Costa Rica es uno de los países con más rápido envejecimiento en América Latina, pero lo hace con buenos estándares

Costa Rica destaca en calidad de vida y protección social de los adultos mayores pero presenta brechas y tiene retos por delante en materia fiscal y de pensiones

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Costa Rica envejece de forma acelerada, pero lo hace con relativamente buenos estándares para América Latina y el Caribe en cuanto a calidad de vida y protección social de las personas mayores de 65 años.

No obstante, como en todas las sociedades que se enfrentan a este fenómeno, una mayor edad en su población coloca al país en una encrucijada, con desafíos para el futuro, y expone algunas brechas del presente.

El envejecimiento de los costarricenses parece irremediable. Aunque algunos factores pueden incidir en ralentizar este proceso, ninguno parece que tendrá un impacto suficiente para desviar la brújula.

Ritmo acelerado

Costa Rica tiene uno de los ritmos de envejecimiento más acelerados de América Latina y el Caribe, de acuerdo a un estudio publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en junio de este año.

Para 2040, la quinta parte de la población costarricense superará los 65 años y será el cuarto país en llegar a ese umbral, tras Uruguay, Chile y Barbados. Sin embargo, el brinco del 10% al 20% le tomará 24 años, el tiempo más corto del subcontinente que comparte con Brasil, Nicaragua y Honduras.

A Barbados, por ejemplo, que será el primero en que su población mayor llegue al 20%, le tomó medio siglo llenar ese intervalo; 67 años a Uruguay y 62 pasarán en Argentina, según proyecta el BID.

Envejecimiento acelerado

Costa Rica tiene uno de los ritmos de envejecimiento más acelerados en la región. Al país le tomará 24 años saltar del 10% al 20% de la población con más de 65 años.

FUENTE: BID    || INFOGRAFÍA / EF.

Lo anterior significa que, aunque Costa Rica llegó de sexto al 10%, se adelantará para llegar al 20%. Haití, Bolivia y Surinam serán los últimos en traspasar ese porcentaje.

Los datos del BID van en sintonía con las proyecciones que tienen entidades nacionales. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) calcula que alrededor del 2040 el grupo de mayores de 65 años será más grande que el de menores de 15, mientras el Centro Centroamericano de Población (CCP) de la Universidad de Costa Rica prevé que para 2050 ese grupo etario se multiplique por tres.

La tasa de fecundidad es la clave del fenómeno. Este concepto se refiere a la cantidad de hijos nacidos por mujer. Cuando disminuye la población joven aumenta la proporción de la población mayor con respecto al total, algo que está pasando en Costa Rica.

“Esas proyecciones que presenta el BID incluso están subestimadas porque el descenso de la fecundidad en Costa Rica ha sido más acelerado de lo que pronosticamos”, comentó Gilbert Brenes, investigador del CCP.

Las estimaciones de esta tasa se cumplieron hasta 2015, pero a partir de ese año la realidad dio un remezón a los cálculos, explicó Olga Araya, coordinadora de Estadísticas Demográficas del INEC.

La tasa, que se creía iba a permanecer constante entre 1,7 y 1,8, descendió abruptamente y llegó a 1,3 en 2021, lo que significa que se registró casi medio hijo menos por mujer que lo proyectado.

“Sí hay un cambio en la realidad nacional”, reconoció Araya. Algunos estudios indican que esa reducción de la tasa se traducirá en 100.000 a 150.000 personas menos de lo que se calculó.

La esperanza de vida cada vez mayor –aunque la pandemia la hizo retroceder ligeramente– y una menor llegada de migrantes jóvenes, contrario a lo que sucedió en los años 90 e inicios de los 2000, inciden en moldear el envejecimiento en Costa Rica.

El BID menciona que no solo hay diferencias entre países, sino también dentro de ellos. Sin embargo, el tema necesita ser estudiado con más profundidad.

Brenes mencionó que el CCP ha observado que existen cantones con un envejecimiento más rápido, especialmente aquellos con desarrollo humano alto como Escazú, Belén o Santo Domingo, y también los de la península de Nicoya, en la llamada blue zone.

Por el contrario, algunos cantones fronterizos presentan una cuota de población joven aún numerosa, que se mantendrá así por algunos años más.

Araya comparte la hipótesis de que la transición demográfica está diferenciada dentro del país, pero el INEC esperará los resultados del censo 2022 para recalibrar sus estimaciones y empezar un estudio más profundo sobre los procesos de envejecimiento ya sea por región o por provincia.

Envejecimiento saludable

A pesar del acelerado ritmo, los datos exponen que los costarricenses están envejeciendo de forma saludable en comparación con el vecindario latinoamericano.

