
A pesar del alboroto que prevalece en Washington por la puerta giratoria en la Casa Blanca y las barricadas en Capitol Hill, Wall Street y el sector corporativo de Estados Unidos atraviesan un periodo alcista.
Esta desconexión se hizo evidente el 2 de agosto, cuando el promedio industrial Dow Jones superó los 22.000 puntos, un nuevo récord. Además, algunas inversiones seguras como las acciones de Apple, Caterpillar y U.S. Steel han registrado alzas importantes desde hace algunas semanas y se ubican por encima de los pronósticos de los analistas.
“El drama de Washington no nos afecta en absoluto”, afirmó Frank Sullivan, presidente de RPM International, un fabricante de recubrimientos y selladores especiales como Rust-Oleum que tiene su sede en Cleveland. “A nadie en la industria le importa quién habló con quién en Rusia”.
Sullivan aclaró qué puntos son importantes para ellos: aumentó la demanda global en industrias pesadas como la minera, la petrolera y la del gas; bajó el dólar, lo cual beneficia a los exportadores, y la nueva administración decidió aplicar menos normas.
La recuperación inicial del mercado de valores tras la victoria de Trump en noviembre –conocida con el sobrenombre de “Trump bump”– ocurrió debido al optimismo de los inversionistas ante la posibilidad de que las anheladas medidas de reforma fiscal y gasto en infraestructura se concretaran pronto.
Son contados los analistas que conservan ese optimismo, en especial porque el mes pasado los republicanos no lograron un acuerdo sobre cómo revocar la Ley de Atención Médica Asequible, tras años de promesas. Más bien, la simplificación del código fiscal y la inversión en caminos y puentes nuevos parecen más inciertas que nunca.
No obstante, el repunte del mercado no se basa en perspectivas políticas sino que cuenta con bases más firmes en el sector financiero.
Además del crecimiento económico continuo y la aplicación de menos leyes, otro aliciente para los inversionistas es la rienda suelta de los bancos centrales como la Reserva Federal, lo que ha ayudado a mantener las tasas de interés cerca del nivel más bajo de su historia. La inflación también continúa bajo control, e incluso los aumentos de precios en meses recientes se han mantenido por debajo de las cifras objetivo de la Reserva Federal.
Asimismo, los activos tradicionalmente seguros, como los bonos del gobierno, ofrecen rendimientos tan reducidos que los inversionistas tienen pocas opciones atractivas además de los valores, según Torsten Slok, director de Economía Internacional de Deutsche Bank.
“No importa cómo se observen las valuaciones, son altas”, indicó. “Sin embargo, el dinero va a los fondos de pensiones cada mes y es necesario invertirlo, así que ¿cuál sería mi motivación para invertirlo en bonos?”.
“Las empresas de Estados Unidos y Europa todavía inventan productos nuevos y encuentran opciones para que los procesos sean más eficientes”, señaló Slok. “No tiene ninguna relación con la esfera política mundial”.
Además, las empresas han generado buenas utilidades, el elemento fundamental que dicta el desempeño de los valores.
Este desempeño vigoroso se extiende desde el sector tecnológico hasta los restaurantes, como se observó el 2 de agosto en el alza de casi un 5% en las acciones de Apple, o la cifra récord que alcanzó McDonald’s el mes pasado. Ambos son parte del Dow Jones.
“El primer semestre del año ha registrado el mayor crecimiento en utilidades desde 2011”, subrayó Phil Orlando, director de Estrategia Bursátil de Federated Investors.
¿Una corrección a la vuelta?
De cualquier forma, muchos inversionistas de Wall Street que son alcistas a largo plazo, como Orlando, reconocen que el riesgo de una corrección del mercado de valores cada vez es mayor.
“Hemos tenido un periodo fabuloso desde las elecciones”, admitió. “Aun así, ¿podría preverse una bolsa de aire en los próximos meses? Por supuesto. Lo más probable es que el siguiente desplazamiento del 5% sea a la baja y no al alza”.
Los inversionistas también han expresado inquietud en cuanto a lo apacibles que han sido las negociaciones, lo cual es inusual, pues la volatilidad se desplomó hace poco a su nivel más bajo en dos décadas, y desde principios de 2016 Wall Street no ha hecho ninguna corrección, que por lo regular consiste en una reducción de por lo menos el diez por ciento. La recuperación actual alcanza su noveno año este verano, por lo que parece inevitable una recesión.
Pero por ahora, independientemente del rumbo que tome el mercado de valores, la mayoría de los parámetros económicos como las contrataciones, la confianza de los consumidores y los precios de la vivienda van en la dirección correcta.
