Ottón Solís, la OCDE y los inocentes

Ninguna de estas organizaciones burocráticas internacionales contribuye al bienestar ni puede hacerlo

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El pueblo costarricense peca de inocente cuando se indigna con el nombramiento de Ottón Solís como representante de Costa Rica ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El objetivo fundamental de la OCDE, el BCIE, el Banco Mundial, el FMI, el BID, etc., y de todos estos organismos internacionales financiados con impuestos es crear plazas bien pagadas para repartirlos como pago de favor político. En este sentido, da igual si nombran a cualquier bombeta como representante de Costa Rica ante cualquier organismo internacional porque lo que importa es la piñata que implica el puesto.

En el caso de la OCDE, un inocente llega a creer que esta entidad realiza una gran labor de asesoría en políticas públicas cuando la verdad, en el mejor de los casos, no hacen más que descubrir el agua tibia y reiterar lo que se encuentra en cualquier texto de pregrado de Economía. Ejemplo de ello lo encontramos cuando la OCDE afirma que Costa Rica es cara por falta de competencia en los mercados.

La membresía anual para que nos digan lo que ya sabemos le costará al contribuyente unos 1,8 millones de euros (alrededor de ₡1.360 millones). Además, los contribuyentes debemos pagar, durante los primeros cuatro años de membresía, 1 millón de euros (unos ₡754 millones) al año adicionales por concepto de un cargo transitorio.

Por otra parte, la OCDE, despilfarra recursos porque duplica funciones al brindar estadísticas económicas y sociales que ya otras entidades ofrecen. En el peor de los casos, sus recomendaciones, como en materia tributaria y ambiental, parecen olvidar las enseñanzas de la caída del muro de Berlín que nos dicen que no funcionan las propuestas que implican intervención gubernamental.

Desde que iniciaron las restricciones sanitarias bajo el pretexto de la COVID-19, los gobiernos han reiterado hasta el cansancio “quédate en casa” y promueven el trabajo desde el hogar. ¿Por qué el gobierno de Costa Rica no plantea tal política con su embajador ante la OCDE con el fin de bajar costos?

Ninguna de estas organizaciones burocráticas internacionales contribuye al bienestar ni puede hacerlo. Todo lo contrario, al financiarse con impuestos, todas estas entidades representan una carga tributaria adicional al sector productivo y, por ende, un claro obstáculo al desarrollo económico y social.

Si estas instituciones generaran algún valor, no tendrían necesidad de financiarse con impuestos. Es decir, contribuye menos al bienestar un funcionario de estas organizaciones internacionales, que un vendedor ambulante que se gana la vida con el sudor de su frente ofreciendo sus productos bajo sol y lluvia y que no vive de tributos.

En política no hay sorpresas sino sorprendidos. Los inocentes se sorprenden con el nombramiento de Ottón Solís cuando en realidad era algo de esperarse. ¿A quién podrían nombrar en vez de Ottón Solís? ¿A Epsy Campbell? ¿A Camilo Saldarriaga? Recordemos que el cargo público es una piñata del partido político de turno en el poder y la elección del representante de Costa Rica ante la OCDE, o cualquier otro organismo internacional, debe verse de esa manera.

Es ridículo que los diputados hayan aprobado el ingreso de Costa Rica ante la OCDE y que luego se indignen ante la designación de una persona predecible para ocupar el cargo como embajador ante tal organización.

Lo que debe causar indignación no es tanto el nombramiento de Ottón Solís como embajador ante la OCDE, sino el ingreso mismo de Costa Rica a la OCDE, la carga tributaria que esto significará para el contribuyente y la existencia misma de esta entidad burocrática.