Finanzas de Fanal revelan fragilidad, iliquidez e incapacidad para pagar deudas

Razones financieras encienden alarmas sobre falta de recursos necesarios para cubrir obligaciones a corto plazo, gastos operativos y compromisos con acreedores

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A primera vista, quizá el negocio de la Fábrica Nacional de Licores (Fanal) podría resultar “tentador”, ya que se trata de una actividad protegida por un monopolio legal y porque cuenta con un portafolio de marcas que posiblemente se cotizarían bien en el ámbito comercial.

Sin embargo, hasta ahora, las intenciones del Gobierno de vender o concesionar esta empresa estatal para inyectar recursos al principal de la deuda pública descansan en conjeturas y supuestos.

Más allá del atractivo de un negocio monopólico de alcohol, los estados financieros de la institución muestran una empresa frágil, ilíquida, atada e incapaz de pagar sus deudas.

Tras varias solicitudes enviadas a la oficina de prensa del Consejo Nacional de la Producción (CNP) entre el 10 y el 19 de febrero, EF logró obtener los estados financieros completos de Fanal para los períodos 2018 y 2019.

La fábrica elabora informes anuales porque la Ley de Creación de Cargas Tributarias sobre Licores (7.972), del 1.° de febrero del 2000, obliga a la empresa a llevar su propia contabilidad para pagar esta imposición, además del impuesto sobre la renta.

Los informes contables de Fanal no están auditados, pero una parte de estos documentos se incluye en los estados financieros del CNP, que sí se auditan cada año.

Una empresa frágil

Para poner en perspectiva la crítica situación de la entidad, se emplean aquí los resultados de las razones financieras que se esbozan en los documentos aportados a este medio por el CNP para los períodos 2018 y 2019.

Las razones financieras son microindicadores que se utilizan en los informes anuales para cuantificar y medir la realidad económica de una compañía. Estas relaciones permiten dimensionar si el negocio tiene capacidad para asumir obligaciones, invertir o crecer.

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Las razones de liquidez para el 2019 −que sirven para mostrar la capacidad de enfrentar obligaciones− revelan que la empresa no cuenta con suficiente efectivo para cubrir sus deudas de corto plazo.

La prueba corriente, que se obtiene al dividir el activo corriente (aquellos que pueden convertirse en dinero en menos de un año) entre el pasivo corriente (deudas y obligaciones de corto plazo), muestra que el año pasado la empresa tenía menos dinero en activos que podía vender en 12 meses (¢5.333 millones) que deudas de corto plazo, las cuales ascienden a ¢8.767 millones.

“El activo creció por el aumento en las ventas de crédito y el incremento del inventario de producto terminado. El pasivo corriente decreció debido a la reclasificación de una cuenta por pagar de corto plazo que se convirtió a largo plazo por ¢3.126 millones de arreglo de pago entre el CNP y el Ministerio de Hacienda, por el impuesto de renta del período 2004-2005”, agregan los documentos.

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Los estados contables del 2018 también muestran insolvencia de la empresa estatal para cubrir sus obligaciones a corto plazo con una brecha más grande entre el activo (¢3.705 millones) y el pasivo corriente (¢9.020 millones).

La prueba de ácido, una razón financiera que indica la solvencia más exigente tras excluir inventarios de activos y pasivos, reflejó que en 2019 la fábrica no tenía liquidez para cubrir sus deudas y que el inventario ocupa un monto significativo.

“Para el período 2019, Fanal cuenta con ¢0,25 para cubrir cada colón adeudado, mientras que para el 2018 contaba con ¢0,06”, señala el reporte contable.

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La razón conocida como máxima de liquidez muestra que, para 2018 y 2019, la compañía estatal no tenía efectivo para cancelar sus obligaciones.

Este desequilibrio se debió al arreglo de pago con el CNP y Hacienda, que obliga a la empresa productora de licor a destinar ¢75 millones mensuales a amortizar el principal y los intereses de esa deuda.

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La institución también tiene varias cuentas por pagar: ¢28 millones al CNP y ¢322 a la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúcar (Laica).

Las razones de endeudamiento indican que para el 2019 la empresa tenía un 68% de sus obligaciones a corto plazo, mientras que un año antes la cifra era del 92%. Este rubro incluye los ¢5.417 millones en impuestos por pagar.

