En la conquista de un público internacional más conservador, la edición de verano 2014 de Fashion Rio -pasarela de la moda brasileña- mostró bikinis y trajes de baño enteros para todos los gustos, del mini al maxi, y piezas que pueden ser vestidas de día o de noche. "El bañador ganó aires más sofisticados y puede ser utilizado fuera de la playa, como body", explica Thomaz Azulay, director creativo de Blue Man, una de las marcas de moda de playa brasileña.
En un mercado competitivo, las marcas brasileñas buscan la innovación, tanto en estampas como en tejidos y metales, la diferencia para sobrevivir a la competencia. "Lo que admiramos es la forma como la brasileña usa el bikini y el orgullo que tiene de su cuerpo. Creo que eso dio a los diseñadores inspiración para crear y desarrollar un concepto más interesante, lo cual para nosotros es bastante admirable", elogió la editora de moda de la revista Harper's Bazaar argentina, Simona Martínez.
Alejandra Montaner, dueña de la tienda española del mismo nombre, visitó el Fashion Rio por negocios por segunda vez, y citó la caída de las piezas y el colorido de las estampas como calidades que la hacen interesarse por la moda de playa brasileña.
Al margen de Fasion Rio, una nueva marca carioca, Casa Mosquito, también presentó esta semana en la favela de Cantagalo, en Copacabana, su colección de verano -bikinis y sungas (traje de baño masculino) incluidos- en seda, malla leve y lino, en una paleta de colores camaleón, con verdes, amarillos, rojos y grises. La colección fue diseñada por ModaFusion, una asociación franco-brasileña, y fabricada artesanalmente por costureras de una favela de la zona oeste.
Con el objetivo de aumentar las exportaciones y asentar la imagen de las marcas nacionales, la Asociación Brasileña de Estilistas (Abest) lanzó en 2012 el grupo Beach Brasil, un proyecto que apunta a la internacionalización de 24 marcas de moda de playa asociadas. Acciones de publicidad, investigaciones y participación en eventos y ferias de negocios hacen que las empresas del grupo ganen fuerza para competir en el mercado externo. "Con la globalización, no podemos ser apenas una marca brasileña. Tenemos que ser una marca creada en Brasil y que habla con el mundo", dijo Azulay, de Blue Man.
Para Maria Isabel Fioravanti, socia de la marca Triya, las exportaciones de 5.000 piezas por año, representan 20% de la facturación. "Estamos con un showroom en Nueva York, un distribuidor en Japón, y participamos de ferias internacionales", contó Fioravanti.
El director de la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Confección (Abit), Fernando Pimentel, destaca las dificultades de Brasil para exportar. "La empresa brasileña no enfrenta sólo los competidores internacionales. Enfrenta, por ejemplo, al Estado chino, con subsidios considerados ilegales o pasibles de cuestionamiento en la OMC. También existen cuestiones que nos conciernen sólo a nosotros, como (falta de) infraestructura, (y elevadas) burocracia y carga tributaria", explicó. La moda de playa brasileña representó en 2012 una facturación de $1.900 millones, según Abit. Las exportaciones generaron $10,4 millones.
¿Y por qué el bikini puede tener un precio elevado en relación a otros ítems del vestuario, cuando es mucho más pequeño? "Es una pieza delicada, que pasa por varios procesos durante su fabricación. Además de eso, usamos estampas exclusivas y tejidos de la mejor calidad", explicó la socia de Triya. "El número de operaciones realizado en un bikini puede ser igual al de una pieza de seda. Y una marca de beachwear tiene la misma estructura de una marca de prêt-a-porter", concluyó el director de Blue Man.