En el índice de calidad de vida de las personas mayores que presenta el BID, Costa Rica aparece en el quinto puesto de la región. Pero, a diferencia de los precedentes, los hombres tienen una mejor calidad de vida que las mujeres, una primera brecha de este proceso.

Envejecimiento con calidad de vida

Costa Rica ofrece la quinta mejor calidad de vida para las personas mayores, pero este indicador es mejor en hombres que en mujeres, a diferencia de los primeros cuatro países.

FUENTE: BID    || INFOGRAFÍA / EF.

Además, también despunta en la protección social, un indicador que combina la cobertura y calidad de las pensiones, los servicios de salud y la atención a la dependencia de las personas mayores. Costa Rica está de cuarto en este índice que, al cruzarse con el anterior, coloca al país entre los primeros.

Indicadores positivos

En la correlación entre calidad de vida y protección social, Costa Rica se ubica entre los primeros lugares de la región.

FUENTE: BID    || INFOGRAFÍA / EF.

La calidad y el acceso a la salud, así como la prevención y tratamiento de afecciones como enfermedades renales y cardíacas son otros puntos a favor. Además, Costa Rica aparece con uno de los porcentajes más altos de trabajadores que aportan a los planes de pensión: un 65% frente al promedio regional de 42%.

“Costa Rica desarrolló políticas públicas en el pasado que están ayudando a que las personas adultas mayores tengan un nivel de bienestar con más ventajas que en otros países”, acotó Brenes.

Entre esas políticas están la universalización de los servicios de salud, reformas del sector salud o medidas antitabaco. Más recientemente, las redes de cuido significaron un buen comienzo, aunque su cobertura debe ampliarse junto con un fortalecimiento del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam).

A finales de octubre, el Gobierno envió a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para aglutinar al Conapam con el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y otras entidades para formar el Instituto de Desarrollo Humano e Inclusión Social.

Otras medidas del presente auguran más salud en el futuro. Por ejemplo, se espera que la vacunación contra el virus del papiloma en niñas de 10 años reduzca la prevalencia de cáncer de cérvix en las décadas venideras.

En cuanto a los ingresos, el dato tiene luces y sombras. Aunque el BID indica que en Costa Rica casi la mitad de los adultos mayores son de ingreso medio y alto, la otra mitad está en estado de vulnerabilidad, pobreza o pobreza extrema. Un 20% en esta última categoría.

Pero equilibrar esa balanza no es el único desafío que el envejecimiento impone al país.

Desafíos en varios frentes

A medida que las personas envejecen, la pensión se convierte en la principal fuente de ingresos, por lo que garantizar su continuidad y desarrollar sistemas con más cobertura son dos primeros desafíos en este rubro. Al menos un tercio de los adultos mayores ticos no cotizó para su jubilación, por lo que reciben cero colones.

La sostenibilidad del sistema de pensiones es una de las grandes presiones que provoca el envejecimiento acelerado, lo que pone de manifiesto la necesidad de equilibrar el gasto público de forma que beneficie a las distintas generaciones, según el BID.

Las proyecciones de la Superintendencia de Pensiones (Supén) del 2018 –que no consideran el efecto pandemia– estiman que habrá 1,5 trabajadores por pensionado en el régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) al final del siglo. Esa relación, conocida como razón de soporte, se ubicó en 4,61 para febrero de 2021.

El IVM es el sistema de pensiones más importante del país, con más de 1,3 millones de cotizantes y unos 318.000 beneficiarios.

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Otros estudios tampoco son halagüeños. Los cálculos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) del 2020 prevén que ese régimen enfrentará déficit operacional para el 2030 y el agotamiento del fondo de reserva siete años después. No obstante, la previsión podría variar de acuerdo a la recuperación pospandemia.

El banco regional estima que las pensiones y el gasto en atención médica tendrán que ajustarse considerablemente en la región. “Las tensiones entre la sostenibilidad fiscal y la social serán una fuerza central en la elaboración de políticas”, dice el informe.

Un paso en ese sentido en Costa Rica fue la aprobación de la reforma a pensiones que entrará a regir en 2024. La edad de jubilación se mantiene en 65 años para ambos sexos, pero se elimina la pensión anticipada para los hombres. En las mujeres el beneficio se mantiene, pero la edad para anticipar el retiro se eleva de 59 años y 11 meses, con 450 cuotas, a 63 años con 405 cuotas.

En el caso de los hombres, actualmente pueden jubilarse a los 61 años y 11 meses, con 462 cuotas. Sin embargo, a partir de 2024 se pensionarán a los 65 años con, al menos, 300 cuotas.

