Opinión

Enamorados de un pueblo rural

Hacer bien a otros y participar en proyectos con la comunidad, transforma vidas, ciudades y países

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Con gran esfuerzo y deudas, se lanzaron a la aventura de comprar un terreno con una humilde casa de madera y piso de concreto lujado, en el poblado rural de Bajo Lagunas, Turrubares. En aquel tiempo, a pesar de estar atravesado por varios ríos, no había un solo puente y algunas casas no tenían electricidad. Para abastecerse de víveres sus pobladores debían salir “por dentro” hacia Orotina, cruzando a pie el caudaloso río Turrubares, donde muchos arriesgaban y no pocos murieron en invierno arrastrados por la corriente. Y luego, kilómetros de polvazal. Aun hoy no tienen servicio de bus, prueba de su remotidad.








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