Las tasas de interés de corto plazo se resisten a subir pese a la expectativa en el mercado de un eventual incremento.
Se trata de los rendimientos de los bonos con más volumen de negociación en el mercado secundario, los cuales se han mantenido relativamente estables o, incluso, más bajos entre el 1 de enero y el pasado 30 de abril.
Hablamos de bonos del Ministerio de Hacienda y del Banco Central de Costa Rica (BCCR) con vencimientos que no superan el 31 de diciembre del 2015.
Por ejemplo, un bono de Hacienda que vence en setiembre próximo, comenzó el año con un rendimiento de 5,6% y para el final de abril era de 5,3%.
Ese comportamiento también se puede ver en la curva de bonos públicos locales, en la que, incluso, las tasas a seis meses plazo ahora están más bajas que al inicio de año.
La expectativa del aumento de tasas ha venido alimentándose por lo que sucede dentro y fuera del país. Localmente, se espera que el déficit fiscal mantenga cierta presión sobre las necesidades de recursos de Hacienda y, en Estados Unidos, las autoridades económicas están reduciendo la política monetaria expansiva por lo que el costo del dinero aumentará.
Adicionalmente, el BCCR anunció el pasado 7 de mayo un aumento a uno de sus principales indicadores, la Tasa de Política Monetaria (TPM), que comenzó el año en 3,75% y ahora está en 5,25%. La medida tiene como objetivo lograr un encarecimiento del dinero para controlar la inflación de los meses recientes.
Sin cambios
¿Por qué las tasas de corto plazo se mantienen sin variación?
Se debe precisamente a que los inversionistas están a la espera de un aumento en los rendimientos y, por lo tanto, dejan su dinero en instrumentos con un vencimiento cercano a la espera de que se presente una mejor oportunidad para comprar un título con un mejor plazo e intereses.
Esa mayor cantidad de dinero estacionada hace que la demanda por instrumentos de una menor duración se mantenga alta y, por ende, los emisores no se ven en la necesidad de ofrecer un mayor premio por atraer interesados.
El argumento anterior es compartido por varios analistas financieros.
Vidal Villalobos, economista de Portfolio Advisory Group de Scotiabank, explicó que incluso ese comportamiento se ha trasladado a otros sitios como el mercado de dinero del BCCR y el de recompras en las Bolsa Nacional de Valores (BNV).
Sin embargo, Villalobos advirtió que, en días recientes, los bancos estatales han venido presionando más por recursos de corto plazo, lo cual puede interpretarse como una señal del inicio del proceso de ajuste.
Además, la Tasa Básica Pasiva ha tenido un incremento de 0,15 puntos porcentuales desde el pasado 10 abril y ahora se encuentra 6,80%. Este indicador incluye el costo que tienen las entidades del sistema financiero por dinero pactado entre 150 y 210 días.
Cuanto más tiempo pasan los rendimientos de corto plazo inmóviles, y con condiciones que apuntan a un aumento, el momento para su ajuste se acerca cada vez más.
La opinión de Carlos Beltrán, analista financiero del puesto de bolsa Mercado de Valores, es que el cambio ocurrirá este año.
“Es difícil de anticipar el plazo del ajuste, pero dada la urgencia para atender el problema inflacionario y el tema del déficit público, podríamos esperar ver un ajuste de aquí a que termine el año”, agregó.
Sin embargo, Mónica Ulate, gerente general interina de Popular Valores, agregó razones por las que eventualmente el mercado puede quedarse sin el ajuste al alza esperado.
Para ella, Hacienda ha logrado financiar su gasto sin presionar las tasas, la liquidez en colones sigue siendo razonable y la incertidumbre económica tiende a disminuir, aspectos que podrían motivar un simple traslado de los recursos hacia el largo plazo sin una alteración significativa de las tasas, siempre y cuando se mantenga la inflación controlada.
No obstante, Ulate también resaltó que para anticipar el camino que tomen los rendimientos, se debe observar lo que suceda con los precios, pues sobre esto se basa la tasa real.
La devaluación, junto con el aumento de los precios, pueden ocasionar que el premio por invertir en colones respecto a dólares se disminuya y, a su vez, que los inversionistas demanden un mayor rendimiento para mantener el poder adquisitivo de su dinero, lo que se traduciría en el esperado aumento de las tasas.
Impacto general
El movimiento que se espera es para todos los plazos, es decir, si hay incremento en los rendimientos, afectaría a los bonos con una duración de seis meses como a los que vencen dentro de diez años.
Lo anterior consiste en un desplazamiento de toda la curva de rendimientos hacia arriba, contrario a lo que ha pasado recientemente, cuando han aumentado con mayor claridad los instrumentos a más de 12 años.
“Es difícil cuantificar cuál podría ser el impacto sobre cada punto de la curva. Sin embargo, sí podemos prever un aumento generalizado sobre las tasas de corto como de largo plazo en los siguientes meses”, dijo Beltrán.
Para este analista, las condiciones económicas, como la inflación y las necesidades del Ministerio de Hacienda, hacen que las expectativas de aumento sean para todo los plazos.
Villalobos coincide con esa apreciación y recordó que en febrero pasado ya hubo un ajuste donde un título con vencimiento al 2022 subió su rendimiento de 9,35% a 10% y otro al 2023 también había sido ofrecido por Hacienda en el mercado primario también al 10% con una demanda considerable.
Cuando se observe una mayor cantidad de transacciones con títulos de largo plazo, significará que los inversionistas decidieron que el momento de mejores intereses llegó o, simplemente, se agotaron en la espera.