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Un pequeño aliciente se muestra en el margen bruto de rentabilidad en el que se calculó que la utilidad bruta por las ventas netas fue del 59% en 2019 y del 55% en 2018.

Mientras que el margen neto de utilidad para el año anterior se registró con una pérdida del 47,3%, la cifra fue 15,3% superior a la reportada en 2018. Este rendimiento se debe a la caída de los descuentos sobre ventas de licores y a la reducción de los gastos administrativos y de ventas.

Golpe al CNP

El 40% de todos los ingresos que percibe la Fábrica Nacional de Licores se transfiere a otras instituciones en pago de tributos de diferente naturaleza y procesos judiciales en trámite que fueron presentados por diferentes entidades ante el atraso en los giros que debía hacer la empresa.

Los estados financieros auditados del CNP para el 2018 subrayan que existe controversia sobre la estructura de costos para la base imponible que debe regir; esta situación ha acarreado multas, intereses, acuerdos de pago y sentencias judiciales en contra de Fanal.

Gran parte de la deuda de la compañía fabricante de licores se debe a una diferencia en la interpretación de la fórmula utilizada para estimar el pago de los impuestos.

Por esta pugna, el Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM) llevó el caso a los juzgados. “Sentencias judiciales han otorgado la razón a esas instancias (las instituciones) y otras al CNP”, apuntan los estados anuales del consejo.

El Ministerio de Hacienda emitió un criterio, el pasado 13 de febrero, que podría servir para aclarar la disputa que existe entre Fanal, el IFAM y el Instituto de Desarrollo Rural (Inder) por la estimación y transferencia de impuestos. No obstante, el tema todavía debe ser resuelto en instancias judiciales.

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La espiral de deudas de la fábrica impacta directamente la condición financiera del CNP, que debe contemplar gastos extraordinarios para enfrentar los acuerdos de pago vigentes con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Fondo de Desarrollo y Asignaciones Familiares (Fodesaf).

Estos arreglos se gestaron luego de que el CNP dejara de pagar cargas sociales de diversos períodos que van desde 2010 hasta 2014.

Para saldar estos compromisos, el CNP debe destinar cada mes ¢76 millones. Si dejara de cumplir con esta erogación, se enfrentaría al inminente embargo de cuentas y al cierre temporal de las operaciones ordinarias de giro comercial que corresponden a la Fanal y al Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), mediante el cual vende productos agrícolas a diferentes instituciones públicas.

Futuro incierto

Para Rogis Bermúdez, presidente ejecutivo del CNP, el negocio de producir licores y alcohol tiene gran potencial y es muy rentable, pero se ve amenazado por las altas cargas financieras que se acumularon durante varios años. “Ahora la prioridad es evitar que vaya a un cierre técnico”, apuntó el jerarca.

De acuerdo con Bermúdez, la deuda total de la fábrica ronda los ¢17.000 millones, pero la proyección con intereses aumenta la cifra sustancialmente a ¢63.000 millones.

La empresa opera en la actualidad con 180 empleados y cuenta con un portafolio de entre 16 y 18 productos, entre los que destaca Cacique como la marca más consolidada en el mercado nacional, además de rones, ginebras, ligados, cremas, vodka y el alcohol que se le comercializa a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

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Sobre las posibilidades de ampliar los negocios, se explora la opción de vender alcohol a los comedores escolares del Ministerio de Educación Pública (MEP), y, de manera muy remota, en caso de que avance el plan de producción de etanol, se abriría la puerta para proveer a la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) de alcohol anhidro para producir el biocombustible, lo cual implicaría una millonaria inversión de Fanal en una nueva planta.

Por el momento, ni el CNP ni el Gobierno tienen certeza del monto total de las deudas de la fábrica; tampoco saben a ciencia cierta cuál es su valor comercial. Lo que sigue es un estudio profundo para aclarar la situación económica de la entidad con el objetivo de definir si es viable entregarla en concesión, venderla o −en el peor de los casos− desistir de ambas ideas.

Las estimaciones iniciales mostradas por Pilar Garrido, ministra de Planificación, apuntan a que el patrimonio neto de Fanal ronda los $17,4 millones. La cifra representa apenas el 0,4% del monto total del déficit fiscal (¢2,26 billones en 2020) y el 0,05% de la deuda pública (¢23,97 billones).