Se juega fuera de fechas FIFA, lo que hace que sea disruptivo para los torneos locales.
Usar en este torneo la selección “B” afecta la economía de los equipos, tanto de los que aportan sus estrellas al “rejuntado patrio” como los que tienen la mala suerte de recibir a los equipos grandes mientras no tienen su equipo completo y ven afectadas sus taquillas.
También afecta los resultados deportivos de los equipos y crea el riesgo de no clasificar para equipos grandes, que mal que bien sostienen la economía de nuestro fútbol.
Uncaf es el único torneo del mundo con siete equipos –seis esta vez– en que cinco ganan el premio: clasificar a otro torneo disruptivo de las vacaciones y el descanso de nuestros jugadores más importantes: la Copa de Oro. O sea es un torneo que determina cuál es el peor equipo –normalmente los dos peores– de Centroamérica y que tienen la suerte de quedar fuera de otro torneo mediocre, que normalmente también se juega con “equipos B”.
En el caso de Costa Rica, esta versión ha servido además para hacer el ridículo de solo ganarle al más malo: Belice; para afectar la confianza de jugadores importantes en nuestro torneo o en ruta a probar suerte en el extranjero; para que se cuestione a un entrenador que hasta ahora se había ganado el respaldo de la afición y los medios, y para determinar que Angulo, Segura y Ortiz deben estar en la eliminatoria.
Viendo el rendimiento de estos muchachos en el último semestre, ¿había que hacer todo esto para invitarlos a donde siempre debieron estar? Esto sin contar que jugadores “ya de eliminatoria” han visto afectada la confianza que se les tenía: Venegas, Azofeifa y Guzmán.
El otro resultado ha sido aumentar la confianza de Honduras y Panamá –rivales en la eliminatoria– de que nos pueden ganar…
El torneo de Uncaf debe desaparecer. Es demasiado costo para resultados tan malos. La clasificación a la Copa de Oro se puede hacer en otra forma. Fedefútbol, propóngalo a Uncaf y Concacaf, ¡pero ya!