Comprendiendo el desastre cambiario

Por: José Joaquín Fernández

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Es un error creer que el aumento del tipo de cambio obedece a la no aprobación del Plan Fiscal porque la evidencia empírica no respalda tal afirmación. Desde abril del 2013, el mercado de las divisas en Costa Rica ha estado ejerciendo una presión para la depreciación del colón, pero esta fue contenida, de manera artificial, debido al endeudamiento externo en más de US$5.000 millones en que han incurrido los gobiernos de Costa Rica desde entonces.

Para comprender por qué existe presión a la depreciación del colón desde abril del 2013 debemos entender varios principios básicos de Economía.

Determinantes de las variaciones en el tipo de cambio

Primero, el precio de cualquier bien o servicio lo determina la oferta y la demanda y el dólar no es excepción. Cuando existe en el mercado un exceso de demanda, el precio sube. Cuando hay demasiada oferta, el precio cae. En este sentido tiene razón el presidente del Banco Central al afirmar que el precio del dólar está subiendo porque estamos experimentando un exceso de demanda. Sin embargo, eso es una tautología, es decir, eso no explica nada. La pregunta es ¿por qué existe un exceso de demanda? Si Costa Rica se ha endeudado en más de US$ 5.000 millones en los últimos años, ¿no debería, más bien, haber un exceso de oferta?

El segundo punto que debemos comprender es, ¿cómo sabemos que existe un exceso de demanda en el mercado de divisas? Para responder a esta pregunta, debemos entender todos los determinantes de la oferta y demanda del dólar estadounidense.

El mercado global de la divisa se ve afectado por las exportaciones, las importaciones, los movimientos de capitales, la inversión extranjera directa, movimientos de las remesas, pagos de la deuda pública y endeudamiento por parte del gobierno en dólares. En este sentido, las variaciones de las Reservas Monetarias Internacionales (RMI) netas del BCCR es un buen indicador del mercado del dólar porque engloba todos los elementos mencionados.

Muchos cometen el error de observar solo una parte del mercado global de las divisas. Por ejemplo, muchos hablan de la necesidad de depreciación limitándose a observar el déficit de la balanza comercial o de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esto es un error porque solo están contemplando una parte de la oferta y demanda de divisas.

Si las RMI engloban toda la oferta y demanda de divisas, entonces podemos afirmar que si estas caen es porque la demanda global de dólares es mayor a la oferta global y que el mercado estaría presionando a una depreciación. Veamos qué nos dicen las cifras sobre las RMI que se encuentran en el portal de Internet del Banco Central de Costa Rica (BCCR) tal y como se observa en el gráfico.

Es necesario resaltar que las RMI vienen experimentando una la caída desde abril del 2013 pero que no se ha reflejado del todo en una depreciación del colón porque esta fue contenida, de manera artificial, debido al endeudamiento externo en que incurrió el gobierno de Costa Rica por US$4.000 millones que se dio del 2012 al 2015. Luego, durante el segundo semestre del 2017, el BCCR se endeudó por otros US$1.000 millones con el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) para, según las autoridades del BCCR, fortalecer (eufemismo de intervención) sus reservas monetarias. Es decir, a pesar del endeudamiento del Gobierno por más de US$5.000 millones de los últimos años, las RMI han estado cayendo.

Cabe preguntarse, ¿con qué fin se ha endeudado el gobierno en más de US$5.000 millones? ¿Dónde están las autopistas? ¿Dónde están los aeropuertos? ¿Dónde están las escuelas y colegios remodelados? Tampoco veo nuevos hospitales. Por tanto, es evidente que todo ese dinero se destinó a engrosar el gasto público de manera improductiva e injusta: pluses salariales, pensiones con cargo al presupuesto, privilegios, etc. Los emprendedores no son tontos y observan que no es sano invertir en un país cuyo gobierno hace muy mal uso de los recursos con los que dispone.

Otro de los indicadores para determinar si existe presión del mercado a una depreciación del colón con respecto al dólar de los EE.UU., es observar las “Ventas Netas por Concepto de Operaciones de Estabilización Cambiaria” que realiza el BCCR. Cuando el BCCR vende, es porque desea mantener, de manera artificial, un colón sobrevalorado en relación con la divisa.

En el 2017, el BCCR realizó operaciones de estabilización cambiaria que significaron ventas netas de US$771.1 millones. En lo que va del 2018 (08 de noviembre), dichas ventas suman US$364.3 millones. Para los años 2014, 2015 y 2016, el BCCR realizó ventas netas por US$519.4; US$137.9 y US$303.3 millones respectivamente. Estas ventas netas son un claro reflejo de la presión del mercado que empuja hacia la deprecación. Vemos que estas ventas netas se vienen dando desde el 2014. Por tanto, la presión no es coyuntural, sino estructural.


