¿Hay futuro para el PAC?

El Partido Acción Ciudadana tiene sobre sus hombros el peso de ¢1.200 millones en deudas y el lastre de un fracaso electoral que desnudó problemas de cohesión y reputacionales

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Asfixiado en deudas y con una crisis de identidad en curso, el Partido Acción Ciudadana (PAC) busca reconstruirse en medio de un camino que le es “dificilísimo” y “empinado”. Esas fueron las palabras que usó el expresidente Carlos Alvarado este 9 de julio, cuando se dirigió a decenas de militantes de la agrupación rojiamarilla para pedir su apoyo en ese proceso de “reconstrucción” que, según él, es importante para reivindicar una visión política de centro-izquierda que nadie más enarbola en Costa Rica.

“El camino que nos resta a nosotros es empinado. Por eso llamo a todas y a todos, en la medida de nuestras posibilidades, a contribuir intelectualmente, con energía humana, con buena disposición constructiva y con aporte económico, si creen en esa agenda temática que nadie más tiene (...) siento mucha esperanza porque el camino es empinado y dificilísimo, porque todas las apuestas están en nuestra contra y porque no creen que lo vamos a lograr, pero siempre ha sido así”, afirmó el expresidente, aplaudido por decenas de militantes en un acto organizado por el PAC en su sede de barrio La Granja, en Montes de Oca, para develar el retrato del exmandatario.

El PAC lucha para sobrevivir con el agua hasta al cuello. No solo registró sus peores resultados electorales de la historia en este 2022, en un proceso que casi le dejó más rupturas internas que votos (ni siquiera sumó el 1% de los votos emitidos); sino que además acumula deudas por más ¢1.200 millones con diversos acreedores, incluido el Estado, al cual todavía le debe pagar más de ¢430 millones de la condena por estafa que se le impuso a la agrupación por las irregularidades contractuales en la campaña de 2010.

Días después de aquel discurso de Alvarado, el PAC divulgó un comunicado con el respaldo de sus principales figuras. Al expresidente Alvarado se le sumaron Luis Guillermo Solís (el otro exmandatario del país, entre 2014 y 2018) y Ottón Solís (su fundador), quienes tuvieron encontronazos en su momento pero ahora llaman en conjunto a unir de nuevo a un partido que requiere dinero y cohesión para una maniobra que, reconocen, es extremadamente complicada.

Dificultades económicas

Las presiones financieras del PAC son innegables y son el principal escollo de forma para la continuidad del que hasta hace unos meses era todavía el partido de gobierno. La agrupación canceló un primer tracto de la condena por estafa al Estado en agosto de 2021 (por ¢200 millones) con donaciones que tenía ahorradas; sin embargo, le restan por abonar unos ¢430 millones a la Procuraduría General de la República (PGR) entre 2022 y 2024.

Uno de esos tractos, por cierto, corresponde a ¢100 millones que el partido deberá cancelar el 16 de agosto próximo y cuyo pago aún no ha sido garantizado por sus representantes. Por el contrario, la agrupación busca obtener donaciones por todas la vías, incluida la organización de almuerzos y ventas.

Fabián Solano, presidente interino del PAC, afirmó aEFque el panorama es complejo, pero que el partido político hace todo lo posible para cumplir con sus pagos a tiempo. “Nosotros lógicamente primero tuvimos todo el tema electoral y una vez que conocimos los resultados del proceso, que no eran los que nosotros esperábamos, hemos hecho una serie de esfuerzos y de reacomodos (...) sin duda alguna el tema es un reto porque son montos grandes y la situación política del partido hoy es otra, pero estoy seguro de que vamos a lograrlo”.

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Solano evitó brindar datos de cuánto dinero falta para el desembolso de agosto próximo. Al respecto, solo dijo que la meta es conseguirlos en el poco tiempo que resta. “Cuánto nos falta es un dato que yo prefiero reservarme”, contestó.

