La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró este jueves 4 de abril los 75 años desde su fundación, con una ceremonia en Bruselas que incluyó un llamado a la unidad transatlántica, una de las principales preocupaciones de la alianza.
En la sede de la OTAN, en la capital belga, los ministros de Relaciones Exteriores de los 32 países pronunciaron breves discursos, cortaron un pastel y celebraron los logros de la poderosa alianza militar pero sin olvidar las amenazas que la acechan.
En su discurso por el aniversario, el secretario general de al alianza, el noruego Jens Stoltenberg, se refirió a una de esas preocupaciones, referida a un distanciamiento entre Europa y Estados Unidos en materia de Defensa y seguridad.
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"No creo en Estados Unidos en solitario, de la misma forma en que no creo en una Europa en solitario. Creo en Estados Unidos y Europa juntos en la OTAN, porque juntos somos más fuertes y estamos más seguros", dijo.
En su visión, Europa “precisa de Estados Unidos” para su seguridad.
Pero Estados Unidos, agregó Stoltenberg, "también precisa de Europa", porque los países europeos aportan "una vasta red de inteligencia y una influencia diplomática única, que amplifica el poderío estadounidense".
"A través de la OTAN, Estados Unidos tiene más amigos y más aliados que cualquier otro gran poder en el mundo", apuntó.
Un eventual retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense es una de las grandes incertidumbres que planean sobre la poderosa alianza militar, además de la prolongada guerra en Ucrania.
La guerra de Rusia contra Ucrania marcó un antes y un después para la OTAN, una organización que Stoltenberg definió como "la más poderosa, duradera y exitosa alianza de la historia".
Ese conflicto hizo que la OTAN dejara de lado sus divisiones, cerrara filas del lado de Ucrania, sumara dos países más al bloque (Suecia y Finlandia) y fortaleciera su flanco oriental, más próximo de Rusia.
Los países de la alianza ya han enviado a Kiev decenas de miles de millones de dólares en ayuda en equipos militares y armas.
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Sin embargo, el aporte de la OTAN, especialmente el proveniente de Estados Unidos, ha perdido impulso, lo que ha hecho que las fuerzas ucranianas se hayan colocado a la defensiva en el frente de combate.
Ante ese escenario, Stoltenberg impulsa la creación de un gigantesco fondo de 100.000 millones de euros (unos $108.000 millones) en los próximos cinco años para garantizar el apoyo a Ucrania.
Stoltenberg también presiona para que la OTAN como organización participe más directamente en la coordinación de las entregas de los equipos militares a las fuerzas ucranianas.
Carrera contra el reloj
La urgencia de Stoltenberg, dicen reservadamente funcionarios de la OTAN, obedece a dos aspectos esenciales.
De un lado, su mandato al frente de la alianza militar termina el 1.° de octubre. De otro está la incertidumbre que representa para la OTAN el eventual retorno de Trump a la Casa Blanca luego de las elecciones de noviembre.
Cuando era presidente, Trump desató una enorme crisis en la alianza militar por cuestionar abiertamente a aquellos países que no estaban al día en sus aportes financieros y gastos en defensa.
En su nueva campaña a la Casa Blanca, Trump volvió a provocar estremecimientos en capitales europeas al afirmar que alentaría a Rusia a hacer "lo que le dé la gana" con los países que no inviertan lo acordado en defensa.
Esas palabras se consideraron un ataque directo al pilar central en el que sea basa la alianza transatlántica: la cláusula de defensa recíproca de sus miembros si uno de sus integrantes es atacado.
En respuesta, la alianza militar se apresuró a iniciar una fuerte campaña para que los países miembros inviertan al menos el 2% de sus respectivos PIB en defensa.
Si en 2014 apenas tres países de la OTAN alcanzaban ese nivel de gasto militar, la alianza espera cerrar este año con por lo menos 20 países en esa situación.
El jefe de la diplomacia británica, David Cameron, dijo el miércoles que “la mejor manera de prepararse para las elecciones estadounidense, en cualquier resultado”, es hacer que “todos gastemos más del 2% del PIB en defensa”.