El jueves 27 de febrero presenté la charla La palanca social en el evento TEDxPuraVida 2014, organizado por el Club de Investigación Tecnológica y realizado en el Auditorio Nacional.
En ella cité a uno de mis grandes mentores, Stephan Schmidheiny: “No hay organizaciones exitosas en sociedades fracasadas”.
Extendí esta idea de dos maneras: en primer lugar hoy, en la era de la globalización, todos somos una sola sociedad planetaria.
En segundo lugar lo extendí al decir que nadie —ni organizaciones ni individuos— puede sentirse exitoso cuando a nuestro alrededor se viven guerras por recursos, se incrementa la desigualdad social, colapsan sistemas de gobierno y la corrupción parece avanzar cada día.
Definí dos tipos de fracasos sociales: uno es aquel que por nuestros excesos de consumo, pasividad ante el cambio, falta de solidaridad y egoísmo individual y nacional nos encamina al colapso.
El segundo es aquel que por inercia política —nacional e internacional— y social —cultura, religión, discriminación— no permite aprovechar todo el potencial de cada nación y ambiente.
Cité a Arquímedes quien dijera “denme una palanca y moveré el mundo”, y manifesté que para cambiar el mundo se necesita un visionario que establezca un objetivo superior y una gran palanca, que yo definí como una “palanca social”: el conjunto de talentos, conocimientos y voluntades que por medio de acción colectiva cambian el orbe.
Expliqué que en mi experiencia las “palancas sociales” y la acción colectiva se integran por medio de la unión de fortalezas individuales —que todos tenemos y podemos aportar— por medio de confianza mutua (impulsada por transparencia), productividad (eliminando toda entropía y desperdicio) y desprendimiento (anteponiendo el bien común al individual).
Una propuesta que está basada en mi experiencia real en docenas de proyectos a nivel nacional, regional y global.