríos.
Para dar este paso se registró la marca y se obtuvo el código de barras.
Estar en Pequeño Mundo tiene un doble impacto. Por un lado, implica una compra directa de los productos. “No es por consignación”, explica Gabriela. “Son volúmenes importantes”.
Podría abrir las puertas de otras cadenas. “Todavía no me dan pelota”, dice Gabriela. Pero ella espera que otras compañías le abran las puertas y coloquen productos de Transformarte en sus anaqueles.
Las veinte emprendedoras pueden trabajar en las instalaciones de Transformarte y pueden hacer productos en sus casas, así como seguir con su pequeño negocio. Como Kathia con las costuras.
En el proceso se enfocan en confeccionar productos de calidad. “Les hemos cambiado el chip de que por pobres no nos van a comprar”, dice Gabriela. Los frutos de la iniciativa van más allá de los ingresos que se pueden generar directamente.
“Es gratificante ver cómo estas muchachas, cuando creen en ellas y cuando se les da oportunidades, las aprovechan. Son muchachas que ya tienen un futuro completamente diferente”, destaca Gabriela.
Ellas lo reconocen.
Kathia Rojas resalta el ambiente que ellas encuentran en la sede de Transformarte (“es muy tranquilo”), el trato, el compañerismo, la oportunidad de compartir (incluso sus problemas) y desahogarse, y las celebraciones.
También aprende de costos, atención al cliente, creación de productos y emprendimiento
“No sabía nada de eso”, afirma Kathia. “Gracias a la ayuda que nos dan, puedo salir adelante”.