
Los bancos del Estado siguen siendo menos eficientes que los privados.
Los gastos operativos –principalmente aquellos generados por el personal– y la falta de productividad de la fuerza laboral, explican esa brecha en la eficiencia operativa entre ambas aceras bancarias.
No obstante, aunque la banca privada es mucho más eficiente, e inclusive alcanza a los referentes internacionales, no se traduce en una reducción de sus márgenes de intermediación (diferencia entre las tasas que cobran por los créditos y las que pagan por los ahorros).
Así, la ineficiencia de los bancos estatales, junto con su poder en la intermediación de colones, y una banca privada ubicada en su “zona de confort”, terminan provocando una rigidez de los ajustes a la baja en las tasas de interés del mercado local.
Estas conclusiones se desprenden de la ponencia “La eficiencia operativa de la banca costarricense y su impacto sobre la rigidez en las tasas de interés”, elaborada por el exgerente de BAC San José Gerardo Corrales, y que es parte de las investigaciones del vigésimo segundo informe Estado de la Nación.
Ineficiencia bancaria
El índice de eficiencia operativa debe ser interpretado como el porcentaje de ingresos totales que son destinados a cubrir los gastos de operación, una vez cubiertos los gastos financieros.
Precisamente, la relación entre esas tres partidas es la que utiliza el estudio.
Cuanto menor sea el resultado del indicador, mayor es la eficiencia de la entidad y mayor será su capacidad para reducir las tasas de interés activas (de préstamos) o aumentar las tasas pasivas (de ahorro).
Si Costa Rica alcanzara un 50% de eficiencia operativa, los intermediarios financieros ahorrarían $239 millones al año en gastos, explica la investigación.
Por ahora, el resultado aún está lejos de esa cifra. Entre 2005 y 2015, el índice de eficiencia operativa promedio del país es de 62%.
Un factor llamativo es que la cifra, además de sobrepasar el promedio internacional (52,9%), tampoco muestra una reducción importante en ese periodo.
Un aspecto que no ayuda es el comportamiento de la banca pública, mientras que la acera en los privados sí muestra una mejoría.

La eficiencia operativa de la banca pública es mayor al 70%.
Los números juegan en contra si se compara esta cifra con la de algunos bancos de la región. Por ejemplo, el Banco General de Panamá ronda el 37,8%.
Los bancos públicos han hecho un esfuerzo por reducir los gastos de personal, pero la baja es insuficiente para impactar positivamente su eficiencia.
En 2005, esos gastos capturaban un 69,6% de su gasto total, pero la cifra pasó a 66,2% en 2015.
Los gastos de personal ($444 millones al 2015) están dominados por el pago de salarios o montos asociados, como cargas sociales, salario escolar, vacaciones y aguinaldo.
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Otra variable que pesa es el gasto de operación de estos bancos ($226,9 millones).
La intermediación de la banca estatal está aún enfocada en canales de distribución físicos (sucursales), siendo los gastos por depreciación, alquileres y mantenimiento de inmuebles los rubros que más pesan en su operación.
El Estado de la Nación señala que mientras una transacción bancaria mediante un canal electrónico (por ejemplo, un cajero automático) le cuesta menos de $0,5 al intermediario, en una sucursal física el monto puede alcanzar los $3. Aún más, la cifra es módica en un servicio vía Internet o por teléfono.
Es aquí donde entra la relevancia de educar a la población sobre el uso de canales electrónicos.
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En la otra acera, los bancos privados sí lograron aumentar su eficiencia en 4,3 puntos porcentuales en el periodo 2005-2015 para una cifra de 54%.
Al mismo tiempo, redujeron el peso de sus gastos de personal como proporción del gasto a 56,5%, para un total de $253 millones.
Por otro lado, la productividad de la fuerza laboral es otro punto que explica la brecha.
El gasto por empleado en la banca estatal es 1,16 veces mayor que en la privada, la cual recibe más ingresos por trabajador.
El Estado de la Nación apunta cuatro áreas de mejora para la banca pública: aumentar los ingresos por comisiones de servicios con más innovación, reducir los gastos de personal per cápita, apostar a la modernización tecnológica y subir la venta de productos financieros per cápita.
También señala que la banca privada puede mejorar su participación en el mercado de intermediación en colones.
Intermediación y tasas
“La banca privada se ampara en la menor eficiencia operativa de la banca pública para mantener márgenes (de intermediación) superiores a los que existirían en un escenario de competencia más abierta y agresiva”, destaca el informe.
A pesar de que la banca pública está rezagada en eficiencia, se acerca a la banca privada en los márgenes de intermediación, es decir, la diferencia entre el cobro por los créditos (tasa activa) y lo que se paga a los ahorrantes (tasa pasiva).
En los 11 años que abarca el estudio, el país mejoró sus márgenes, pasando de 13,3% a 6,9% en colones, y de 7,4% a 3,8% en dólares, pero la brecha entre ambas monedas se mantiene.
En dólares, la intermediación resulta más equitativa puesto que la banca privada ha logrado capturar el 55%.
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Sin embargo, en colones, los bancos estatales tienen menores costos de captación, al captar el 70% de las cuentas corrientes y de ahorro de los costarricenses. Esto hace que los bancos privados se ajusten a las tasas definidas por los estatales, apunta el informe.
Mientras la inflación se ajustó 15 puntos porcentuales en el periodo estudiado, las tasas activas reales siguen con dos dígitos.
“Parece ser que los agentes económicos no creen que la inflación se pueda mantener en niveles negativos y ubican sus expectativas de inflación en rangos cercanos al 3%”, apunta el estudio.
Al mismo tiempo, los esfuerzos en la reducción de la Tasa de Política Monetaria, por parte del Banco Central, no se están logrando en el tiempo ni la proporción deseada.
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“La ineficiencia operativa de la banca estatal y su poder oligopólico en la intermediación en colones, constituyen una barrera para superar la rigidez de los ajustes a la baja en las tasas de interés del Banco Central”, añade.
La ponencia concluye que tanto el Consejo Nacional de Supervisión de Entidades Financieras (Conassif) como la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) también deben buscar una reducción de los costos del sistema de supervisión.