En un entorno de negocios globalizado, son cada día más los riesgos que enfrentan los inmigrantes de no arraigar en un país distinto del suyo. Tres son los elementos que a mi criterio distinguen a un ejecutivo o profesional capaz de adaptarse a nuevos países o regiones.
1. Cultura. Se refiere a los dilemas contra los cuales cuestiona su propia identidad cultural: estructura o flexibilidad, orientación a los resultados o a los procesos, creatividad o sistematización, organización o caos, rapidez o paciencia, frialdad o amabilidad en el modo de ser, acogida o apertura ante los extranjeros.
Son los comportamientos habituales que desconocen de la cultura corporativa; la idiosincrasia al fin y al cabo.
2. Clima. Húmedo, cálido, nevado, templado, frío, cuatro o dos estaciones, amaneceres tempraneros, noches eternas, jornadas de trabajo remarcadas por la época del año, etc. Y más allá, el clima de los negocios: liberalidad, legalismo, formalidad, corrupción, sostenibilidad, competitividad, colaboración, educación, diferenciación, entre otros.
3. Conexiones. Importantes para el desempeño profesional son el networking y la posibilidad de construir relaciones en miras a lograr un posicionamiento dentro un gremio o campo determinado. Y, desde luego, la correlación de un desafío profesional con la estabilidad laboral, que es, en bastantes ocasiones, el propósito por el cual se explora un destino geográfico distinto.
Como afirma Tsedal Neeley (de Harvard Business School), el dominio del idioma es importante, pero la fluidez de la lengua no equivale a fluencia cultural, ya sea para líderes globales o sus subordinados.