El francés Frédéric Bastiat, uno de los grandes pensadores liberales de todos los tiempos, escribió una vez que lo peor que le puede pasar a una buena causa no es ser hábilmente atacada, sino ineptamente defendida. Dicha advertencia se me viene a la mente cada vez que veo algunos elementos de la campaña presidencial de Otto Guevara.
No me refiero al reguetón, los chingos o el pachuquismo con los cuales, según Guevara, ganará 650.000 votos que lo catapultarán a una segunda ronda y luego a la Presidencia de la República. Aunque sí me parecen una terrible falta de respeto y clase, creo que la mayor falencia de Guevara tiene que ver con la ausencia de credibilidad con la que mina sus propuestas. En particular, me refiero a su poco creíble promesa de crear 500.000 empleos en 4 años, la cual, como veremos, es casi imposible de cumplir.
Quien ha leído este blog con anterioridad, no se sorprenderá de que coincido en mucho con las propuestas de Otto Guevara: soy un partidario de la simplificación y reducción de impuestos –o mejor aún la introducción de un "flat tax"–, soy proponente de la reducción del gasto público y el cierre o venta de entes estatales como FANAL, CNP, IFAM, DIS, etc., creo en la eliminación de regulaciones, permisos y demás trabas para la creación de empresas, estoy a favor del libre comercio sin ningún tipo de barreras, apoyo la dolarización de la economía y aplaudo la apertura de los monopolios estatales de hidrocarburos y electricidad.
La implementación de todas estas reformas de manera integral representaría un enorme impulso a la competitividad del país y al crecimiento económico inclusivo. Dejaríamos atrás un modelo mercantilista que ha generado buenas tasas de crecimiento en los últimos 25 años pero que ha fracasado en reducir la pobreza y que más bien ha jugado un papel decisivo en el aumento de la desigualdad en la última década. Sin embargo, como lo indicara el Premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, todo liberal sabe que un sistema económico competitivo es un proceso de descubrimiento donde no hay certezas de nada. La evidencia internacional es contundente en que mayor libertad económica conduce a más crecimiento económico y por ende a más riqueza y mejores condiciones de vida. Pero resulta imposible, sino irresponsable, garantizar resultados concretos, particularmente en un lapso tan corto como cuatro años.
Un vistazo a las estadísticas de generación de empleo de los últimos 20 años nos revela que resulta casi imposible generar 500.000 puestos de trabajo en el país en el período 2014-2018. Partiendo de que Guevara propone (correctamente) congelar el empleo público, su promesa representaría una tasa de generación de empleo en el sector privado del 6,22% anual, cuando el promedio de las últimas dos décadas ha sido del 3,6%. Desde 1992 únicamente en cuatro años ha habido una tasa de crecimiento en el empleo privado igual o superior a la que propone Otto Guevara (ver gráfico adjunto).
Hay un factor fundamental detrás de la generación de empleo privado y es la confianza empresarial, la cual se ve influenciada por factores domésticos y externos. Según el Reporte sobre Competitividad Global del Foro Económico Mundial, los factores más problemáticos para hacer negocios en Costa Rica son una burocracia estatal ineficiente, una lamentable infraestructura, una aguda falta de acceso al crédito y regulaciones tributarias onerosas. Las propuestas de Guevara atacan directamente estas deficiencias, pero no hace falta ser un genio para saber que solventarlas, o al menos paliar sus efectos, requerirá de muchos años. Aún si Guevara lograra implementar exitosamente las reformas que propone, es muy probable que los beneficios en materia de generación de empleos los vea otro gobierno.
El otro factor detrás de la confianza empresarial escapa de las manos de los gobernantes de turno, y es el complicado panorama externo: Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, enfrenta su recuperación económica más anémica desde la Segunda Guerra Mundial. China está viendo su economía desacelerarse. La Unión Europea todavía experimenta una seria crisis económica y la perspectiva de una década perdida de crecimiento. Esto no quiere decir que la suerte Costa Rica está echada a lo que ocurra en el resto del planeta, pero para un país altamente integrado vía exportaciones e inversión a la economía mundial, lo prudente es ser cauto en cuanto a las perspectivas de generación de empleo de los próximos años.
Todos recordamos cómo Óscar Arias irresponsablemente prometió que si se aprobaba el TLC con Estados Unidos los trabajadores dejarían de ir a sus empresas en bicicletas y en su lugar viajarían en BMW y Mercedes Benz. Una afirmación tan absurda ha empañado irremediablemente la discusión sobre los beneficios del TLC a casi 4 años de su implementación. De igual forma, la promesa de Otto Guevara de crear 500.000 puestos de trabajo en cuatro años le resta por completo credibilidad a sus propuestas y termina haciéndole un daño significativo a la promoción de la libertad en Costa Rica. Peor aún, es una muestra irrefutable de que el gusanillo populista afecta hasta los políticos que dicen creer en el liberalismo económico.
Ante la pregunta: "¿cuantos empleos pretende generar en su gobierno?", un verdadero liberal contestaría dos cosas: primero, son los empresarios los que crean empleos, no el presidente. Segundo, no sé cuántos.