Imagínese una etiqueta inteligente que se torne amarrilla cuando las condiciones de la carne o pollo, que está a punto de comprar en el supermercado, no es apta para su salud.
Esta etiqueta captaría cuando un producto ha desarrollado una cantidad de bacterias superior al permitido para el consumo humano, porque no ha sido refrigerado adecuadamente.
Una marca le indicaría a las empresas si el distribuidor hace un buen manejo de la mercancía y le ahorraría dinero por cambios que no corresponden.
La idea no es cosa de ciencia ficción, sino un proyecto de desarrollo en el Laboratorio de Nanotecnología del Instituto Tecnológico (TEC) que estaría en el mercado en febrero.
La iniciativa es una muestra del trabajo que el TEC realiza para transferir tecnología al sector privado, en este caso, a la empresa tica Etipres, que fabrica etiquetas de uso especializado. La compañía nacional espera hacer la diferencia en el mercado internacional con la creación de la etiqueta inteligente.
Detrás del proyecto está el ingenio de la investigadora Sindy Chaves, quien es profesora de la escuela de Medicina de la Universidad de Reno, Nevada, en Estados Unidos.
Ella regresó al país como profesora invitada del TEC para trabajar en el laboratorio donde se diseña y producen estructuras a una escala equivalente a una millonésima parte de un milímetro.
Ingenio tico
La idea de crear una etiqueta inteligente estaba en la lista de pendientes del TEC.
Empero, el proyecto dio un salto cuantitativo al involucrar el conocimiento desarrollado por Sindy Chaves durante su estudio de doctorado.
Esta microbióloga diseñó una técnica que permite detectar proteínas mediante una prueba similar a la utilizada por las mujeres en casa para averiguar si están embarazadas. El uso original de la prueba es para identificar la presencia de las proteínas que libera un hongo desarrollado por personas con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Esta es aplicada en un plan piloto en África para combatir la enfermedad.
“La ventaja de esta técnica es que tiene un costo inferior a un dólar”, dijo Sindy Chaves.
La investigadora explicó que modificó la técnica para usarla como el componente de la etiqueta que mide la cantidad de bacterias que tiene un producto alimenticio. Para hacer el cambio, utilizó el microscopio de transmisión electrónica que tiene el TEC. Se trata de un microscopio gigante que utiliza un potente haz de electrones que atraviesan objetos diminutos y los hacen visibles al ojo humano.
“Lo que logramos es que la etiqueta tome color amarillo cuando las bacterias presentes (en la carne) sobrepasan cierto límite. Ahora estamos adecuando los niveles de bacterias a los estándares de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA)”, comentó.
Juan Chaves, director del Laboratorio de Nanotecnología, comentó que se conversa con la Caja Costarrricense de Seguros Socialo para crear etiquetas similar para el manejo de sueros y vacunas,
Por su parte, Manuel Grinspan, gerente de Etipres, comentó que las etiquetas inteligentes ayudarán al consumidor en su desición de compra y a las empresas en el manejo de las redes de frío. Con ello, el mercado tendrá un indicador certero de inocuidad. La empresa evalúa también utilizarla en el área médica.
Estímulo al ingenio
Integración: El Laboratorio de Nanotecnología del TEC reúne a las Escuelas de Ingeniería Electrónica, Química, Física y Biología y el Área Académica del Doctorado en Ciencias Naturales para el Desarrollo. Abrió sus puertas en el 2010.
Objetivo: Fomentar la investigación, e innovación en Nanotecnología junto con la industria.
Alta tecnología: Cuenta con equipos de última generación, como un microscopio de transmisión electrónica que representa la inversión más alta realizada por el TEC en su historia, con un valor de $800.000.
Fuente TEC.