Opinión

Los puertos, un problema de nunca acabar

Editorial | Los problemas que enfrenta el puerto de Caldera son ahora mucho más graves que los de Moín. La falta de infraestructura, la burocracia, los tiempos de espera y un colapso en los patios y puestos de atraque han llevado a una congestión que impacta la productividad y competitividad de Costa Rica.

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Para cualquier país los puertos son de vital importancia por muchas razones. En primer lugar, son fundamentales para el comercio internacional, ya que facilitan y potencian la importación de materias primas y la exportación de productos terminados, permitiendo el intercambio comercial entre diferentes naciones y regiones, así como el aprovechamiento de las oportunidades de negocios en el mundo entero. Esa importancia es todavía más relevante cuando se trata de un país pequeño como el nuestro, cuyo crecimiento y bienestar dependen pesadamente del comercio exterior. Además, los puertos marítimos son importantes generadores de empleo en las ciudades donde se ubican, proporcionando trabajo para miles de personas en áreas como la logística, distribución y manufactura. No por casualidad las ciudades en donde operan los puertos en casi todo el planeta han dado siempre muestras de mayor prosperidad y desarrollo si se les compara con otras regiones. No es el caso en nuestro país.








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