Ante el aluvión de comentarios sobre el proceso de internacionalización de mercados con que se enfrentan la mayoría de las empresas, hay dos posturas básicas, radicalmente distintas. Simplificando, podrían caracterizarse del siguiente modo:
a) Para poder ser eficiente, hay que competir a nivel internacional. En consecuencia, o las empresas se lanzan al exterior, o serán barridas por empresas externas.
b) Las empresas externas no preocupan. La empresa nacional conoce el mercado mucho mejor que las extranjeras.
Ambas posturas son, evidentemente, defendibles. Pero también es evidente que ambas no pueden ser ciertas simultáneamente para la misma empresa. Se debe analizar en qué casos debe prevalecer cada opinión.
La primera postura está obviamente basada en consideraciones de economías de escala. Para ello se debe recordar el concepto de tamaño mínimo eficiente: es aquel tamaño a partir del cual ya no hay más economías de escala. Toda empresa que esté por debajo del tamaño mínimo eficiente corre el riesgo de tener una desventaja en costos frente a otra con más volumen, con lo que su posición competitiva (si no está protegida por una fuerte diferenciación) se verá comprometida en algún momento.
Si el tamaño mínimo eficiente es muy alto respecto al total del mercado nacional, es casi seguro que se darán lugar empresas multinacionales, pues, para poder ser competitivas, deberán tener un tamaño que las haga “salirse” de los límites de un mercado nacional determinado.
Como ejemplo, se puede observar el caso de los altísimos costos de desarrollo de un modelo nuevo de automóvil. Esos costos solo pueden ser amortizados si se venden carros en varios mercados nacionales, pues no hay ningún mercado (excepto el de Estados Unidos y, quizás, el japonés) que pueda absorber suficientes ventas. Si el tamaño mínimo eficiente de una empresa automovilística es, en estos momentos, de un millón de unidades, y un mercado en particular que fabrica automóviles llega con dificultad a esa cifra, no puede decirse que ese mercado es puramente nacional. Evidentemente, lo anterior solo es cierto con una condición: que esa economía en particular que fabrica automóviles esté abierta a importaciones de automóviles de otros países.
Rol del libre comercio
Puede ocurrir que un gobierno imposibilite esas importaciones, por lo que una empresa puramente local sí sería viable, al carecer de competencia exterior, aunque no llegue al tamaño mínimo eficiente.
El inconveniente es que, por definición, sus costos serán muy superiores a los que podrían ser: esta es la razón por la que, en general, una política de libre comercio incrementa la riqueza de los ciudadanos de un país, al ofrecer, entre muchos elementos, precios más bajos, aunque plantee dificultades a algunas empresas concretas.
El análisis precedente explica la conveniencia de exportar desde un país a otro, pero nada dice de un tipo muy característico de multinacionales: aquellas que tienen fábricas en los distintos países en que venden sus productos.
En este caso, el argumento de que el tamaño mínimo eficiente de las fábricas es superior al del mercado nacional no funciona, pues cada mercado nacional se atiende con su propia fábrica. En estas empresas la ventaja está posiblemente en la obtención de economías de escala en actividades de la cadena de valor previas aún a la fabricación: investigación y desarrollo, diseño de productos, habilidad de gestión, etc.
Por tanto, la primera postura frente a la internacionalización, se basa, en la creencia de que las ventajas a obtener de un tamaño superior que desborda al mercado puramente local superan los inconvenientes. La segunda postura se basa en la suposición contraria.
Como en las decisiones de ámbito empresarial y de ámbito de producto, las decisiones de ámbito territorial se deben tomar considerando cuál configuración ayuda más a obtener una ventaja competitiva sostenible, teniendo en cuenta algunas de las principales razones, fundamentalmente de costos, que pueden hacer inclinar la decisión en un sentido local o en otro más internacional.
En cualquier caso y respecto al tema de integración y libre comercio, también caben consideraciones de diferenciación que se pueden y deben analizar, pero ante todo no olvidar que para un país pequeño y en desarrollo como Costa Rica, no existe otra opción para el crecimiento económico que profundizar su integración con la economía mundial.
Mediante el libre comercio se pueden desarrollar sectores productivos dinámicos y capaces de competir a escala internacional.