En Costa Rica, el gasto en servicios de salud (tanto públicos como privados, para todas las edades), servicios de atención a la dependencia de larga duración y pensiones se incrementará en 10 puntos porcentuales del PIB, uno de los aumentos más grandes del subcontinente.

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El escenario más complejo al que se enfrentan los Estados es tener que aumentar la cobertura de estos servicios, mejorar la calidad y reducir costos. Todo a la misma vez.

Dos falencias de Costa Rica son también la brecha en la cobertura de las pensiones contributivas entre hombres y mujeres y, por otro lado, un tratamiento deficiente de la enfermedad renal crónica.

Algo positivo es que el país, a diferencia de otros, cuenta con herramientas estadísticas para identificar cuántas personas mayores dependen del cuido de otras, a través del INEC. Ese porcentaje es del 16,6% en Costa Rica.

Para Araya, el país debería estar aprovechando lo que queda del bono demográfico para invertir en educación y mejorar los salarios, previendo que la población económicamente activa (PEA) se reducirá.

Para financiar las transferencias del futuro, un camino es optimizar la inversión de los fondos de pensiones en actividades productivas para generar más rendimientos. Otro aspecto que podría aliviar estos sistemas es la incorporación de las mujeres al mercado laboral para generar más ingresos por impuestos y cargas sociales.

Otros países han tomado diversas medidas. Canadá amplió la edad de jubilación hasta los 70 años, pero los ibéricos se están adaptando mejor a este proceso de envejecimiento. España y Portugal tienen planes nacionales y locales para promover la participación política de personas mayores.

Países asiáticos como Singapur o Taiwán ofrecen otras políticas interesantes. Anticipando una ola de soledad de adultos mayores, están creando incentivos para hijos y jóvenes para que puedan acompañar a los adultos mayores. Esto incluye subsidios, flexibilización de jornadas laborales y facilidades de transporte.

En Costa Rica, la Asociación Gerontológica Costarricense (Ageco) es uno de los actores que trabaja en este campo. La Asociación recibe recursos del Estado destinados al desarrollo de programas que promueven un proceso de envejecimiento digno y productivo.

Actualmente tiene vigentes cuatro programas de incidencia política, formación y recreación para cientos de adultos mayores en el territorio nacional.

Futuros moldeadores

El envejecimiento de los costarricenses parece no tener vuelta atrás. Las medidas o fenómenos que podrían retrasar este proceso son complejas o están envueltas en la incertidumbre.

Algunos países europeos han apostado por políticas natalistas, como subsidios económicos para promover que las parejas tengan hijos. Brenes considera que estas medidas han sido inefectivas y ve poca viabilidad para su aplicación en el país o la región.

Araya, por su parte, mantiene cierta esperanza en la migración. América Latina vive un proceso de migración interna y, a su paso por Costa Rica, una parte de los migrantes decide quedarse en el país.

Dar facilidades de asentamiento a migrantes jóvenes es una decisión difícil de implementar y, hasta cierto punto, impopular, pero surge como una alternativa para sostener los sistemas de salud y pensiones a futuro.

La recuperación económica podría animar la procreación de niños, pero también entran en juego otros factores como las oportunidades, el cuido o el propio deseo de las parejas a tener hijos.

Más que revertir el envejecimiento, Costa Rica parece destinada a invertir para dar una vida digna a sus actuales y futuros adultos mayores.

Una América Latina longeva

Los latinoamericanos y caribeños viven hoy más tiempo y con mejor salud que nunca antes. La esperanza de vida promedio pasó de 29 años en 1900 a 75 años en 2021.

La implementación de políticas de protección social, la ampliación de las prestaciones de pensiones no contributivas y los esfuerzos por conseguir una atención médica universal son, en parte, las razones de la mejora en la calidad de vida de la población mayor.

Cuba es el más envejecido por haber tenido una baja en la fecundidad antes que el resto. Además, los países expulsores de migrantes suelen acelerar su envejecimiento pues los que salen son en su mayoría jóvenes.

Sin embargo, la forma de envejecer difiere de un país a otro. A esto se suma que América Latina y el Caribe es la región que envejece más rápido en el mundo.

“Mientras que Francia tardó 67 años para que las personas mayores de 65 años pasaran de representar el 10% al 20% de la población total, se espera que la misma transición se produzca en 32 años en promedio en América Latina y el Caribe”, dice el BID.

Para 2100, la región tendrá el mayor porcentaje de personas mayores de 65 años en el mundo, con un 31,3%. Actualmente es la cuarta tras Europa, América del Norte y Oceanía.