El término más apropiado para describir el triste espectáculo que nos regalaron Rodolfo Hernández y sus seguidores en los últimos días es sin duda "circo": su misteriosa ausencia de la declaratoria oficial del inicio de la campaña electoral debido a un "entrenamiento para enfrentar periodistas", su intempestiva renuncia a la candidatura hablando de puñaladas, traiciones y chantajes, la procesión de centenares de seguidores a su casa en San Pedro para pedirle que volviera, y su emotivo regreso –con todo y descompensación– advirtiendo que nadie se puede rerpatir nada mientras el Doctor siga vivo y señalando que no pide nuestro apoyo, sino que lo exige.
Hace unos meses escribí que la candidatura de Rodolfo Hernández era una broma de mal gusto. El post me ganó una amenaza de demanda judicial por parte del presidente del Partido Unidad Social Cristiana. Semanas más tarde [30 de mayo] la periodista Vilma Ibarra diría en su programa de radio que también recibió una amenaza de denuncia por parte de Rodolfo Hernández. Ni Ibarra ni este servidor dijimos nada que nos pudiera valer una querella, pero quedamos advertidos de la actitud que el candidato socialcristiano adoptaría ante la crítica: estábamos ante el Dr. Mordaza.
Desde entonces la candidatura de Rodolfo Hernández ha adquirido visos de tragicomedia. No solo Hernández ha mostrado un desconocimiento absoluto sobre los principales temas de actualidad nacional y las grandes discusiones de política pública que atañen al país, sino que incluso no duda por un segundo en hacer pública su ignorancia. ¿Su posición sobre la apertura del mercado energético? No he leído. ¿Impulsará una reforma fiscal? Habrá que ver cómo está la cosa. En otras ocasiones, simplemente no atiende las consultas de los periodistas o sus llamadas se caen misteriosamente cuando le preguntan algo incómodo. No es de sorprender entonces que Hernández ha estado ausente de todos los debates presidenciales que se han realizado a la fecha.
A esto ahora sumémosle que renuncia a su candidatura presidencial a los 2 días de iniciada oficialmente la campaña política porque no soportó las presiones e intrigas de la política. Tras todo esto, ¿en verdad hay gente que cree que Rodolfo Hernández está capacitado para gobernar Costa Rica por cuatro años? ¿En verdad hay un segmento del electorado que le confiaría la conducción del país a un hombre que no sabe mucho sobre el teje y maneje de la cosa pública y no soporta los trajines de una simple candidatura? Si nos ha ido tan mal con una Laura Chinchilla que lleva casi 20 años de trayectoria como viceministra, diputada, ministra y vicepresidente, ¿se imaginan cómo sería una presidencia de Rodolfo Hernández?
Una cosa que no se le puede negar al Dr. Hernández es la grandilocuencia de sus declaraciones, por más irracionales que sean. Tan solo veamos este pasaje en su carta de regreso a la candidatura: "Quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo de su pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate abandona la lanza al enemigo". ¿Cómo dice que dijo? ¿De qué está hablando exactamente? Solo Hernández lo sabrá, pero sin duda su retórica de espadas, lanzas, puñaladas y tiranos es más apropiada para un aficionado de historia greco-romana que un candidato presidencial.
Los pasajes bíblicos también son recurrentes en sus comunicados. No solo nos ha advertido que cree en el matrimonio "tal y como lo establece el Génesis", o sus referencias a Caínes y Abeles políticos, sino que el sábado nos dijo que regresa a su candidatura dispuesto a "echar a los mercaderes del templo". No obstante, lo único religioso en su movimiento es el fervor que despierta entre sus feligreses. No hay explicación racional posible que justifique que miles de costarricenses apoyen ciegamente a un candidato que ha mostrado tantas limitaciones en tan poco tiempo. Así como resulta inexplicable que gente inteligente como Rodolfo Piza, Jorge Guardia y Federico Malavassi continúen en su movimiento.
Me gustaría terminar este post diciendo que Costa Rica merece algo mejor. Sin embargo, Rodolfo Hernández no llegó ahí solo y no hay duda que su candidatura es apoyada por miles de costarricenses. Lo cual nos lleva a la muy incómoda interrogante sobre el estado de nuestra democracia y el discernimiento que muestran muchos de nuestros compatriotas a la hora de escoger sus líderes. Sí, lo de Rodolfo Hernández es un circo, pero hay mucha gente que parece dispuesta a hacer fila y pagar la entrada para ver el espectáculo.
"La culpa, mi querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nosotros mismos".