Emprendimientos guanacastecos rezan por una reactivación mientras subsisten en estado de coma

Cierre de empresas y suspensiones de contratos afectan los ingresos de los hogares en esta región

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El golpe de la pandemia en el tejido productivo de un Guanacaste que desarrolló su sector de servicios, tiene a muchas de sus empresas en estado comatoso.

509 empresas suspendieron contratos a 8.029 trabajadores en esta zona, mientras que otras 523 compañías redujeron las jornadas y los salarios a otros 9.966 empleados. Esos son los datos que registra el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) hasta el pasado 30 de octubre.

EF recorrió nueve comunidades en Guanacaste, entre el martes 3 y miércoles 4 de noviembre, para conversar con propietarios de negocios quienes contaron sus historias y pusieron en contexto el efecto dominó que azota a la región.

El hotel vacío

Hace más de 30 años, María de los Ángeles Molina, una profesora de inglés retirada y trotamundos confesa, oriunda de Alajuela centro, compró un terreno de 5.000 metros cuadrados con frente al mar en Tamarindo, Guanacaste. La propiedad, en ese entonces, le costó ¢50.000 y estaba escondida en un lugar que años después se convertiría en uno de los polos turísticos más importantes de la provincia.

En 1990 empezó la construcción de unas cabinas que con los años se ampliaron hasta que la instalación se convirtió en el Hotel Marielos, actualmente con 25 habitaciones.

Marielos Molina, como le gusta que la llamen, cuenta que durante los días del confinamiento más fuerte por la pandemia, su hotel estuvo vacío, y luego tuvo algunos huéspedes esporádicos, nacionales que ya la conocen, y extranjeros que viven en el país.

La operación no se fue a cero, pero estuvo bastante tiempo con ingresos muy bajos que ni siquiera cubren el mantenimiento del local. La crisis solo aumentó el deseo de esta emprendedora de vender su propiedad para buscar nuevos rumbos, en eso se enfoca actualmente.

Una familia que espera

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A unos 25 minutos de Tamarindo, en la comunidad de Huacas, Guido Alfaro, su esposa y sus dos hijos, aguardan pacientes por la reactivación del turismo.

En 2016, este pequeño empresario dejó atrás más de dos décadas de funciones administrativas en hoteles de la zona para fundar su propia compañía de transporte de turistas que luego amplió con la oferta de cuatro tours a diferentes puntos de la región.

Empezaron con una buseta, luego compraron otra, y finalmente hicieron la inversión en cuatro cuadraciclos que antes de la pandemia servían para los tours. El apagón económico los puso a prueba.

“Yo siempre he sido ordenado y eso me permitió tener ahorros. Con ese dinero enfrentamos los gastos de la empresa y de la casa durante estos casi ocho meses, pero tenemos la esperanza de que todo vaya mejorando”, comentó en la oficina de su compañía que es también la antesala de su casa.

Para Alfaro ha sido difícil no solo desde el punto de vista económico, sino también desde la perspectiva personal, ya que según cuenta, estaba acostumbrado a hacer varios viajes diarios, regresar a la casa a organizar los transportes y los tours del día siguiente. Eso también se apagó.

La reapertura de fronteras trae una pequeña luz, pero la tímida llegada de visitantes extranjeros a la zona y el seguro diario que deben pagar, hacen que el ansiado regreso de turistas se de a cuenta gotas.

“No menospreciamos al turista nacional, porque nos han ayudado en estos meses difíciles, pero lo que realmente produce y poner a caminar todo aquí es el visitante internacional”, concluyó.

Un café para después

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Bryan Núñez es un pequeño empresario de la zona que reside en Villarreal de Santa Cruz, hace dos años puso todos sus ahorros y sus energías en levantar un sueño personal, una marca de café gourmet para venderla el restaurantes y hoteles en Guanacaste, y luego exportar.

Así lo hizo. En 2018 empezó a comercializar su marca Café Huella, que proviene de Santa María de Dota y pudo construir una red de puntos de venta en hoteles, restaurantes y cafeterías de Santa Cruz y de otras comunidades de la provincia.

“Estaba muy bien, el café se movía. En el momento en el que empezó la pandemia y la crisis todo cambió, factura cero, ventas cero. Se vino al suelo el negocio”, indicó.

Tras cinco meses de tener su emprendimiento completamente cerrado, en octubre decidió retomar la búsqueda de clientes para tratar de mantenerse a flote.

Lo más difícil para este empresario fue enfrentar el pago de deudas por varios meses sin generar ni un solo colón de ingresos, en ese periodo consumió buena parte de sus ahorros operativos.

Ahora espera que la reapertura traiga también nuevas oportunidades de negocios para tratar de alcanzar el mismo punto en el que estaba antes de la pandemia al menos durante el 2021.

Pobreza en las aulas

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Para poner en contexto el efecto dominó, es necesario conocer lo que sucede en el sistema educativo, por esa razón Mitzy Salazar, directora del Liceo de Villarreal cuenta cómo la crisis duplicó el nivel de pobreza en su comunidad estudiantil.

“Antes de la pandemia teníamos 40% de estudiantes en condición de pobreza, pero ahora tenemos cerca del 80% de los alumnos en esa situación", aseveró la educadora.

Este colegio es la segunda institución pública de Guanacaste con bachillerato internacional, tiene una población de 805 estudiantes, de los cuales casi el 60% son extranjeros.

Salazar asegura que el cierre de negocios, sobre todo turísticos, sumado a los despidos, las suspensiones de contratos y la paralización de actividades informales en las que laboran los padres de los alumnos, provocaron un empobrecimiento generalizado de la población.

Uno de los factores para medir este impacto es la solicitud de alimentos que entrega el Ministerio de Educación Pública (MEP) a las familias afectadas, la cantidad de pedidos de este tipo de colaboraciones por parte de los hogares también se duplicó.

La directora detalló que durante los primeros meses pudieron dar ayudas extraordinarias y mantenimiento al centro educativo con parte de ahorros de años anteriores, pero esos recursos empezaron a agotarse y ahora sólo pueden entregar los alimentos que envía el MEP.

Mientras tanto, los habitantes de las comunidades costeras que dependen del turismo, esperan que el fin del 2020 y el inicio del 2021 les traiga un panorama más favorable para retomar sus empleos, o bien, emprender otros, que les permitan mejorar su condición de vida.