Ventas Netas de
Operaciones de Estabilidad Cambiaria del BCCR
(En millones de US$)
Tipo de cambio al 31 de octubre. 
2018 (al 08 de noviembre) 364.3 ¢620,64 
2017771.1 ¢569,84 
2016303.3 ¢555,68 
2015137.9 ¢535,84 
2014519.4 ¢539,26 
20130.0¢501,66 

La depreciación como causa de la pérdida en la competitividad

Ahora bien, ¿obedece la reciente depreciación a factores coyunturales de corto plazo o a problemas estructurales de largo plazo? Cualquier mercado, incluyendo el de las divisas, puede sufrir fluctuaciones temporales en su oferta o demanda. Las posibles causas de una caída temporal en las RMI pueden ser varias como la aprobación del proyecto “Ley para desincentivar el ingreso de capitales externos”, el fin del programa de “estímulo” de la FED, o la aprobación de la ley que obliga al registro de accionistas.

Sin embargo, dado que desde el 2013 estamos experimentando de manera permanente tanto una caída en la RMI como ventas millonarias por concepto de Ventas Netas de Operaciones de Estabilidad Cambiaria, es evidente que no estamos ante movimientos especulativos de corto plazo, sino que es un reflejo claro de pérdida de competitividad del país. Esto significa que Costa Rica experimenta un incremento significativo en los costos de producción en relación con sus socios comerciales.

Un gasto público creciente y descarado para financiar burocracia improductiva, el deterioro cada vez mayor en los servicios públicos para poder financiar pensiones de lujo con cargo al presupuesto, las constantes trabas deliberadas para producir, el exceso de regulaciones, las amenazas constantes de nuevos y más impuestos, una carga tributaria del 58% sobre las ganancias cuando el promedio en los países de la OCDE es de apenas un 41%, un desprecio a la iniciativa privada, el deterioro y atraso en la construcción de obras de infraestructura por la negativa ideológica del gobierno de dar obra pública en concesión, los altos costos de la electricidad causado por el monopsonio de la empresa estatal del ICE en la generación eléctrica, el monopolio de Recope, etc. Todo lo anterior conlleva a un claro deterioro de la competitividad del país y, por ende, a una presión a la depreciación del tipo de cambio.

Recordemos que en el 2014 se fue Intel de Costa Rica argumentado los altos costos de operación (baja competitividad) que tiene Costa Rica cuya denuncia la venía haciendo desde el año 2011. A la fecha, los gobiernos no solo no han tomado las medidas para corregir la situación, sino que las han agravado.

Es típico de los gobernantes culpar a los mercados. En Venezuela, Nicolás Maduro culpa a los empresarios de la escasez y en Costa Rica el Gobierno culpa a los especuladores y a quienes se oponen a la aprobación del Plan Fiscal como responsables de la depreciación del tipo de cambio. El Plan Fiscal, lejos de mejorar la competitividad del país, la empeorará.

¿Debe el Banco Central intervenir el tipo de cambio?

Cuando el precio del dólar se encuentra por debajo de su valor de mercado, se estimula de manera artificial las importaciones y, a la vez, se castiga a quienes obtienen ingresos en divisas como el sector exportador y turístico. Además, un precio del dólar por debajo de su valor de mercado produce un exceso de demanda (déficit) creciente de dólares. La única manera que el Banco Central puede sostener un exceso de demanda es vendiendo RMI o bien endeudándose en el exterior.

Ninguna de estas políticas es sostenible porque, por un lado, las RMI eventualmente se agotarían y, por el otro, el gobierno no puede endeudarse a perpetuidad para sostener el tipo de cambio porque la deuda externa, más los intereses, hay que pagarla eventualmente. Para realizar el pago por la deuda externa, el gobierno debe comprar dólares que solo pueden ser obtenidos presionando aún más el mercado de divisas. En otras palabras, el precio que se paga por endeudarse y postergar el ajuste al alza del tipo de cambio es que el nuevo precio de equilibrio será más alto. Esto no tiene sentido.

Por el contrario, un precio del dólar por encima de su valor de mercado encarece innecesariamente las importaciones y, al hacerlo, castiga al trabajador porque ve reducido su salario real, su bienestar y su nivel de consumo. Además, un precio del dólar por encima de su valor de mercado implica que el BCCR está comprando dólares. Al hacerlo, entrega colones y con ello puede (no necesariamente) estimular la inflación si no lograra controlar la expansión de la oferta monetaria.

