Efectivamente, hay retos para el Sistema Judicial, algunos ya no están en el plano teórico, sino en proceso de ejecución y deben convertirse en buenas prácticas, como la oralidad y la transparencia.
La oralidad como instrumento para alcanzar la comunicación entre las partes en el proceso, requerirá en el futuro, importantes ajustes; no hay duda de que este instrumento marca la ruta ideal para mejorar la calidad del proceso, aunque plantea serios interrogantes en el recargo de las agendas para el señalamiento de los debates que requiere las diversas etapas del proceso. En algunas ocasiones, como ha ocurrido en el proceso penal, la oralidad ha propiciado una mayor celeridad, pero surgen serias disfuncionalidades en relación con la programación de las audiencias que requieren las diversas etapas del proceso. En algunas ocasiones son los sujetos intervinientes, los que por diversos motivos, retrasan la celebración de la audiencia, lo que provoca la paralización de los procesos. Este es un reto que es crucial en el proceso penal y en el contencioso administrativo.
Examen aparte requiere la formación de los abogados que pretenden ingresar a la carrera judicial o fiscal.
La ruta trazada en la presidencia del magistrado Luis Paulino Mora es rica en proyectos y asegura el progreso del Poder Judicial, pero los temas mencionados permiten observar mejor algunas de las dificultades que enfrenta un sistema de justicia que no puede ignorar los retos que plantea el progreso y el deterioro de la sociedad. Es importante evaluar cuándo la intervención judicial asegura desarrollo y cuándo es un remiendo que no resuelve satisfactoriamente las deficiencias de un desarrollo humano deficiente.