Esta estudiante llegó con una creación suya al colegio, oyó sugerencias y las convirtió en un negocio

Actualmente vende en San Carlos y realiza entregas a cualquier parte del país a través de Correos de Costa Rica

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Raquel Bolaños vive en Venecia, San Carlos, y estudia ingeniería en producción industrial en la sede en Santa Clara del Instituto Tecnológico de Costa Rica para aplicar su conocimiento a la empresa que tiene desde hace cinco años.

“Podemos entregar los productos a cualquier parte del país”, recalca Raquel, pues recibe pedidos en su página en Facebook y realiza los envíos mediante Correos de Costa Rica.

La empresa también ofrece los productos para que sean vendidos en tiendas.

Todo empezó cuando Raquel todavía estaba en noveno año en el colegio técnico de Venecia. Ahí estudiaba para ejecutiva bilingüe de servicios.

Un día ella confeccionó una cartera con la técnica de quilting, aprovechando retazos de tela acolchados. Su intención era tener un artículo de uso personal único, que nadie más tuviera en el colegio y que no se repitiera.

Cuando sus compañeras y profesoras vieron la cartera de tela le empezaron a dar ideas. Qué porqué no hacía bolsos. Qué porqué no hacía maletines.

Las ideas iban y venían. Cuando se realizó una exposición y concurso a nivel de colegios técnicos, Raquel participó.

El concurso de Expo Joven lo organiza desde hace once años el Ministerio de Educación Pública (MEP) y los estudiantes presentan ahí sus iniciativas de negocios.

De cada colegio técnico se seleccionan los mejores proyectos. Luego se escogen los de las regiones y finalmente se realiza una final nacional.

Raquel llegó hasta la final y ganó en la categoría de uso de un segundo idioma, pues presentó su iniciativa en inglés y español.

En el 2013 ganó el premio a la Mujer Emprendedora del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y recibió el Premio Norte Emprende.

La práctica profesional de sexto año la realizó en el Hotel Radisson, ubicado en Barrio Tournón, en San José. Pero no era ahí ni en otra empresas donde ella se veía.

En la incubadora

A finales del 2015 el MEP creó una incubadora para ideas de negocios de estudiantes y egresados de colegios técnicos de la Zona Norte.

La incubadora se instaló en el Colegio Técnico Profesional de San Carlos (Cotai). Raquel expuso su proyecto y fue admitida.

“El objetivo es apoyar y acompañar a los estudiantes y egresados a establecer su empresa”, explicó Rosa Solís, coordinadora de la incubadora de negocios Cotai ZN del MEP.

Esta iniciativa ha apoyado a trece empresas, de las cuales se han graduado ya dos, una de ellas Raquel Hecho en Costa Rica.

La incubadora realiza una convocatoria a nivel de los trece colegios técnicos de la región norte. Con los proyectos presentados se inicia un proceso de diagnóstico de la idea y del emprendedor, midiendo su potencial y capacidades, respectivamente.

La próxima convocatoria se realizará a principios del 2020, pero las puertas están abiertas para recibir proyectos que se presenten y califiquen. Pueden hacerlo a los teléfonos 24-60-0958 y al 83-76-3399 o escribiendo al email rosa.solis.gamboa@mep.go.cr.

“Los muchachos tienen pasta de emprendedores. Lo que les falta es acompañamiento”, explica Solís. “Tratamos de disminuir el riesgo cuando entran al mercado, para que sean sostenibles y logren pasar el ‘valle de la muerte’ que se da a los dos o dos años y medio”.

Parte del apoyo es ayudarlos a tener acceso a fondos no reembolsables, especialmente porque la mayoría de los estudiantes y egresados son de escasos recursos.

En la incubadora se les brinda asesoría, espacio físico para tener acceso a equipo tecnológico y promoción.

Además, las empresas pueden convertirse en proveedores de otras compañías, a través de encadenamientos productivos.

Proyecto de vida

En el caso de Raquel, Rosa Solís destacó su capacidad de innovación y de creatividad, además de ser muy empunchada.

“La empresa es su proyecto de vida”, dijo Solís.

A Raquel, el proceso de incubación le permitió consolidar la idea de negocio.

Actualmente confecciona y vende salveques, estuches para computadoras, cartucheras, maletas, bolsos, maletines, carteras, fólder para cuadernos, almohadones, estuches para toallas húmedas y pañales, y cosmetiqueras, entre otros.

Además de productos para uso personal, también tiene líneas de productos para bebés, hogar y ecológica.

“Son de tela de algodón”, destacó Raquel.

Ella puede confeccionarlos de forma personalizada y, aparte del uso personal, los productos pueden ser muy apreciados como obsequios de cumpleaños o de amistad.

Los pedidos pueden hacerse directamente o a través de la página de Facebook, se paga mediante transferencia bancaria y el pedido se envía por el servicio de PymeExpress de Correos.

Al inicio Raquel contaba sólo con una máquina de coser plana, la cual tenía instalada en el corredor de la casa de su familia, con la cual vive.

Con los premios y reconocimientos que fue adquiriendo, uno con el Instituto Nacional de Aprendizaje por $3.000 y el del MEIC por $1.000, compró una para acolchar y para quilting.

También recibió ¢1,8 millones del programa de Ideas Creativas del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), como capital semilla.

Ahora no podía dejarlas en el corredor, por lo que decidió instalarlas en la sala de la casa.

“Convertí la sala en el taller”, cuenta Raquel. “Mi mamá me preguntó cómo iba a hacer cuando compré las máquinas. Poco a poco fui corriendo los muebles, hasta que los saqué”.

Escuchar

Su juventud –actualmente tiene 23 años de edad– le abre las puertas, pues muchos se sorprenden al verla tan jóven.

También es un reto, pues se ve obligada a convencer a otros de la seriedad de su proyecto y de su responsabilidad y compromiso personal.

No ha sido fácil.

Actualmente ella debe pasar de lunes a viernes en la sede del TEC en Santa Clara y los fines de semana los dedica a confeccionar los productos en su casa en Venecia.

Ya está en cuarto año de la carrera y su idea es poner en práctica en la empresa lo que va aprendiendo en Ingeniería.

En los momentos que puede, sigue pensando en el negocio. Por ejemplo, ya está realzando el registro de la marca.

“Con la empresa he aprendido a ser responsable, puntual, organizada y a planificar el tiempo, porque es limitado, y a escuchar”, dice Raquel. “He tenido que combinar colores que a veces no me gustan, pero es lo que los clientes piden. Los productos son de ellos”.