Concretar a tiempo los pagos con el Estado es esencial para el PAC y su vida política. Si bien Ronald Chacón, jefe del departamento de Financiamiento de Partidos Políticos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), reconoció que “el impago de una agrupación política con el Estado no condicionaría o impediría –en principio– su participación en los procesos electivos”;la agrupación es consciente de que ese hecho implicaría una losa demasiado pesada para su propia subsistencia en términos éticos y políticos.

La solicitud de donaciones para el PAC es aún más compleja si se toma en cuenta que ya diversos militantes, incluida la expresidenta del partido y exministra de Justicia, Marcia González (una de las principales financistas de la agrupación), compró bonos de deuda política al PAC por ¢100 millones durante la campaña pasada y finalmente no obtuvo retribución alguna.

Los pobres resultados del PAC y la campaña de su candidato Welmer Ramos, de la que ella fue jefa, redundaron en una sequía de recursos para la agrupación, que ahora además busca reacomodar sus operaciones más básicas para mantenerse en pie.

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González no pudo recuperar su inversión y el partido todavía ni siquiera discute la posibilidad de que más tarde se le reintegre al menos una parte del dinero que invirtió: una opción que en su momento plantearon algunos militantes, pero que por ahora mismo ni se pone sobre la mesa.

Además de la deuda con el Estado, el PAC acumulaba pasivos por hasta ¢770 millones con otras entidades, según sus estados financieros a marzo entregados al TSE. De ellos, la mayoría corresponde a una reestructuración con el Banco Lafise, por ¢669 millones, pero también se incluyen deudas con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Coopealianza y otros.

El PAC, además, recientemente anunció un arreglo de pago con la empresa Jaulares; a la cual se le debían ¢102 millones hasta abril. La entidad tenía una disputa legal por esos recursos que casi deriva en un embargo, el cual fue recientemente evitado en última instancia.

A pesar de las grandes deudas, Solano ve los números con cierto optimismo. “Nosotros llegamos a deber unos ¢3.000 millones, pero ahora debemos ¢1.200 millones. Viéndolo en retrospectiva ya llevamos buen tracto avanzado. Además, este es un partido que nació y que siempre ha basado mucha de su actividad en donaciones, que nunca han dejado de ser uno de los ingresos principales”, subrayó.

¿Alcanzarán o no las donaciones para llenar el vacío de esos ¢1.200 millones y la operación más básica del Partido?, solo lo dirá el tiempo.

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Hasta marzo pasado, el PAC apenas registraba ¢12 millones en donaciones y en todo 2021 apenas contabilizó ingresos por ¢36,8 millones de ese rubro, según los registros que entregó del Tribunal Supremo. La última vez que superó los ¢100 millones en un año fue en 2014, en plena campaña del expresidente Luis Guillermo Solís, que se proclamó presidente en la segunda ronda de ese año.

No obstante, según Solano, el partido nunca ha caído en mora con ninguno de sus acreedores hasta el momento. “Todas las deudas han sido renegociadas, algunos plazos han sido ampliados y en otros las tasas han sido reducidas”, indicó.

Retos políticos

Pero lo retos del PAC van más allá de si tendrá a tiempo o no el dinero suficiente.

El politólogo Adrián Pignataro declaró en una reciente entrevista con este medio sobre la situación del PAC que “no siempre un fracaso electoral se transforma en la muerte orgánica de un partido”, pero sí advirtió de que la vida o la muerte estos depende en gran medida de sus niveles de militancia.

En ese sentido, el PAC informó recién pasada la debacle de febrero pasado en las elecciones que no registraba mayores renuncias; sin embargo, el resultado en las urnas dejó en evidencia una crisis política y reputacional que aún está lejos de superarse.

Decisiones políticas de la agrupación en ocho años de gobierno, contradicciones típicas de administrar con cantidades exiguas de diputados y la propia condena en los tribunales por el uso de contratos falsos para cobrar deuda pública (altamente contrapuesta a la promesa ética con que nació la agrupación) redujeron el caudal político de los rojiamarillos.

A eso, además, se sumaron divisiones internas que estallaron en la precampaña electoral de 2021; en la cual la exdiputada Carolina Hidalgo representaba el continuismo del gobierno de Carlos Alvarado y sus posturas económicas, y el exdiputado y exministro de Economía, Welmer Ramos, las críticas a ese modelo.

