Esta semana se celebró la cuarta edición del festival internacional de cine y el público acudió masivamente a la invitación.
La noche del lunes se proyectaron dos películas centroamericanas simultáneamente: la guatemalteca Ixcanul , de Jayro Bustamante y el documental salvadoreño El cuarto de los huesos , de Marcela Zamora. 950 personas llenaron el cine Magaly y el Teatro de la Aduana y unas 50 más se quedaron fuera.
Igual sucedió con la mesa de debate Actores profesionales frente a naturales en la que de manera horizontal, discutieron realizadores centroamericanos, con invitados de Francia, Uruguay o México y en la cual la discusión se prolongó por más de dos horas.
Todas las presentaciones o charlas estuvieron acompañadas por moderadores, profesionales del audiovisual nacional, por lo que el nivel de discusión o de profundidad en los temas fue mucho mayor.
La programación fue de un altísimo nivel. Algunas de las películas son posibles competidoras para el premio Oscar a mejor película extranjera o nominadas al Premio Goya.
Este año, el festival cambió el nombre de San José, Paz con la tierra , título que aludía a lo ambiental, a Costa Rica Festival Internacional de Cine y, por primera vez, contó con un director artístico, Marcelo Quesada, que le dio un sello claro.
Quesada optó por presentar una mayoría de cine independiente. Pudimos ver películas de China, Irán, Hungría o la India, hasta filmes más cercanos de Brasil, Argentina, o Centroamérica; todas películas a las que difícilmente tendríamos acceso en una sala de cine comercial.
El festival logró su objetivo: mostrar un cine sin maquillaje, sin falso glamour . Un cine posible que dialogó con el nuestro, y con los que lo hacen posible. Un festival-encuentro para el crecimiento de nuestro propio audiovisual.