Así fue como ellos crearon una tapa para vasos que hace innecesarias las pajillas, con la idea de cuidar el ambiente y a las tortugas

Hace un mes terminaron el diseño final y lo presentaron la semana anterior

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Un día Felipe Gutiérrez estaba en su trabajo en la agencia de producción digital CreativeDrive cuando le llegó un video por redes sociales.

En el video unos pescadores habían encontrado una tortuga con una pajilla de plástico en su nariz.

Ese día estaba muy atareado y Felipe no tuvo chance de pensar en la tortuga, en su situación, ni en por qué ocurría ese tipo de situaciones.

En esos días, por coincidencia, había leído un artículo sobre cómo Costa Rica era el sitio natural de desove de las tortugas en una temporada del año.

“Si debía haber un lugar donde no debería pasarles eso a las tortugas es Costa Rica, porque ellas vienen a desovar. Es un trueque muy ingrato. Ellas vienen a dar vida”, recalcó Felipe.

Como tenía hambre, después del trabajo pasó a un restaurante de comidas rápidas.

En el servicio para clientes que van en automóvil le entregaron el pedido. Para la bebida se incluía la pajilla.

Ahí cuando pensó que debería hacerse algo y fue el momento inicial de un proceso de diseño de la tapa para vasos Turtle Kisser, fabricada con materiales que permiten su rápida descomposición una vez utilizada y que hace innecesario el uso de las pajillas.

Felipe y su socio, José María Calvo, presentaron el producto la semana anterior durante el SingularityU Summit, que se realizó en el Centro Nacional de Convenciones.

A José María, un ingeniero en computación y fundador de CreativeDrive. La firma, que tiene ya diez años y 250 empleados, se ubica en Colima de Tibás, en el Parque Industrial Condal.

Felipe es diseñador y tiene a cargo la dirección de arte y de diseño, así como es coordinador de producciones.

Está en la empresa desde hace cuatro años, uno de los cuales trabajó desde Barcelona, pues estudiaba allá.

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Regresó a Costa Rica en 2017 con muchas ideas y especialmente con ganas de darle un giro a la carrera.

Fue cuando se topó con el video de la tortuga. Como le quedó la espinita de la situación que sufrió el reptil y luego de haber pasado al restaurante de comidas rápidas, pensó sobre las causas.

Para ambos, nadie piensa en hacer daño. Pero lo ocurrido es una consecuencia de no tener conciencia de lo que uno hace.

A José Mario le interesó, pues como inversionista le gustan los proyectos que sean innovadores, que sean prometedores y que den resultados positivos desde el punto de rentabilidad.

La situación que le planteó Felipe tenía, además, dos grandes retos: generar una solución convincente para las cadenas de restaurantes y crear conciencia en los consumidores, pues está claro que todo depende de la conciencia y el comportamiento de todos ellos.

Para los consumidores es una necesidad a la hora de consumir el líquido del vaso.

¿Habrá alguna tapa que cumpla la función de la pajilla al mismo tiempo?

Ya que ambos trabajan en una agencia que es creativa y tecnológica, al mismo tiempo, una parte de su labor es estar generando ideas.

Para ambos es un ejercicio. Están entrenados en ver situaciones del mundo real y buscar soluciones que resulten en algo productivo partiendo de tecnología, el diseño y la creatividad.

Con la misma lógica empezaron a pensar de qué manera se podría resolver.

Dado que no se trata de inventar el agua tibia Felipe se puso a investigar. Encontró diferentes soluciones. Ninguna que diera en el clavo.

Empezó a integrar ideas. Todo a nivel conceptual aún.

Felipe hizo un diseño con la ayuda de diseñadores industriales y de productos.

Había que pensar también en la producción, tanto en el material como en dónde realizarla en forma masiva.

Encontró un material oxo biodegrabale, que puede descomponerse entre 60 y 90 días.

El diseño y los prototipos le llevaron un año y medio de análisis, investigación y pruebas.

Hace un mes logró el diseño final, con un costo competitivo y similar al que incurren los restaurantes al comprar tapas y pajillas.

Ya están en la etapa de hacer los contactos para la producción masiva.

En todo el proceso han invertido unos $30.000, aportados por Felipe y por José María.

El nombre es un juego de palabras basándose en el término inglés de tortuga y llama a ser un amante de ellas, no su asesino (turtle killer).

“Al final nada de eso servirá si la conciencia del consumidor final no cambia. No se obliga a nadie, porque tiene la prevista para la pajilla y el consumidor es el que elige o no usar la pajilla”, indicó José María.

Para el diseño de la tapa se trabajó la parte ergonómica para el agarre y para evitar los derrames, de forma que no tenga que usarse plástico para envolver los vasos cuando los transportan los servicios de delivery como Uber Eats.

También se hicieron pruebas para comprobar que los usuarios se echan encima la bebida.

Durante el 2019 la tapa Turtle Kisser se probó con más de 50 personas y todos se enamoraban y preguntaban cuándo estaría en los restaurantes.

“Ahora eso es lo que esperamos de los empresarios de las cadenas de restaurantes”, dijo José Maria.