El fútbol es una empresa y requiere ser administrada eficientemente como tal. Eso implica, en primer lugar, que debe tenerse conciencia de que es una organización como cualquier otra, que no está por encima del bien y el mal y que, por tanto, debe administrarse adecuadamente para tener éxito, crecer, fortalecerse, crear valor y, sobre todo, que perdure en el tiempo.
El director es como cualquier otro gerente de empresa que debe imprimir su mejor estilo de liderazgo, asegurando alcanzar los objetivos y el apego consistente en la estrategia o derrotero fijado. Eso implica que el líder debe asegurar la mejor calidad de espectáculo para satisfacer la demanda de sus fans (clientes) lograr aumento de la participación de mercado (crecer en seguidores), lograr lealtad e identificación con el club y, sobre todo, exceder las expectativas de sus fans.
Para ello, debe lograr lo que cualquier empresa exitosa se propone, tener a los mejores colaboradores (jugadores, cuerpo técnico, personal de apoyo) y desarrollar estrellas a todo nivel, ya que al final son estos los que crean el éxito.
La buena administración financiera y la eficiencia son elementos clave para garantizar el financiamiento de las operaciones. Si no son eficientes, no generan utilidades y sin estas no se puede tener a los mejores jugadores, y sin estos no hay espectáculo y sin espectáculo no hay negocio. Es un círculo vicioso que hay gestionar adecuadamente.
Este editorial nos refresca las ideas en visualizar a los clubes deportivos en su dimensión como empresa, que ofrece un producto, que genera riqueza a la sociedad, que genera empleo y que esperamos su funcionamiento sea estable en el tiempo.