Esas tendencias ya estaban marcadas desde antes de la toma de posesión de Trump, aunque en varios tuits esta semana este se adjudicó el crédito por el desempeño del mercado de valores y sus enormes ganancias. De cualquier forma, Sullivan aclaró que, aunque no votó por Trump, le daba crédito al presidente por la nueva actitud política de Washington hacia las empresas estadounidenses.
“Estoy a medio camino en Cleveland, y las pequeñas empresas ven hacia adelante en vez de ver por encima del hombro”, comentó Sullivan, quien es hermano mayor del senador Dan Sullivan, un republicano de Alaska.
“Cuando Washington cuida a las empresas y, sobre todo, no las perjudica, es impresionante lo que puede hacer la economía estadounidense”, dijo. “En la administración anterior, la regulación era tan sumamente estricta, que las empresas se sentían atacadas”.
Trump también puede lograr que haya menos leyes con solo una firma o mediante designaciones en dependencias como la Comisión de Bolsa y de Valores o la Reserva Federal, lo cual requiere confirmación pero no legislación.
Las acciones de los bancos, por ejemplo, se han ubicado entre las de mejor desempeño en Wall Street desde las elecciones, y quizá todo mejore: es posible que los legisladores pronto simplifiquen la regla Volcker de la Ley Dodd-Frank, que imponía restricciones a los bancos para hacer apuestas financieras con su propio capital.
Lo cierto es que el resplandor de Wall Street no puede durar para siempre. De acuerdo con la Encuesta de Finanzas del Consumidor más reciente realizada por la Reserva Federal, menos del 15% de los hogares estadounidenses poseen valores individuales y solo la mitad tiene alguna exposición al mercado, ya sea a través de fondos mutualistas o planes de retiro.
“Solo se benefician quienes tienen activos como valores y bienes inmuebles, y por eso la recuperación ha sido ligera”, afirmó Slok.
Las señales contradictorias entre los mercados y el mundo político no son un fenómeno aislado en Estados Unidos. “La mayoría de los inversionistas de Europa creen que Estados Unidos está mal, pero lo irónico es que la situación europea es similar”, comentó Slok.
Al igual que en Washington, según explicó Slok, en Bruselas y otras capitales ha imperado la incertidumbre en cuanto a temas importantes, como la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea, la carga económica que ocasiona la restrictiva legislación laboral del continente y los problemas fiscales de Grecia.
Los prospectos del mercado de valores no son claros, pero la perspectiva de Washington después del primer semestre de la administración de Trump es francamente pesimista.
Al comenzar el año, Trump prometió revocar y remplazar la Ley de Atención Médica Asequible, lograr la aprobación de la reforma más significativa al código fiscal desde 1986 y conseguir que el congreso autorizara leyes para reconstruir la infraestructura del país, que se desmorona. No ha conseguido ninguno de estos objetivos, ya que los republicanos no han logrado hacer el cambio de partido de oposición a partido en el gobierno.
A estas decepciones se suman las minas fiscales que el país está a punto de enfrentar, las cuales podrían cimbrar la economía si los republicanos y los demócratas no logran cooperar.
A más tardar a finales de septiembre, el Congreso debe alcanzar un acuerdo para eliminar el límite de endeudamiento y entregar al gobierno el presupuesto para el siguiente ejercicio fiscal. Los republicanos se mantienen divididos en cuanto a la posibilidad de establecer condiciones, como recortes al gasto, para elevar el límite legal de endeudamiento. Un enfrentamiento con los demócratas con respecto al financiamiento que solicitó Trump para el muro fronterizo podría provocar la suspensión parcial del gobierno.
La falta de avances solo ha provocado más críticas entre los republicanos. Sarah Huckabee Sanders, secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo: “Me parece que lo que obstaculiza los planes en materia legislativa es la incapacidad del congreso para aprobar las leyes”.
Continuar con el estancamiento podría resultar muy costoso. Las riesgosas negociaciones sobre el límite de endeudamiento y la suspensión del gobierno durante la administración de Obama sacudieron a los mercados y desaceleraron el crecimiento económico. Un análisis que realizó Standard & Poor’s tras la suspensión de 2013 reveló que durante ese periodo de 16 días la economía perdió $24.000 millones.
Trump ha citado el crecimiento de la economía y las buenas estadísticas de empleo como prueba de que su plan va por buen camino. En realidad, aunque los datos son alentadores, no han variado mucho con respecto a las cifras que utilizó cuando era candidato para argumentar que la situación de la economía era desesperada.
Aun así, era de esperarse que se mantuviera el alza del mercado mientras las utilidades fueran elevadas, explicó Laszlo Birinyi, un analista del mercado de valores con una larga trayectoria.
“Si bien en otras áreas la gente puede tener convicciones muy arraigadas, el mercado de valores se basa tan solo en dólares y centavos”, enfatizó.