No cabe duda de que las micros, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) tienen un fuerte impacto en la economía de cualquier nación.
En Costa Rica, a diciembre del 2009, un 98,1% de las empresas privadas se catalogaron como Mipymes, juntas contrataron el 49% de la fuerza laboral del sector privado y en el 2008 ejecutaron el 14% de las exportaciones totales del país.
La realidad es que el modelo de apertura comercial que ha promovido Costa Rica en los últimos años acarrea para los líderes de estas empresas el reto de mantenerse en un ambiente de mayor competencia.
Sin dejar de lado los elementos tradicionales, se presentan aquí tres aspectos complementarios que los líderes de las Mipymes deben promover para aumentar su potencial.
Pensamiento estratégico
Las Mipymes pueden ser un simple espectador del proceso de apertura comercial y arriesgarse a desaparecer o cambiar la receta y aprender a manejarse de forma estratégica. De una forma sencilla pero bien justificada, los líderes de estas firmas deberían tener claro cuál es su negocio, quién es su cliente y cuáles sus necesidades, qué quieren llegar a ser en el futuro y cuál modelo de trabajo seguirán para alcanzarlo. La respuesta a estas preguntas les dará mayor posibilidad de tomar decisiones adecuadas y no desenfocarse en situaciones emergentes.
Una estrategia adecuada debe estar complementada por herramientas administrativas para el control de la operación, pero no debe caerse en el error de considerar dichas herramientas administrativas como sustituto de una buena estrategia.
Formación de redes
Una empresa aislada tiene pocas posibilidades de influir en el medio en que se desenvuelve. Sin embargo, cuando las empresas se unen mediante redes de diversos orígenes como cámaras, asociaciones o grupos relacionados por actividad o localidad se les facilita alcanzar objetivos comunes.
Las Mipymes deben aumentar su participación en este tipo de redes si desean mejorar sus condiciones, ya que muchos programas de apoyo que brinda el Estado, las ONG, u otro tipo de organizaciones, son más fácilmente captados por grupos que demuestran su capacidad de organizarse. Adicionalmente, algunas decisiones a nivel nacional relacionadas con legislación, tratados internacionales o regulación de precios, son consultadas primero con organizaciones facilitando la participación en la toma de decisiones.
Son enormes las ventajas de agruparse, pero se requiere de un cambio de mentalidad para trabajar en conjunto con empresas que podrían incluso ser competidores.
Autocontrol y estándares
Un número cada vez mayor de Mipymes tienen la responsabilidad de cumplir estándares derivados de requisitos legales o de encadenamientos productivos con empresas de mayor tamaño. A pesar de su importancia legal y comercial, las limitaciones para contar con el personal técnico adecuado y el acceso a recursos les imposibilita a estas empresas la implementación de sistemas formales de calidad. Como alternativa, las Mipymes pueden trabajar en los niveles más básicos de estandarización mediante la herramienta del autocontrol, la cual implica la creación de capacidades internas para la determinación de controles de proceso, monitoreo y establecimiento de medidas correctivas cuando se requiera (un sistema de calidad sencillo).
El autocontrol representa un enorme beneficio para las Mipymes pues aumenta sustancialmente su competitividad sin recurrir a grandes inversiones, permite que la implementación se lleve a un ritmo controlado y genera paulatinamente el cambio cultural que requieren los sistemas de calidad. La clave del autocontrol es el compromiso de la empresa y el apoyo externo para la creación de capacidades.
Finalmente, es fundamental que los líderes de nuestras Mipymes equilibren sus actividades diarias con aquellas que traerán beneficios a largo plazo para la empresa como las expuestas, ya que estas últimas son las que le permitirán aumentar la posibilidad futura de mantener un crecimiento sostenido en el mercado.