En los últimos años hemos disfrutado de una gran cantidad de estudios tanto históricos como científicos sobre el surgimiento de la lengua, oral y escrita, y su determinante impacto en la evolución de la humanidad, su crecimiento cognitivo y sus posibilidades de lograr mayor desarrollo y bienestar. Destaca el libro como reservorio de la palabra y del conocimiento, en sus distintas versiones a través de los siglos, el cual probó tener una enorme resistencia a los embates del tiempo, garantizando la memoria de nuestras civilizaciones y del conocimiento acumulado, junto, claro está, a la gran reserva que el cerebro de las personas ha representado y que se ha compartido con esmero con cada nueva generación mediante la conversación, las canciones y las historias.
Esto viene a mi mente mientras paso por un capítulo más de selección y reducción de mi ya disminuida biblioteca personal, resultado de la necesidad de viajar por la vida cada vez más ligera de equipaje, y de confiar en que se cuenta con una biblioteca virtual monstruosa en el ciberespacio.
Pero no puedo evitar angustiarme ante las cada vez más frecuentes amenazas de manipulación de esas fuentes digitales de información, que pueden ser alteradas y borradas con relativa facilidad; sumado a la particular fragilidad de la realidad virtual ante el tiempo y las inevitables catástrofes que han acompañado siempre a la humanidad, y al empobrecimiento del lenguaje y la memoria que empiezan a mostrar las nuevas generaciones digitales. ¿Me pregunto si estará em peligro nuestra historia y con ello nuestro futuro?
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.