Abriendo los ojos de las políticas públicas, ¿Qué queremos para las mipymes?

Lo que quiero para ellas es que todas tengan las mismas oportunidades

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No hay nada peor para la política que las buenas intenciones. Todos queremos lo mejor para nuestros países, y en ese deseo, vemos las cosas como las queremos ver y no como son en realidad. Por eso es importante tener claro lo que queremos para las mipymes, porque sobre ello es que podemos construir una política visionaria, pero sobre todo, con respaldo.

Mucha gente habla de las mipymes dinámicas y de las de subsistencia. Y que hay que apoyar a las primeras porque son las que tienen mayores posibilidades. Yo creo en las mipymes. Sin apellidos. Una persona que es capaz de poner su dinero, su patrimonio en una aventura empresarial, que va a trabajar más de 40 horas a la semana por un ingreso incierto, de la cual dependen familias enteras, no es una persona común. Por eso el apellido no importa (dinámico o de subsistencia).

Lo que quiero para ellas es que todas tengan las mismas oportunidades; no importa si eres un doctor o no tuviste estudios formales, si tu idea es revolucionaria o si lo tuyo es convencional. Las mismas oportunidades significa acceso; acceso a un mecanismo rápido, simple y barato para formalizar tu negocio. Acceso al capital cuando el tuyo no sea suficiente. Acceso a la formación cuando te das cuenta que hay muchas cosas que no sabes, o que no estás haciendo bien. Lo demás depende de ellos. No es necesario ponerlos en una incubadora para que crezcan rodeados de cuidados y que luego cuando salgan al mundo real no puedan con la tarea, o bien que nunca quieran salir de la incubadora que les brinda la protección que ellos mismos no pueden construirse.

¿Qué se puede hacer para lograrlo? Mucho. Hagámosle simple formalizarse, no porque lo quieran hacer, sino porque cuando lo necesiten, el mecanismo sea simple. Todos necesitan recursos, pero no regalados. Si justos, a plazos amplios, y no con tasas de usura. Necesitan capacitarse y capacitar a su equipo. Pero primero ellos, para que comprendan la complejidad del mundo al que se enfrentan. Para que aprendan a entender por qué hacen lo que hacen, a buscar al mejor equipo, a tratar a sus clientes (internos y externos), a negociar. Para que vean el mundo más allá de su barrio o su ciudad, para tener ambición (en el buen sentido, la que nos hacer ser mejores), y que comprendan que ser un empresario es una labor tan necesaria como un maestro o un policía. No porque genere empleo, sino porque crea oportunidades.

Hay un juego de roles entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil. El rol del Estado es hacerle fácil la vida a la empresa, con controles pero sin hostigamiento. Trámites simples, impuestos justos, políticas orientadas al crecimiento. Cuando las economías crecen, las mipymes también lo hacen, mejoran su situación y generan más empleo, ingresos y efecto multiplicador.

El sector privado debe acostumbrarse a competir, a ser honesto con los consumidores, transparente con el Estado, eficiente e innovador. Lo último es lo que le garantizara el crecimiento sostenido.

La sociedad civil debe conocer sus derechos y deberes, debe generar conocimiento y difundirlo (para que las empresas lo tomen), debe articular iniciativas públicas-privadas y debe consumir de manera racional y moderada. Solo así las cuentas de empresas, estado e individuos estarán balanceadas. No siempre se necesita dinero o privilegios. Solo oportunidades.