La disputa ideológica por la candidatura del PAC fue acalorada y al final venció Ramos por un estrecho margen, en un proceso que incluso requirió de un conteo manual de votos, y generó acusaciones cruzadas e impugnaciones.

Las grietas desde entonces no dejaron de ensancharse. Algunos partidarios asumieron un papel secundario o casi nulo durante la campaña de Ramos y otros abandonaron el barco, como la exdiputada Paola Vega, ahora alejada de la política activa. Ella renunció luego de la disputa interna por la candidatura entre Ramos e Hidalgo, acusando una “contradicción” partidaria.

“Pese a que, en buena medida, hay temas comunes que deberían abocar el debate interno”, redactó Vega el 28 de septiembre pasado, “este ha quedado absolutamente desvanecido por una negativa de abordar las discusiones fundamentales y una renuncia para redefinir el proyecto político que desea representarse”.

Las heridas siguen abiertas en el PAC y, como si las palabras de Vega hubiesen sido premonitorias, el PAC ya anunció que abrirá un nuevo congreso ideológico para redefinirse e intentar frenar su hemorragia.

‘Agenda PAC’

Todavía parece temprano para desahuciar al PAC, a pesar de toda la corriente en su contra. Pero la pintura por ahora enseña más oscuros que claros para la agrupación rojiamarilla.

Las principales voces del PAC, mientras tanto, llaman a reunir el partido y diáspora que acelere la disolución, por falta de recursos o de ganas.

Consultado por EF, el fundador de la agrupación, Ottón Solís, consideró que el mayor reto político del PAC es justamente cohesionarse de nuevo, a partir de una identidad que considera se dejó de lado en la campaña pasada. Según dijo, el Partido tiene clara su vocación en materia de derechos humanos, pero las fricciones en el plano económico son innegables. El aboga por un continuismo a la propuesta que defendió Carlos Alvarado en el poder.

“El resurgir del partido depende de que nos unamos, pero no a partir de oportunismo electoral o cualquier cosa. Hablo de la prédica que llevamos fundacionalmente y que Carlos Alvarado puso en práctica, que no de una propuesta populista más propia del Frente Amplio o alrededor de una ética débil”, dijo.

“El Partido en la parte de derechos humanos modernos está muy bien. Es en la parte económica donde está el debate, en la visión balanceada de sí al Estado pero un Estado eficiente que no sea propiedad de los empleados y de darle un espacio a la empresa privada para que sea la que tenga capacidad de generar empleo, exportaciones e impuestos; también en una ética rigurosa en todos los extremos”, subrayó.

Consultado sobre cuál considera que será su papel en este nuevo proceso político del PAC, el fundador y excandidato presidencial señaló que buscará reiterar los valores fundacionales del Partido, pero sin aspirar a cargos. “Yo estoy muy consumido en la academia y finquear”.

El expresidente Carlos Alvarado, a su vez, consideró que la vida del PAC radica justamente en si logra o no posicionarse como defensor de una agenda de centro-izquierda que, desde su punto de vista, nadie más defiende en los mismos términos. Su visión del PAC, aseguró, combina la defensa de minorías y grupos discriminados, la protección del sector agropecuario, la responsabilidad ambiental, la sostenibilidad del Estado Social de Derecho y la eficiencia del gasto público, entre otras cuestiones. “No hay nadie más, creo yo, que defienda toda esta agenda”, afirmó, el 9 de julio pasado.

Alvarado se dijo anuente a participar en todos los procesos internos, aunque tendrá que hacerlo con cierta distancia. El pasado 19 de julio anunció que será profesor en la la escuela Fletcher en la Universidad Tufts, en Boston, Massachusetts.

El camino para el PAC, sin embargo, parece “dificilísimo” y “empinado”, como decía el propio expresidente de la República. Demasiado difícil y empinado para un partido que no sumó ni 15.000 votos en las últimas elecciones de febrero, tras dos cuatrienios en el poder, y que acumula más de ¢1.200 millones en deudas.