El manejo del talento humano cambió para las empresas con la crisis sanitaria mundial; muchas ya aplicaban el teletrabajo, algunas lo hacían solo con una parte del personal— porque no todos los puestos les parecían aptos para teletrabajar— y otras no se animaban a implementar esta modalidad laboral; sin embargo, ante la inminente necesidad de velar por la salud de todos, la única alternativa, o al menos la correcta, fue modificar la dinámica de trabajo para que las personas pudieran seguir laborando desde sus hogares, de una forma segura y productiva.
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El teletrabajo tiene múltiples beneficios, algunos de sobra conocidos, gracias a los promotores de esta modalidad laboral que llevan años hablando de sus virtudes; por ejemplo, la mejora en la calidad de vida de las personas, permitiendo que aprovechen mejor las horas que tardan en desplazarse a sus oficinas (conciliación entre vida laboral y personal), la disminución del costo de trasladarse, el aumento en la productividad, así como el grado de independencia sobre las tareas asignadas, ofreciendo flexibilidad de horario e incrementando las posibilidades de desarrollarse personalmente.
Los beneficios también permean a las empresas que pueden hacer un mejor aprovechamiento del espacio físico de sus oficinas, disminuir costos de servicios públicos como electricidad y agua, y, por supuesto, contar con personas más felices lo que se refleja en la productividad y alcance de objetivos.
Y el tercer beneficiado somos todos, sí, porque disminuye la congestión vial, se reduce el consumo de combustibles, lo que se traduce en menos contaminación, y además, con el teletrabajo se ofrecen más posibilidades de inclusión laboral para grupos vulnerables, entre otros.
Este nuevo esquema implica ajustes en el liderazgo de los equipos, no solo porque ahora no estamos todos trabajando en un mismo lugar, sino porque la crisis sanitaria genera incertidumbre, miedo, insomnio, desconcentración, entre otras alteraciones que deben ser reconocidas y abordadas de una forma empática, para el bienestar de las personas con las que trabajamos y finalmente, de la empresa.
El valor del encuentro
Los líderes del nuevo normal deben ser personas hábiles para trabajar por objetivos y permitir que sus equipos se desarrollen bajo ese esquema.
Una jefatura desconfiada, que solo se siente segura sabiendo cada movimiento de sus colaboradores, aún cuando las tareas que les delega se encuentran al día, no promueve una dinámica de crecimiento nunca y mucho menos cuando se está en teletrabajo en medio de una crisis sanitaria mundial, que ha incrementado el nivel de estrés para muchas personas. Hay que asignar objetivos, fechas de entrega y permitir que la persona ajuste su horario para cumplir con ellos.
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También es importante mantener los encuentros uno a uno de forma virtual, pero no solo para abordar temas de trabajo sino también para permitir conversaciones que se tenían antes, laborando todos en un mismo lugar. Que importante conocer cómo se encuentran nuestros colaboradores, cómo están llevando este proceso, no debemos perder de vista la importancia de estar cerca como equipo y de mantener activos los programas de bienestar que las compañías han desarrollado.
El bienestar se debe mantener y hay que adaptarse a la nueva normalidad mediante formas creativas. Por suerte, la tecnología nos permite acortar las distancias y compartir con nuestros equipos. Las empresas tienen la posibilidad de implementar clases en línea de relajación para apoyarlos a todos a lidear con el estrés.
Si se tenía un plan de ejercicios en la oficina, podemos adaptar las clases de zumba o yoga a sesiones virtuales e incluso implementar nuevos espacios, que nos permitan apoyar a los colaboradores en temas actuales de especial interés como el manejo de finanzas en tiempos de crisis, así como espacios para abordar la importancia de la salud mental en estos momentos más que nunca.
Poco a poco, iremos retornando a la normalidad y las oficinas se irán llenando de gente por etapas; mientras tanto, tenemos que aprovechar las ventajas tecnológicas que nos permiten seguir trabajando en equipo pero a la distancia, y promoveer una cultura organizacional que fomente el crecimiento de todos los individuos, no solo como profesionales sino también como seres humanos.