Karol Solano, de Art City: “Estoy feliz con mi emprendimiento y todo lo que hago”

Art City ofrece regalos y decoración que se enfoca en los pedidos personalizados, pero su fundadora también realiza otras actividades.

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Un negocio y una persona emprendedora puede plantearse crecer y hasta exportar. O puede decidir mantener sus servicios y sin mantener su tamaño. Ambas son legítimas y lo clave es que sean rentables y, en especial, enfocarse en sus clientes.

Para Karol Solano Carmona, cofundadora de Art City, un emprendimiento de regalos para toda ocasión y de decoración para el hogar, el éxito de su negocio se debe a que procura garantizar a sus clientes la calidad y la personalización de sus productos. “Estoy feliz. Le pongo mucha pasión a las cosas”, dice Karol. Ella nació en Barrio Cuba y cuando tenía diez años su familia se trasladó a Desamparados, donde ella todavía vive.

Karol es muy inquieta y tiene la capacidad para realizar diferentes actividades. Por ejemplo, estudió y se graduó como licenciada en administración de empresas en la Universidad Nacional Estatal a Distancia (UNED), con especialidad en contaduría. Llevó también cursos de diseño gráfico, mercadeo, recursos humanos y diseño de interiores.

Empezó a trabajar como recepcionista en el Instituto Costarricense contra el Cáncer y luego como asistente de recursos humanos. Ahí estuvo tres años. Al mismo tiempo ayudaba a su papá, Pedro Solano, en un minisuper que tenían en Barrio Cuba, e incluso se tuvo que hacer cargo del negocio cuando lo asaltaron e hirieron a don Pedro.

“Siempre he sido emprendedora”, dice Karol. Vendía también cosméticos, perfumería fina y productos para maquillaje, por catálogo, de la marca L’bel.

La crisis financiera del 2008 obligó a cerrar el minisuper. Karol pasó a trabajar en una panadería El Pan Nuestro, ubicada también en Barrio Cuba, un negocio de familiares donde ella empezó a apoyar en lo administrativo y en la contabilidad, preparando lo que requerían los contadores externos.

Estando en la panadería, en 2010, Karol fundó con su hermana Jaqueline, la empresa Art City. El nuevo negocio empezó a crecer.

Jaqueline se dedicaba al área de impresión y de montajes de stands para eventos, como proveedora de agencias de publicidad y de empresas que requerían esos servicios para ferias, exhibiciones y otros eventos comerciales masivos. Karol seguía con el área de regalos y decoración personalizadas. En 2017, Karol se dedicó por completo a Art City.

Las ventas habían crecido y llegaron a tener cuatro colaboradores, incluyendo a don Pedro. Karol también estaba pensando en estructurar su negocio de contabilidad, pues tenía varios años de brindar servicios contables y tenía 45 clientes.

Los cambios con la reforma fiscal y la implementación del Impuesto de Valor Agregado (IVA), la crisis comercial que siguió durante los años 2018 y 2019, y la situación creada por la pandemia del covid le dejó solo cinco contabilidades en la actualidad. La pandemia también tuvo dos efectos opuestos para Art City.

Con la suspensión de eventos públicos se clausuraron los contratos. La reacción fue en cadena. No había eventos y no había trabajo. Jaqueline empezó a trabajar en el emprendimiento del esposo, David Ortega, que se dedica al mantenimiento de vehículos. De hecho, ocupa el local donde estaba Art City.

Karol siguió el negocio de regalos y decoración personalizada a Desamparados, apoyándose en el mercadeo, la comunicación y las ventas a través de redes sociales.

En regalos personalizados ofrece tasas, llaveros, almohadas, delantales y madera rústica a partir de las imágenes que le envían, así como libros de bodas, agendas y libretas de scrap y detalles o regalos en canva. En decoración para hogar, además de la madera rústica, también cuadros en canva o fotos impresas en vinil adhesivo, que se pueden pegar en collage en paredes con láminas de PVC. “Me fue bien durante el 2020″, dice Karol.

Lo que pasó es que durante el confinamiento y el resto del 2020, con una parte de la gente en teletrabajo o en estudio desde la casa, los clientes le pusieron atención a la decoración de sus hogares.

Karol también aprovechó el tiempo durante la pandemia para capacitarse en forma virtual. Uno de los programas que cumplió fue el de Transformación Digital, desarrollado por los ministerios de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), la Universidad de Costa Rica (UCR), la empresa Hewlett-Packard (HP) y Fundación Aliarse.

El programa tuvo el apoyo adicional de firmas como Cargill, Coca Cola Co., Coocique, Coopeservidores y Mucap y tiene como propósito apoyar a las pymes a responder a nuevas oportunidades de mercado, promover el empoderamiento en las mujeres y lograr mayores niveles de productividad económica mediante la tecnología, la innovación y las alianzas.

A través del programa Transformación Digital, Karol y los emprendimientos elegidos, más del 70% encabezados por mujeres, participaron en cursos en áreas relacionadas a la planificación estratégica, costos, procesos, mercadeo y herramientas digitales, entre otras.

Aunque Karol tenía conocimientos en esas áreas, ella quiso aprovechar la oportunidad para actualizarse e incluso para aplicarlos. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, confiesa ella misma. “Había cosas que no aplicaba. Fuí formulando la visión y la misión, y hasta la estructura de costos”.

El programa le ayudó a reinventar el negocio, a demostrar que se puede aprender en cursos virtuales y a darse cuenta que el negocio era rentable. Además, le abrió otra oportunidad en momentos en los que las ventas han bajado un poco desde inicio de 2021, pues las personas empezaron a salir más y hacer compras en centros comerciales o tiendas.

En el programa le ofrecieron la oportunidad de brindar cursos a otras pymes. Empezó en abril pasado y está a cargo de cinco clases por semana. Ella dice que enseñar le viene bien.

Su mamá, Deyanira Carmona, fue docente de preescolar, primaria y secundaria y asesora en el Miniserio de Educación Pública en informática educativa. Actualmente está pensionada, como don Pedro. Karol dice que seguramente heredó de ella su capacidad para enseñar. Y también aprovecha sus conocimientos y la experiencia de negocios en las clases.

En medio de tantas actividades (da clases, lleva varias contabilidades y atiende los pedidos de los clientes de Art City) suele irse algunos fines de semana con sus hijas Melanie (de 24 años) y Nicole (de 23 años) a lugares como Monteverde o el avistamiento de ballenas para disfrutar de la naturaleza y cumplir otra de sus pasiones: la fotografía.

A veces, cuando tiene mucho trabajo en Art City, le ayuda Nicole, quien tiene habilidades de diseño y hasta su propio emprendimiento (se llama Nick’s Beauties, dedicado a servicios de uñas, pestañas y cejas). Melanie, por su parte, es contadora y trabaja en una firma internacional de servicios de zona franca.

“Estoy feliz. Le pongo mucha pasión a las cosas”, dice Karol. “Los clientes lo reconocen. Me preguntan cómo voy con la agenda y me hacen encargos aunque tengan que esperar porque saben que será un producto diferente y hecho con pasión”.