Por eso lo justo y necesario es que el tipo de cambio refleje su valor de mercado. Es contrario al bien común mantener un tipo de cambio ya sea subvaluado o sobrevalorado. Solo un tipo de cambio de equilibrio evita castigar, sea a los exportadores, o a los consumidores. En otras palabras, la intervención en el tipo de cambio por parte del Banco Central forma parte de la política electoral o bien se utiliza para favorecer a grupos de presión y para alimentar el clientelismo político.

En economía, no existe argumento alguno para intervenir el tipo de cambio. Paul A. Samuelson, keynesiano antiliberal y galardonado posteriormente con el Premio Nobel en Economía, publicó en 1947 el artículo “The Pure Theory of Public Expenditure”. En este artículo Samuelson desarrolla su teoría de bienes públicos donde establece que los mercados fallan si los bienes no cumplen los requisitos de “exclusión” o de “rivalidad”. Cuando los bienes cumplen dichos requisitos, se les llama bienes privados y Samuelson concluye que, en este caso, lo mejor es no intervenir en dicho mercado y dejar todo a la libre competencia. Pues bien, las divisas (el dinero) cumplen con los requisitos de bienes privados y, por tanto, no hay nada que justifique la intervención en el tipo de cambio.

Por tanto, siguiendo a la Economía con la teoría de bienes públicos y, dado que la razón de ser de las RMI es para intervenir en el tipo de cambio, concluimos que un gobierno que disponga de RMI es tan absurdo como tener Reservas de Canicas o Reservas de Parlantes de Computadora. Regular e intervenir en la compra – venta de divisas tiene tanto sentido como regular la compra - venta de lapiceros o de paraguas.

Solución permanente: cerrar el Banco Central de Costa Rica

La única solución para garantizar que el tipo de cambio refleje su valor de mercado es quitarle el poder discrecional que tiene el BCCR sobre el mercado cambiario. La política monetaria discrecional, como el que tenemos en Costa Rica, genera mucha incertidumbre, aumenta el riesgo cambiario y se presta para la corrupción como ya lo hemos visto en el pasado. En particular, el riesgo cambiario genera aumentos innecesarios de los costos de producción que se traducen en pérdida de competitividad, menor crecimiento y más desempleo.

La política monetaria no debe manejarse de manera discrecional. Desde la proliferación de la creación de la banca central en el mundo a principios del siglo XX, los economistas se han opuesto enfáticamente al manejo discrecional de la política monetaria. Algunos ejemplos de lo anterior: Henry Simons (1936): “Rules Versus Authorities in Monetary Policy”; Friedman (1948): “A monetary and Fiscal Framework for Economic Stability”; Thomas Sargent (1975): “Rational Expectations and the Theory of Economic Policy”; Kydland Finn (1977): “Rules Rather than Discretion: The Inconsistency of Optimal Plans”; Robert Barro (1986): “Rules versus Discretion”; Robert E. Lucas (2001): “Recent Advances in Monetary-Policy Rules”. En el 2016 se realizó en la George Mason University de los EE.UU. el seminario titulado Monetary Rules for a Post-Crisis World donde se reafirma la idea de que la política monetaria no debe manejarse de manera discrecional.

La solución intermedia para acabar con la discrecionalidad en el manejo de la política cambiaria es liberalizar el tipo de cambio y para ello habría que empezar por eliminar totalmente la “Sección V: Instrumentos temporales” (Artículos 77 al 84 inclusive)” y la “Sección VI Régimen Cambiario” (Artículos 85 al 98 inclusive) de la Ley Orgánica del Banco Central de Costa Rica, Nº7588.

Sin embargo, la solución definitiva es cerrar el Banco Central y emular un sistema monetario y financiero como el de Panamá tal y como lo expongo en mi pequeño libro: Causa de la inflación, cierre del Banco Central y dolarización en Costa Rica. Cerrando el Banco Central nos evitamos todas las angustias cambiarias que se generan cuando los políticos se ponen a manipular el tipo de cambio para que este no se ajuste a su oferta y demanda.

Aún estamos a tiempo para cambiar el rumbo y de mejorar nuestra competitividad. Aún estamos a tiempo para abandonar las políticas socialistas impulsadas durante los últimos años. Solo así podremos mejorar nuestra competitividad y llegar a ser parte del primer mundo.