El Plan Nacional de Desarrollo 2015-2018 (PND) se sustenta en tres pilares fundamentales: impulso del crecimiento económico y generación de empleos de calidad, el combate a la pobreza y reducción de la desigualdad, y un gobierno abierto y transparente, eficiente, en contra la corrupción.
Postula que el modelo de desarrollo económico seguido en los últimos 30 años –exitoso en el aumento y diversificación de las exportaciones, el fomento del turismo, el desarrollo de alta tecnología y los servicios e incrementos de Inversión Extranjera Directa– requiere promover un estilo de desarrollo cimentado en la equidad, la inclusión social, el conocimiento, la innovación y el desarrollo sostenible, generador de mayor valor agregado, empleos de calidad y encadenamientos productivos entre los sectores exportador y mercado interno.
Así, el PND se alinea con el vigésimo informe del Estado de la Nación: el modelo produjo resultados paradójicos en tanto la modernización productiva fue acompañada por la desconexión entre capacidades, oportunidades y resultados, lo que generó más desigualdad, incremento de la pobreza, deficiencias en mercados laborales y más conservación con mayor insostenibilidad ambiental.
Para el PND, el desafío en la agricultura nacional es incrementar la productividad, mejorando la tecnología utilizada por los productores, con alianzas estratégicas entre las instituciones del sector, la academia y las empresas.
Urge a formular un plan nacional de investigación y transferencia en tecnología agropecuaria para mitigar los efectos del cambio climático, el uso eficiente de energía, agua, suelos y biodiversidad, aumentando los rendimientos, reduciendo costos de producción y logrando mayores ingresos, especialmente para las pymes.
Ahí está también el gran desafío de política pública en ciencia y tecnología: fortalecer las instituciones encargadas, que actualmente son débiles y están desintegradas.