BernardoAlfaro
La banca es uno de los negocios más regulados y supervisados en el mundo. Sobran las razones para esto: trabaja con los recursos depositados por los ahorrantes, es clave para el desarrollo económico (canaliza recursos a los productores y consumidores), transmiten la política monetaria que dicta el ente emisor al fijar las tasas de interés activas y pasivas, y provee servicios indispensables para la población.
El indicador más utilizado para medir la salud bancaria ha sido, desde hace ya varias décadas, la adecuación de capital. Esto es la relación del capital de cada banco, con respecto a los riesgos que asume. Es decir, con un mayor capital, un banco está en mejor capacidad de afrontar los potenciales riesgos: de crédito, de mercado, operativos, cambiarios, de reputación, etc.
En un entorno de fuerte crecimiento económico la demanda de crédito suele ser vigorosa. En Costa Rica, hemos tenido aumentos en el crédito al sector privado que en los últimos ocho años van desde 3% en 2009 hasta 39% en 2007, para un incremento promedio de 18% entre 2006 y 2013.
En la medida en que un banco pretenda colocar crédito, al menos al mismo ritmo que crecen los préstamos concedidos por todo el sistema bancario, el riesgo de crédito –que suele ser el más relevante– se incrementará aproximadamente en esa misma velocidad.
En tal caso, para mantener una adecuación de capital estable y creciente, un banco está obligado a contar con un capital que crezca a mayor velocidad que los riesgos; es decir, su capital debe crecer más rápido que el saldo de sus colocaciones crediticias.
Caso complejo
Esto obliga a los bancos a explorar vías para hacer crecer el capital. En un banco privado, los propietarios o accionistas pueden realizar aportes patrimoniales y contribuir a fortalecer la adecuación de capital, pero en la banca estatal la situación es más compleja. El gobierno de Costa Rica –con sus congojas fiscales– difícilmente estará en capacidad de brindar esos aportes. Por consiguiente, el mecanismo con que cuentan los bancos estatales para tener capital y hacerlo crecer al ritmo requerido, es la generación de utilidades.
Sin embargo, ¿qué porción de las utilidades está realmente disponible para incrementar el capital? Resulta que un banco estatal contribuye a la sociedad con los cargos parafiscales:
• De las utilidades: 10% se destina al Infocoop, 5% a Conape, 3% a la Comisión Nacionl de Emergencías (CNE), y 5% al Régimen de Invalidez y Muerte (IVM) de la CCSS (que se incrementará gradualmente hasta alcanzar un 15%).
• Además, en el caso del Banco Nacional, en promedio, un 10% se ha destinado los últimos 12 años, al Impuesto de Renta.
Lo anterior significa que solamente un 67% de las utilidades, en promedio, se destinan finalmente a fortalecer el capital de un banco estatal.
Para el caso del Banco Nacional, entre 2002 y 2013 se desembolsaron más de ¢40.000 millones en impuesto de renta, casi ¢36.000 millones al Infocoop, cerca de ¢22.000 millones a Conape y Finade, casi ¢10.000 millones a la CNE, y poco más de ¢1.000 millones se giraron al IVM como primer aporte en el 2013.
Dado que el entorno bancario costarricense es muy competitivo y, por ende, las tasas de interés no pueden aumentarse de manera antojadiza hasta que permitan obtener un margen suficiente para incrementar utilidades, la banca estatal enfrenta el gran reto de incrementar su eficiencia en la medida de lo posible, amén de cuidar cada colón de utilidades que genere, para poder apalancarlo y así brindarle nuevos créditos a los productores nacionales.