Como adultos responsables es nuestra aspiración dejarle a nuestros hijos un mejor país. Pero, ¿qué significa que el país sea mejor?
La respuesta pasa por cuatro temas principales:
1) Sostenibilidad: que la siguiente generación tenga acceso a una plataforma de recursos naturales, sobre todo críticos –agua, bosques, recursos marinos, tierras fértiles y energía– que les permita seguir creciendo en términos de bienestar.
2) Prosperidad: el país debe contar con una fuerza laboral educada y capaz de renovarse constantemente; infraestructura logística, de conectividad y energética; trámites expeditos y acceso a financiamiento que les permita mantener un ritmo de crecimiento económico superior al promedio mundial y regional.
3) Progreso social: las políticas sociales deben garantizar la satisfacción de las necesidades básicas –nutrición, acceso a salud básica, agua y saneamiento, techo digno y seguridad personal–; asegurar la infraestructura e instrumentos que permiten a cada familia y comunidad mejorar su calidad de vida –educación básica y secundaria, acceso a información y comunicaciones, salud avanzada y recreación, y una plataforma suficiente de recursos naturales–, y un ambiente que propicie que cada ciudadano tenga la oportunidad de alcanzar su pleno potencial –derechos individuales, tolerancia e inclusión, libertad de escoger un estilo de vida y acceso a educación técnica y profesional–.
4) Gobernabilidad: un país con una visión compartida de su futuro, donde las decisiones se toman con base en principios democráticos, respetuosos de las mayorías, los sectores –Estado, empresas y sociedad civil organizada– se relacionan y realizan sus transacciones con transparencia; en que la instituciones son fuertes y están alineadas con la visión del país y en que el contrato social propicia que se gobierne para el bienestar de las mayorías y de los más débiles.
Eso debemos dejarle a la siguiente generación.