Las copas anchas o que hacen juego con el vino y tener la copa en la mano al servirse hacen que uno se vierta más cantidad.
Así lo determinaron Doug Walker, Laura Smarandescu y Brian Wansink en un experimento realizado con 73 estudiantes mayores de 21 años.
Los participantes fueron llevados a diferentes estaciones y se les pidió a verterse “una porción normal de vino”. En cada una de los estands, los investigadores de la Universidad de Cornell modificaron las señales ambientales para medir sus efectos en cuánto se servían los jóvenes.
Se utilizan tres tipos de copas de vino (grande, ancha y estándar) y de diferentes colores (para ver si contrastaban o no con el líquido). También utilizaron diferentes tamaños de estación y les pidieron en algunas ocasiones sostener ellos la copa y en otras, servirse sin levantarla de la mesa.
De acuerdo con los resultados dados a conocer en el sitio del Laboratorio de Comidas y Marcas de esa universidad, cuando las copas eran más anchas, los participantes se vertieron 11,9% del vino; cuando ellos sostenían su copa en la mano, se sirvieron 12,2% más y cuando el contraste era grande (vino tinto en una copa transparente en comparación con vino blanco en una copa igual), 9,2% más.
“Estar consciente de las señales que impactan el vertido de vino puede ayudar a los bebedores a controlar su ingesta”, dicen los investigadores.
Por eso, recomiendan escoger copas estrechas y de un color similar al vino y no levantarlas de la mesa al servirse.