La razón por la que Christiana se involucró en temas climáticos “medía cinco centímetros de largo, tenía una coloración dorada con anaranjado fluorescente y vivía en el bosque nuboso de Monteverde” ( La Nación , 19 dic. 2015).
El sapo dorado, la emblemática especie que despertó el interés de Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, es hoy considerada extinta, o al menos cercana a ello, y el bosque nuboso de Monteverde en el que vivía cambió a un bosque lluvioso estacional, todo producto del cambio climático.
El que una costarricense encabece esa importantísima secretaría es motivo de orgullo para el país. Pero además, que gracias a sus habilidades políticas haya logrado dirigir a 195 gobiernos hacia un acuerdo trascendental e histórico sobre la reducción de emisiones de carbono causantes del cambio climático, es algo que todo el planeta debe reconocer y agradecer. Por esta razón la prestigiosa revista Nature designó a Figueres como personaje del año, junto a nueve científicos destacados en diferentes campos de la ciencia.
Volviendo a Christiana y a lo que la llevó a involucrarse en esa compleja tarea que tiene en sus manos, en palabras suyas, el haber conocido el sapo dorado en su hábitat natural para enterarse luego de su desaparición fue un despertar para ella.
Esto la motivó a dedicar su vida a la lucha contra el cambio climático, cuyo objetivo conlleva la conservación de la naturaleza y que los humanos tengamos una relación armoniosa con ella.
He aquí la importancia de tener conciencia de que las extinciones son para siempre. Esas especies que se extinguen no las veremos más, ni tampoco nuestros hijos ni las futuras generaciones. Esa conciencia está íntimamente ligada al conocimiento que tengamos de la naturaleza, a que aprendamos a amarla, lo que a su vez nos motivará a conservarla y a entender que nuestra vida depende de ella.