Ella recurre a Facebook Live e Instagram para reactivar su negocio de manualidades; espera reabrir pronto su local en Alajuela y dar clases donde la inviten

Incrementó seguidores en redes sociales

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Karol Arias, una madre y emprendedora de Desamparados de Alajuela, empezó a hacer manualidades para estar junto a su primer hijo cuando renunció al banco en que trabajaba.

Primero se ganaba sus ingresos vendiendo las piezas que confeccionaba. Pero sus clientes le pidieron que les enseñara a hacerlas y empezó a ganar dando clases en un local en el centro de Alajuela o donde se organizara un grupo de vecinas.

Todo eso se detuvo con la emergencia causada por el COVID-19 desde mediados de marzo. Ahora Karol tiene varias semanas de estar dando clases por redes sociales y espera volver a las clases presenciales tan pronto como las autoridades de salud lo permitan.

Las actividades de manualidades se generan de forma espontánea en las comunidades, pero alrededor hay una industria de proveedores, marcas globales y hasta ferias y cursos internacionales en América Latina y en Estados Unidos.

A Karol le nació primero la afición por las manualidades cuando tenía 14 años y le confeccionó una piñata a uno de sus sobrinos de la tortugas Ninja, que en ese momento estaban de moda.

“Me gustó lo que hice”, cuenta Karol. “Vi que tengo facilidad para hacerlo”.

Seis años más tarde decidió dejar el trabajo que tenía en un banco para dedicarse a cuidar al primero de sus tres hijos.

El horario le impedía estar el tiempo que ella deseaba con él. Además, ganaba en flexibilidad y libertad para hacer sus propios proyectos.

Se dedicó a las manualidades, primero para vender.

Sus primeras clientes, tres vecinas, le pidieron que les enseñara.

Empezó a dar clases hace 20 años y les cobraba como ¢1.000. Lo que más la llenaba era ver la satisfacción de sus estudiantes cuando terminaban sus propias piezas.

Luego consiguió un espacio en la Casa de la Cultura de Alajuela, pero se le hizo pequeño.

Su suegra le prestó un local en el centro de esa ciudad donde siguió dando las clases.

Ahí se sentían cómodas.

Durante ocho años también enseñó repujado de aluminio en el programa de televisión Mujeres 2000 en Canal 13.

Cuando el programa lo cancelaron en 2018 siguió dando clases en varios lugares. Las señoras de distintas comunidades del país se organizan y ella da la clase en la casa de una de ellas.

Las clases, que duran tres horas, normalmente las da para 12 personas, pues a Karol le gusta dedicarle tiempo y ponerle atención a cada una. El costo es de ¢3.500.

No estaba dando muchas clases, pues la hija menor decidió pasarse al Conservatorio Castella y Karol necesita estar más pendiente del transporte y otras obligaciones y apoyos.

Eso sí, las clases le generan recursos para cubrir necesidades familiares.

Aparte del repujado en aluminio, ella también trabaja y da clases de enmarcado, molduras, talla en madera y acabados en madera country, decoupage (pegado de servilleta en textil, vidrio y madera), watch o aguado y mix media (donde combina varias técnicas).

Otras técnicas que trabaja son los falsos acabados.

Aquí, por ejemplo, se puede tomar un balde o una bandeja y hacer que se vea como oxidado.

O se toma una silla de madera, la pinta con una base y luego le agrega parafina (el de las candelas); se vuelve a pintar y luego se lija.

Da una apariencia como si la pintura se estuviera cayendo.

“Me gusta innovar y siempre les digo a las estudiantes que no hay que repetir”, recalca Karol.

Ella ha viajado a México, a Ecuador e incluso a Nueva York a ferias de manualidades, centros de capacitación en la técnica de repujado y de otras como lettering, respectivamente.

Esta técnica consiste en caligrafía para rotular.

En Nueva York también se ha capacitado en mix media y scrapbook, que es para hacer tarjetas, cajas, etc.

Ahora planeaba viajar a Perú, pero la pandemia detuvo todos los planes.

La pandemia también la obligó a cerrar el local en forma temporal y tampoco puede viajar todavía.

Recurrió entonces a las redes sociales.

Desde hace seis semanas da clases virtuales a través de Facebook Live y la respuesta ha sido muy positiva.

Antes solo usaba el perfil personal y tenía un frontpage con apenas 100 seguidores.

Con los cursos la cantidad de seguidores aumentó a 846.

Otra ventaja es que obtiene más interacción con las seguidoras: le hacen preguntas y ella puede responderles.

Además, empezó a realizar rifas para apoyar a otras emprendedoras.

Por ejemplo, ha realizado sorteos de set de pestañas, tazas sublimada, órdenes de compra de frutas y verduras, y una pajarera decorativa.

Para participar la gente solo debe darle “me gusta” a la página de Facebook de la emprendedora que produce el artículo que se está rifando y compartir la clase virtual de ese día.

En las transmisiones en vivo recibe la ayuda de su hija menor y el hijo menor le ayuda con los mandados para conseguir los materiales.

Los tres apoyan las gestiones en redes sociales. Incluso el mayor, que es diseñador gráfico y tiene una empresa de sublimación y estampado, le ayuda para el posteo.

En una clase virtual llegan a participar hasta 50 personas, a las que se suman después otras que ven el video compartido o que se asoman a la página posteriormente.

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Las clientes le piden clases presenciales y le preguntan si va a ir a las comunidades.

Karol espera reabrir el local en el centro de Alajuela y poder reiniciar los viajes a diferentes localidades cuando las autoridades den el permiso.

La asistencia tendrá que limitarse al 50% de la capacidad del local y se deberán adoptar las distintas medidas de higiene.

Para ella es clave poder permanecer en Alajuela, pues también debe estar pendiente de la mamá, que tiene 76 años y no puede exponerse en lugares públicos por los riesgos de contagio.

Ahora está planeando dar clases, utilizando también Instagram, sobre PVC (que se puede utilizar para hacer lámparas), de grabado en vidrio o de corte de botellas para hacer terrario (un minijardín).

Para estas piezas trabaja con materiales de la marca Dremel, de la cual es embajadora, una firma con casa matriz en Brasil y que tiene presencia a nivel global.

Esta semana también fue contactada por la marca mexicana Createx, que ingresó a Costa Rica.

Como embajadora de estas marcas su labor es promocionar sus insumos para manualidades.

Y son una buena fuente de ingresos adicionales, pues le pagan por realizar clases utilizando sus insumos.

El próximo miércoles realizará una transmisión en vivo con materiales de Createx.

Ahora lo que queda es esperar a poder realizar las clases presenciales y retomar el ritmo de antes de la pandemia.