La mayor volatilidad en el tipo de cambio desde el 2015 suma incertidumbre a la economía

El 2022 ha estado marcado por una volatilidad en el tipo de cambio que podría estarle poniendo un freno a la toma de decisiones de los agentes económicos

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El 2022 ha sido un año particularmente atípico en el mercado cambiario: las fluctuaciones abruptas en el dólar han retrocedido tanto las tendencias alcistas como las bajistas y, como resultado, han dibujado una especie de montaña rusa en la gráfica de la divisa.

Estos altibajos son los testigos de un año lleno de incertidumbre donde un tipo de cambio volátil podría estar contribuyendo con una desaceleración de la economía cada vez más palpable.

¿Cuánta volatilidad se ha presentado?

No hace falta un ojo experto para notar cómo el 2022 ha sido un año mucho más volátil que el 2021 en cuanto a tipo de cambio se refiere; basta con ver la gráfica de variaciones semanales de ambos años para notar cómo al paciente le dio una taquicardia en los últimos diez meses.

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El presente 2022 ha tenido variaciones semanales de hasta ¢24 en el tipo de cambio tanto para arriba como hacia abajo. Lo más que llegó a alterarse semanalmente el precio del dólar en el año que lo antecedió fue de ¢8 hacia la baja y ¢9 hacia el alza.

El Financiero intentó calcular cuán volátil ha sido este 2022 en comparación con los demás años en los que se ha utilizado la flotación administrada como política cambiaria (a partir de febrero de 2015) y los datos arrojaron que el presente año ha sido el de mayor volatilidad. Siempre que se comparen variaciones semanales.

El año que más se acerca a estos cambios tan abruptos es el 2018 con subidas semanales de ¢24 y caídas de ¢18. Hay que tomar en cuenta que durante dicho año el país atravesaba uno de sus periodos de incertidumbre más grandes con la utilización de las Letras Tesoro como pago de emergencia para las obligaciones del Gobierno. ¿Por qué se menciona esto? Porque la incertidumbre suele influir en el mercado cambiario y, al igual que en 2018, actualmente hay una dosis de inquietud con la inflación hacia el alza, el aumento en las tasas de interés y los miedos de una recesión mundial que cada vez parece más inminente.

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Existen herramientas estadísticas como la desviación estándar y el coeficiente de variabilidad que suelen medir más sofisticadamente la volatilidad, sin embargo por facilidad metodológica para este reportaje se utilizó una especie de diferencial relativo del tipo de cambio, el cual busca calcular una volatilidad aproximada a través de una comparación del rango de cada año (diferencia entre el precio máximo y mínimo) con el precio del dólar cuando inició el calendario.

Bajo esta metodología, los años más estables en el tipo de cambio fueron el 2015 y el 2016. Precisamente, estos fueron años donde el Banco Central de Costa Rica no hizo grandes intervenciones de estabilización propias como sí sucedió en los demás periodos que registraron saltos más abruptos, salvo el 2021.

¿Cuáles consecuencias tiene esta volatilidad?

El precio a pagar por las volatilidades en el tipo de cambio podría ser un crecimiento económico más cauteloso. Cuando la cotización del dólar fluctúa en periodos tan cortos los agentes económicos se sienten con menor confianza a la hora de tomar decisiones.

Lo que sucede es que resulta complicada la planificación empresarial, sobre todo de los sectores más dependientes de los dólares como los de comercio exterior y turismo, cuando apenas 115 días (poco menos de cuatro meses) separan los casi ¢79 de diferencia entre el tipo de cambio más caro y el más barato del año.

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“Si metemos incertidumbre en la toma de decisiones, frenamos la economía porque ya no sabemos qué hacer, si tomar este proyecto o no, si ampliar operaciones o no”, menciona Mauricio Hernández, gerente de Puesto de Bolsa Prival Securities.

“La respuesta de las empresas es trabajar con el escenario más pesimista para que después no se vean sorprendidas, entonces, ¿qué están haciendo? Están siendo demasiado conservadoras y probablemente están importando menos de lo que harían si supieran que el tipo de cambio va a estar en ciertos niveles más estables”, agrega Adriana Rodríguez, gerente general de Acobo Puesto de Bolsa.

Para los exportadores las fluctuaciones han causado que sus ingresos (los cuales suelen ser, en su mayoría, en dólares) suban y bajen según cambie la cotización de la divisa a la hora de colonizar los montos. Es decir, han pasado de mayores flujos cuando el dólar estaba cercano a los ¢700 a una disminución considerable de alrededor de ¢70 por dólar. “Estos cambios han tenido un impacto negativo en el exportador”, comenta Germán Morales, vicepresidente de la Cámara de Exportadores de Costa Rica.

Estos cambios también entorpecen la fluidez con la que pueden trabajar las empresas, según explica Ricardo Carvajal, asesor económico de la Cámara de Comercio de Costa Rica. “Esto implica mayores esfuerzos administrativos para ajustar el costeo de sus productos y las proyecciones de sus resultados comerciales. Además, obstaculiza la planificación y ejecución de sus políticas de precios”, dice Carvajal.

Para Rodríguez, estas volatilidades podrían combatirse por medio de un incremento en la oferta de derivados cambiarios, sin embargo estos instrumentos son poco habituales en el mercado costarricense. Este fenómeno obliga a los participantes del país a vivir en el mercado spot (el tipo de cambio establecido al momento de pactar un acuerdo).

En una reciente entrevista con el medio La Nación, Róger Madrigal, presidente del Banco Central, mencionó que los cambios en el precio del dólar que ha vivido el país en el 2022 son normales en los mercados cambiarios en el mundo, sin embargo sí reconoció que esa no ha sido la tendencia histórica en Costa Rica.