¿Cuál es su reacción ante la injusticia? ¿Ante los reveses de su vida?
Muchas veces tengo que decirle a la gente con la que trabajo que la vida es dura.
Parece que lo olvidamos fácilmente. Tendemos a sentirnos especialmente vulnerables o “salados” cuando las cosas nos salen mal, cuando sufrimos una quebranto de salud, la muerte de un ser querido, un despido laboral, un mal negocio, etc.
La verdad es que la vida es dura y es así para todos.
Mandela pasó casi 30 años en la cárcel. Por momentos, él mismo confiesa que sintió odio hacia sus captores, depresión y profunda tristeza. Sin embargo, esos sentimientos no fueron los predominantes durante esa experiencia.
Logró distanciarse emocionalmente de sus captores y se preocupó por conocerlos.
Quiso observarlos con curiosidad, entenderlos primero y, gracias a ese ejercicio, pudo liderarlos, al convertirse en el primer presidente negro de una Sudáfrica muy dividida, muchos años después de haber sido apresado. Durante su tiempo en prisión, no perdió el tiempo; escribió, meditó, estudió y se preparó para la siguiente etapa de su vida.
No se preocupó por “evangelizar” a sus captores respecto a sus ideas en relación al Apartheid; más bien; guardó silencio, los escuchó y trató de aprender todo lo que era importante para ellos: su lenguaje, sus celebraciones, su cultura. Ellos vivían en un mundo ajeno a él y, cuando salió de la cárcel, el mundo de los Afrikáners era un mundo bastante conocido y familiar.
Y lo cito: “Si quiere hacer la paz con su enemigo, tiene que trabajar con él, entonces se convierte en su socio”.
Mandela está muy enfermo, probablemente morirá pronto, sin embargo su vida es testimonio de cómo utilizar un revés en la vida para crecer, madurar, aprender y prepararse para su siguiente etapa.
Mandela se casó con su esposa actual a los 80 años de edad. Se convirtió en presidente de Sudáfrica a los 76 años, ganó el premio Nobel de la paz a los 75 años. También ha enterrado varios hijos, es sobreviviente de cáncer y contrajo tuberculosis en la cárcel… entre otros reveses.
Usted decide si los revolcones que le da la vida le fortalecen o le detienen.
¿Qué decide?