Es frecuente mirar en las salas de entrenamiento y salones de formación de ejecutivos cada vez más recursos tecnológicos: pantallas LCD, proyectores, audio y video integrado, salones de telepresencia, etc.
Todo esto se invoca en nombre de un mejor aprendizaje, pero la realidad es que en la mayoría de los casos se siguen usando métodos tradicionales, o se subutilizan recursos muy costosos.
Para Mishra y Koehler, lo anterior se debe a que el enfoque es la tecnología en sí misma, no en cómo se utiliza. Para estos profesores de la Michigan State University, debe existir una integración entre cuatro tipos de conocimiento:
Tecnología (T): es entender las diferentes tecnologías en general: libros ( ebooks ), pizarra ( smartboards ) y otras más avanzadas. Implica discernir cómo se relacionan tecnología y conocimiento.
Pedagogía (P): supone comprender las capacidades de la tecnología en aspectos de enseñanza y aprendizaje, así como las posibilidades del facilitador al utilizarlas.
Contenido (C): consiste en los temas. Los facilitadores deben conocer muy bien lo que enseñan, y el modo en que debe ser explicado.
Conocimiento (K): trata de los métodos de enseñanza y aprendizaje, su propósito y valores. Un buen facilitador debería entender cómo se construye el conocimiento, se adquieren habilidades y se desarrollan los hábitos.
Muchos buenos facilitadores se limitan a sí mismos cuando escogen Power Point como columna vertebral de sus clases. Esto se debe a que la decisión pedagógica es equivocada, ya que se ha analizado aisladamente el uso de la tecnología.
Esto nos lleva a reflexionar sobre la integración de la tecnología en la enseñanza: desligándola del resto, solo permite hacerla vistosa y convertirla en un caro recurso de cosmética corporativa.